PALESTINA CINE (ENTREVISTA)

El Basha, primer árabe Mejor Actor en Venecia, lamenta el ostracismo cultural

La Vanguardia, Cristina Villota Marroquín EFE, 21-09-2017

Desde casi la última de las butacas del Teatro Nacional Palestino (Al Hakawati), entre luces y sombras, Kamel El Basha, que se convirtió la semana pasada en el primer árabe en ganar la Copa Volpi al mejor actor en el Festival de Venecia, dirige a los actores de su última obra.

Tres décadas completas de dedicación al teatro le ha costado a este palestino de 55 años relumbrar en uno de los más importantes festivales de cine del mundo, algo que explica en la opacidad que sufre la cultura de su pueblo, por la falta de un escaparate en el que mostrarla al resto del mundo.

“Unas de las principales razones (de que no se conozca a los directores y actores palestinos) es, por supuesto, la ocupación (israelí)”, asegura, “que impide viajar a los actores fuera y que otros puedan entrar, a no ser que trabajen con grandes productoras de Francia o Italia”, asegura sentado y cigarro en mano en una entrevista con Efe.

En concreto, los directores y productores del resto del mundo árabe, buena parte del cual no mantiene relaciones diplomáticas con Israel, que controla las entradas y salidas a los territorios palestinos (excepto el cruce de Gaza con Egipto de Rafah), tienen difícil entrar en el país y participar en la cultura palestina.

En la recepción del premio, El Basha tuvo palabras de agradecimiento para los cientos de palestinos que, año tras año, han apoyado su carrera acudiendo el teatro a comprar las entradas de entre cinco y siete dólares, un importe, explica “muy caro para la gente de Palestina”.

No recordó, sin embargo, a las autoridades palestinas que, lamenta, no promueven ni invierten en cultura porque “tienen otras prioridades, por ejemplo, están gastando mucho dinero en lo que la Unión Europea quiere de ellos, un cuerpo armado que impida a los palestinos continuar la resistencia”.

La cultura palestina, asegura, es siempre política, ya que el conflicto con Israel lo empapa todo.

“Aquí, hasta el mínimo gesto del día puede ser explicado políticamente, hasta transportarse de un sitio a otro está influenciado por la política, pero esa es nuestra vida”, dice.

Y defiende que la cultura palestina mantiene la identidad de su pueblo, uniendo a los palestinos de los territorios ocupados con los que permanecieron en el actual Israel y con los refugiados y quienes viven fuera.

“Tenemos la música, el baile, todo lo cultural esta ahí y es una sola cultura, con ciertos matices al final somos todos palestinos. Incluso sin haber tenido un Estado, y bajo varias ocupaciones de los británicos, los otomanos, los romanos… está la sociedad palestina, que se ha mantenido en sí misma y ha absorbido estas ocupaciones para diluirlas en su identidad”, explica El Basha.

Recuerda que hace 20 años los palestinos usaban muchos eslóganes que les alejó de la comunidad internacional. Ahora están concentrados en la vida normal “y estamos llegando a la audiencia internacional y a la audiencia palestina”, afirma.

La película libanesa “The Insult” (El insulto), un largometraje que protagoniza junto a Adel Karam, y dirigido por Ziad Doueiri, le ha permitido mostrar la mejor cara de su trabajo al mundo.

El director libanés, que buscaba específicamente un árabe que hablase el dialecto palestino, confió en él tras entrevistarle y hacerle una prueba por Skype, y saber de él por otros actores que le recomendaron, porque su trabajo apenas había salido de los escenarios de Israel y Palestina.

En la cinta, Doueiri parte de un pequeño incidente de la vida cotidiana que se transforma en un pleito público que hunde sus raíces en la histórica relación entre libaneses y refugiados palestinos.

El Basha da vida a uno de esos refugiados en la cinta, que muestra el desprecio y rencor entre su comunidad y los cristianos libaneses.

Los refugiados palestinos en ese país árabe, explica el actor, no pueden trabajar en determinadas profesiones, ni comprar una casa ni disponer de plenos derechos, pese a que llevan cerca de siete décadas en el país.

“Todo está cerrado para ti. En Jordania o en Siria antes de la guerra civil, había más posibilidades de labrarse un futuro, pero en Líbano es muy difícil”, lamenta.

Tras su primer y tardío triunfo en la gran pantalla, espera que le puedan llegar más papeles, pero mientras, no se despega del teatro, donde esta semana estrenó su última obra.

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