Un millón de refugiados que llegaron a Europa en la gran ola no saben aún si pueden quedarse

Europa tiene un 52% de los 2,2 millones de peticiones de asilo de 2015-2016 pendientes de resolver, aceptó un 40% y rechazó un 8%, según un informe del Pew

El País, Naiara Galarraga , 21-09-2017

Aquellos miles y miles de personas que desembarcaron con lo puesto en Lesbos y cruzaron los Balcanes a pie se sentaron un día ante un funcionario y pidieron asilo en un país europeo. Ahora sabemos qué les respondió Europa; a los que contestó, porque más de un millón de personas siguen a la espera de si la UE les da amparo, según un informe del Pew Research Center basado en los datos oficiales de Eurostat y difundido este miércoles. El 52% de los 2,2 millones de personas (de bebés a ancianos) que pidió refugio en los 28 países de la UE en 2015 y 2016 no ha recibido ninguna respuesta, un 40% fueron aceptados y un 8% fueron rechazados.

El Pew Center ofrece por primera vez una radiografía sobre las peticiones de este colectivo concreto, los protagonistas de lo que los políticos europeos bautizaron como la crisis de los refugiados. Como buena parte de las solicitudes no se resuelven en un año y quedan pendientes para el siguiente o más allá, solo con los datos de la agencia estadística europea es imposible conocer qué pasó con quienes llegaron en 2015-2016. En ese bienio el continente asistió al mayor desembarco de extranjeros en busca de protección desde la Segunda Guerra Mundial; recibió el 20% de las demandas de asilo presentadas en la Unión desde mediados de los ochenta, según el Pew. El flujo fue tal que en países como Suecia (que fue destino preferente), Hungría o Austria (que estaban en la principal ruta) la población extranjera aumentó en más de un punto porcentual.

La inmensa mayoría de las respuestas a los expedientes resueltos fueron positivas. Unas 885.000 personas (el 40% de los peticionarios) ha podido quedarse en la UE (al menos durante unos años). Buena parte de ellos son sirios. Ellos fueron los protagonistas del inédito desembarco y los grandes beneficiados. Varios países establecieron procedimientos acelerados para tramitar sus casos (en Alemania la espera para ellos es de tres meses).

Otras 385.000 personas recibieron un primer no, han recurrido y están a la espera de que la apelación se resuelva. Son parte del millón largo que espera, en pisos los más afortunados, pero también en alojamientos nacidos de la improvisación, una respuesta definitiva.

Un 8% de las peticiones fueron denegadas y ya no cabe recurso. Las autoridades desconocen el paradero de la mayoría de ellos (100.000 personas, un 5%), destaca el Pew. Es probable que se hayan unido a la bolsa de inmigrantes sin papeles que hay en Europa ante las dificultades para llevar a la práctica las órdenes de expulsión. Este es un colectivo políticamente muy sensible pues dos de los terroristas que perpetraron los atentados yihadistas de París y el de Berlín pidieron asilo. Unos 75.000 rechazados (3%), en cambio, ha regresado a su país o ha salido de la UE por voluntad propia o por la fuerza.

Aquel episodio con ecos de éxodo bíblico de columnas de familias caminando por los arcenes de autopistas europeas estuvo espoleado sobre todo por la guerra que se enquistaba en Siria, el veloz avance del Estado Islámico en Irak y la huida masiva de Afganistán, inmerso en una guerra desde la invasión de EEUU tras el 11-S. Más de la mitad (53%) de los que pidieron protección internacional en 2015-2016 provenía de esos países. A diferencia de los sirios, la mayoría de los afganos (77%) y de los iraquíes (62%) sigue pendiente de la burocracia, de saber si se podrá quedar o le ordenaran que se vaya.

Entre los Veintiocho miembros de la UE hay grandes diferencias en cómo interpretan la legislación de asilo, las prestaciones que ofrecen y en la velocidad a la que tramitan los expedientes. España ocupa (con un 69% de demandas en espera) la tercera plaza en un listado de lentos que encabezan Hungría y Grecia. Pero sus situaciones difieren.

España ha estado tradicionalmente entre los países con menos solicitudes, menos aceptados y mayor atasco.

El Gobierno del ultranacionalista húngaro Viktor Orban ha convertido el rechazo a los refugiados en una de sus señas de identidad, tanto que ha rechazado recibir a uno solo de los 160.000 que la Comisión ha intentado repartir entre los países. Grecia fue, con Italia, una gran puerta hasta que en la primavera de 2016 la UE cerró un acuerdo Turquía que supuso que las entradas pararan en seco. Pero el posterior cierre de la ruta de los Balcanes lo convirtió en una ratonera. Unas 30.000 personas que soñaban con ir al norte de Europa quedaron atrapadas. Si querían asilo en la UE, tendrían que pedirlo en territorio griego. A nueve de cada diez que lo hicieron no les han respondido.

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