Halal: un estilo de vida mucho más allá de comida

'Halal' significa 'permitido' y se asocia a la industria alimentaria, pero hoy en día se aplica a otros sectores como la cosmética, el turismo... Un estilo de vida al alza en el Estado y en Euskadi

Deia, Un reportaje de Nekane Lauzirika, 17-09-2017

AL margen de su credo religioso, cada vez son más las personas que eligen artículos con sello halal preocupadas por la idoneidad dietética de los productos que consumen en su día a día. Todos los artículos pueden ser halal, exceptuando los identificados como haram por la Sharia, como el cerdo, los animales sacrificados incorrectamente, el etanol y otros tóxicos, los animales carnívoros, la sangre, los alimentos contaminados y peligrosos, etc. El estilo de vida halal es una industria en pleno apogeo no solo en España, sino también en el País Vasco con la aparición de comercios, principalmente referidos a la alimentación, y no precisamente en zonas depauperadas de las capitales vascas.

“La industria halal abarca desde el sector de los alimentos hasta el turismo, la banca, las finanzas y los fármacos, pasando por la moda y los cosméticos. En la actualidad el término halal es sinónimo de calidad, salubridad y sostenibilidad”, explica Isabel Romero, directora general del Instituto Halal de Junta Islámica, la entidad que desde 1996 se encarga de certificar en España los productos y servicios que son aptos tanto para el consumo de los miembros del Islam como para el creciente mercado del turismo musulmán. Actualmente ya hay más de un millar de productos certificados y 340 empresas que siguen las normas del Islam, garantía tanto para los musulmanes que viven en el Estado como para los visitantes.

El 25% de la población mundial es musulmana. Según las últimas estimaciones, en el año 2020 serán 2.200 millones, representando el 30%. Solo en el conjunto de la Unión Europea hay 14,2 millones, mientras que en el Estado español viven un millón y medio, de los cuales 500.000 son españoles. Según datos del Observatorio Andalusí, 51.654 viven en Euskadi. Por territorios, en Araba habitan 15.770 musulmanes, mientras que en Gipuzkoa lo hacen 16.345 y en Bizkaia 19.539.

Empresas, departamentos de marketing, vendedores… tienen algo de avanzadilla en el campo sociológico. El área de ventas de una gran multinacional del consumo suele saber más y antes lo que sucede en un país que cualquier sociólogo, antropólogo, político o estadística. Mientras los gobiernos e instituciones religiosas se enzarzan en polémicas mediáticas ante las nuevas confesiones que han llegado a nuestras ciudades y barrios para quedarse, las avezadas empresas, cuya única religión es el dinero, ya están fabricando para ellos tantos productos específicos como pueden y les demandan.

Algunas lo hacen desde hace años y otras se acaban de sumar ante el auge de la potencialidad del consumo de los musulmanes. “Porque se trata de un público fiel y dispuesto a pagar un extra por lo que ellos consideran un valor añadido”, explica el propietario de un comercio cárnico en una capital vasca, quien ve cómo sus clientes no solo son musulmanes “sino autóctonos que buscan calidad en lo que adquieren”, explica sonriente.

Economía horizontal Algunas empresas fabrican y venden para ese millón y medio de musulmanes que vive en España o para los aproximadamente cerca de 40.000 judíos afincados en el Estado, aunque otras muchas exportan desde el Estado para todo el mundo “con unos resultados cada vez mejores. Muchos de los países musulmanes, sobre todo los de Oriente Medio, importan el 80% de lo que consumen; son importadores netos de alimentos. De ahí que numerosas empresas españolas recurran a nosotros para poder comercializar sus productos no solo alimenticios bajo el paraguas de nuestra certificación”, subraya Tomás Guerrero Blanco, investigador asociado del IE Business School, director de la Oficina de Madrid del Instituto Halal y director general de Halal International Tourism.

Para la mayoría de los musulmanes, halal ha pasado a ser un estilo de vida que afecta a la elección al consumir alimentos, aunque también a los productos de belleza o cuidado personal, los fármacos y sectores como el turismo o la moda. “La economía islámica defiende un valor frente a un modelo superexplotador, supercapitalista; está apostando por una economía más horizontal que permita desarrollar sociedades y no solo enriquecer personas. Esa es la aportación más interesante que puede hacer hoy en día la economía islámica cuando las grandes corporaciones luchan por controlar la globalización” recalca Isabel Romero, nacida en el seno de una familia católica, que vivió la transición política en España, y que modeló su propio proceso personal hasta acabar abrazando el islamismo.

Atea, agnóstica, Isabel entró en contacto en Córdoba con personas de la Junta Islámica que le despertaron la curiosidad, “hasta que tras muchas conversaciones con ellos y reflexión por mi parte, me reconocí musulmana; en el Islam no tenemos una jerarquía religiosa que te vaya a perdonar tus errores; cada individuo es responsable de sus actos. En este sentido, el mejor creyente del Islam es el que se comporta bien con sus amigos, con su familia, con los vecinos. Esa es la filosofía halal: tratar a tu prójimo con respeto y dignidad”, explica sonriente Serrano, presidenta de la Junta Islámica, una de las primeras organizaciones constituidas legalmente en España, al tiempo que preside la Comisión de Patrimonio Histórico de la Comisión Islámica en España.

Isabel es consciente de que los últimos atentados yihadistas – Londres, Barcelona, París, Niza… – siembran recelos y prejuicios hacia la población musulmana entre la ciudadanía española, vasca y europea; por eso contrarresta con rapidez argumentado que “quienes provocan esas masacres no son musulmanes. Sus actos nos afectan en primer orden a quienes profesamos la religión porque genera una situación extraña en nuestro entorno. Nosotros no entendemos nada y menos que maten en nombre de Alá. Los musulmanes somos las principales víctimas de esa secta que asesina a todo lo que se encuentra por delante; funciona con mensajes estructurados. Son fenómenos totalitarias que están instalados en los países europeos desde hace años; sectas que quieren fraccionar a la sociedad”, se lamenta Serrano, exanalista de mercado que ha dedicado gran parte de su trayectoria personal al marketing, sobre todo a los estudios de mercado y metodología cualitativa, conocimientos que le ayudaron a la puesta en marcha del Instituto Halal.

Turismo halal ¿Los últimos atentados han echo mella en el mercado halal? “En absoluto, aunque sí es cierto que se ha intentado demonizar lo halal sobre todo en Francia y Reino Unido; pero los propios empresarios han salido en defensa de este comercio ya que durante la crisis económica ha sostenido muchos puestos de trabajo; de lo contrario muchas empresas hubieran cerrado” responde contundente Serrano, en plena coincidencia con Tomás Guerrero. “Solo el mercado de la alimentación halal computó la friolera de 1,1 billones de dólares en 2015. Se espera que ese segmento de mercado en 2021 crezca al 1,9. Los sectores farmacéuticos y de cosméticos también aumentan con fuerza [129.000 millones de dólares]” dice con satisfacción Guerrero, para quien el turismo halal es otro de los sectores que ofrece grandes oportunidades a las empresas españolas. “Lo que gastaron los musulmanes en turismo rondó en 2015 los 151.000 millones de dólares; para los próximos seis años esperamos que la cifra ascienda a 243.000 millones”, subraya al tiempo que reconoce que el turismo halal está en boga.

Entre los musulmanes que más recursos destinaron al turismo en 2014 se hallan los saudíes, los emiratíes y los kuwaitíes, con 17.800, 12. 600 y 9.700 millones de dólares respectivamente; seguidos por cataríes, indonesios e iraníes, con un gasto superior a los 7.500 millones de dólares. “Se piensa que el gasto en turismo halal llegue hasta los 233.000 millones de dólares en 2020 y suponga más de un 13% del gasto mundial en turismo”, dice con vehemencia Guerrero.

El turismo halal – léase como aquello permitido, sano, ético y no abusivo bajo los principios del Corán – está en evolución, sostiene Guerrero. En el Estado español uno los pocos hoteles que cuenta con la certificación halal se halla en Marbella. ¿Cuál es la principal razón que aportan los musulmanes para visitar un país? “Que haya factores muslim friendly [amistoso a esta religión]” añade Guerrero, además de la disponibilidad de este tipo de comida. “Muchos musulmanes viajarían a España pero temen no poder tener comida halal o un ambiente adecuado para la práctica de su religión, por ejemplo, si no existe un lugar para el rezo”, apunta un empresario.

De media, un turista musulmán se gasta entre 120 y 150 euros por persona y día, con extras en otras actividades y regalos. Los destinos más populares que visitan son: Granada (incluyendo La Alhambra, el área de Albaicín, pueblos de la Alpujarra), Córdoba, Sevilla, Madrid, Barcelona, Toledo, la Costa del sol. Además de visitar monumentos también quieren practicar actividades como montar a caballo, nadar, etc, así como ver espectáculos de flamenco y comer paella halal. Algunos touroperadores subrayan que España está muy bien posicionada para captar este segmento. “El auge del turismo islámico es una de las grandes tendencias del sector turístico en el siglo XXI y se cree que el gasto de los turistas musulmanes aumentará un 52% de aquí hasta 2020”. La duda es si estamos ante religión o negocio, o ¿tal vez negocio basado en la religión?

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