Poder latino

Los hispanos se organizan ante el visceral debate sobre qué hacer con los doce millones de inmigrantes ilegales acumulados por EE UU

El Correo, 03-04-2006

«Aquí no hay nadie ilegal. Este país se ha construido sobre las espaldas de los inmigrantes». Las tajantes palabras del alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa – pronunciadas ante una de las múltiples manifestaciones de hispanos en Estados Unidos durante esta primavera caliente para reclamar al Congreso y la Casa Blanca una generosa reforma de inmigración – han servido para ilustrar un nivel de activismo político, protesta callejera y organización hasta ahora sólo logrados por la mucha más vocal minoría negra dentro del agregado racial que forma el gigante americano. Una subida de tono que, bajo la consigna en español de ‘Sí se puede’, empieza a ser popularmente identificada con la expresión ‘Latino Power’ (Poder Latino).

En un país que acaba de ‘celebrar’ el tercer aniversario de la guerra de Irak con protestas simbólicas, la capacidad del ‘Latino Power’ para reunir a miles de manifestantes en las grandes ciudades ha sorprendido al resto de los estadounidenses.

El punto de ebullición de estas protestas ha coincidido con los debates en el Senado sobre qué hacer con los casi doce millones de inmigrantes ilegales acumulados por Estados Unidos. Entre un arco de posibilidades sobre la mesa que abarca desde la criminalización a una especie de amnistía auspiciada por los senadores McCain y Kennedy.

Ante este visceral debate, la comunidad hispana se ha movilizado a través de grupos de toda clase, instituciones religiosas y figuras locales de la radio en español que dentro de sus respectivos mercados tienen una ingente resonancia. El resultado ha sido un poder de convocatoria que ha llevado a algunos analistas y activistas a hablar del comienzo de un movimiento de los derechos civiles de los inmigrantes, con similares raíces y ‘modus operandi’ al protagonizado por los afroamericanos en los sesenta.

El papel de la Iglesia

Entre estas similitudes destaca el papel de la Iglesia Católica, mayoritaria entre los hispanos, a la hora de luchar contra cualquier política punitiva contra la inmigración ilegal que representa al menos un 5% de la fuerza laboral de EE UU. Según Mark Franken, director de inmigración de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, «conforme hemos sido capaces de alcanzar más y más gente, se empiezan a dar cuenta de las propuestas hechas y ven la necesidad de demandar opciones más aceptables».

Un ejército de sacerdotes y parroquianos se ha dedicado en los últimos meses a escribir y llamar por teléfono a sus representantes en el Congreso federal para conjurar cualquier tentación de mano dura contra los indocumentados. Y como en los días de Luther King, una nutrida representación de clérigos se ha vuelto a manifestar esta semana en la colina del Capitolio en Washington exhibiendo simbólicamente esposas y cadenas en las manos para denunciar la posibilidad de que se penalice a cualquier persona que ayude a los ‘sin papeles’.

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