Trump cierra con los demócratas un principio de acuerdo para volver a proteger a 800.000 ‘dreamers’

El presidente pide a cambio el apoyo de la oposición en materia de seguridad fronteriza, aunque excluyendo el muro. La semana pasada Trump retiró la cobertura legal de los inmigrantes más jóvenes

El País, Jan Martínez Ahrens, 14-09-2017

Donald Trump dio anoche un golpe sorpresa. Tras una cena en la Casa Blanca con los dos líderes parlamentarios demócratas, pasó por encima de su propio partido y cerró un principio de acuerdo sobre inmigración, una de las materias más volátiles de su mandato. En el pacto anunciado por la oposición, del que solo se conocen las líneas maestras, el presidente acepta volver a dar cobertura legislativa a los llamados dreamers (soñadores), los inmigrantes sin papeles que llegaron al país siendo menores y a los que él mismo ordenó la semana pasada quitar la protección legal. A cambio logra de los demócratas apoyo para aumentar los recursos destinados a la seguridad fronteriza, una de sus obsesiones, pero sin incluir la espinosa cuestión del muro con México.

Trump volvió a demostrar que no hay límites para él. La semana pasada sorprendió al país cuando consiguió gracias a los demócratas superar el bloqueo al límite de deuda federal. Este primer acuerdo, que dejó en ridículo a los líderes conservadores en el Congreso, le mostró una vía para maniobrar en aguas parlamentarias y evitar el bochorno sufrido en julio pasado cuando trató infructuosamente de desmantelar el sistema sanitario implantado por Barack Obama.

Los republicanos cuentan con mayoría en ambas Cámaras. Pero su incapacidad para el consenso, y sobre todo su dispersión ideológica obstaculizan su voto cohesionado. Humillado por sus continuos fracasos en el Congreso, Trump ha abierto los brazos al líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, un viejo conocido de Nueva York, y a su homóloga en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Con ellos se garantiza una mayoría suficiente para sacar adelante el proyecto.

“Tuvimos una reunión muy productiva en la Casa Blanca con el presidente. La discusión se centró en el DACA y en consolidar de forma rápida sus protecciones en una ley y en trabajar un paquete sobre seguridad fronteriza, que excluya el muro y sea aceptable para ambas partes”, señalaron los líderes demócratas en un comunicado al salir de la cena.

El principio de acuerdo no deja de ser una pirueta política que, como casi todo en Trump, se nutre de la paradoja. El martes pasado, Trump tocó uno de los momentos más bajos de su mandato cuando decidió liquidar el programa que daba cobertura legal a 800.000 dreamers. Aunque dio una prórroga de seis meses para que el Congreso hallase una solución, la decisión ofreció el lado más despiadado del presidente. El mismo que lució cuando indultó al exsheriff Joe Arpaio o guardó la equidistancia ante los neonazis de Charlottesville.

Fue una concesión a su electorado ultra, pero que esta vez le situó en una zona peligrosa. En contra estaban no solo las grandes compañías y las principales figuras de su partido, como el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, o el senador John McCain. También una mayoría de votantes republicanos, como indican las encuestas, son partidarios de regularizarles.

Este amplio apoyo no es ajeno a la penetración social de este colectivo. Formado por inmigrantes que deben haber entrado en EE UU con menos de 16 años y vivir permanentemente en el país desde 2007, los dreamers carecen de antecedentes y han de estar estudiando o tener el bachillerato acabado. A cambio se les otorgaba un permiso provisional que les permitía trabajar y conducir, así como acceder a la seguridad social y disponer de una tarjeta de crédito.

Eliminado el programa que les otorgaba esta cobertura, el llamado DACA, se abrió para ellos el horizonte de la deportación. Un infierno para cientos de miles que jóvenes crecidos y educados en EEUU y que en muchas ocasiones ni siquiera conocen el idioma de su país natal.

Ante la crisis que se avecinaba, Trump, después de liquidar él mismo el programa, ha sacado ese espíritu negociador del que tanto se jactó en campaña y ha buscado un acuerdo que le garantice un aumento de recursos en la persecución de indocumentados. A cambio ha concedido aprobar una ley que solidifique la permanencia de los dreamers en EEUU. Fuera ha quedado el muro con México, un anatema para los demócratas. 

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