DRAMA HUMANO

"O cruzábamos el mar o moríamos"

UNICEF y la OIM reclaman medidas para reducir los riesgos de abuso y maltrato de los niños y adolescentes que cruzan el Mediterráneo

El Periodico, Silvia Martínez, 13-09-2017

A estas alturas nadie tiene dudas de que que la ruta migratoria del Mediterráneo central es letal. Desde el 2014, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), han muerto o desaparecido 14.833 personas, 2.428 de ellas en lo que llevamos de año. Muchos de ellos son niños o jóvenes, uno de los grupos más vulnerables frente a los abusos, el maltrato o la explotación. Un análisis conjunto elaborado por UNICEF y la OIM denuncia de nuevo que aquellos que viajan solos, quienes cuentan con bajos niveles de educación y los que emprenden viajes más largos desde el África subsahariana están más expuestos y son más vulnerables.

Jóvenes como Mohammad, de 17 años, que atravesó Libia en busca de asilo en Italia huyendo de la violencia y la persecución en su país de origen. “Sabíamos que no era seguro, pero nos sacrificamos” porque “o lo hacíamos o moríamos”, relata en el informe que ha sido elaborado sobre la base de 22 entrevistas y testimonios de jóveNes de entre 14 y 24 años los menores de 14 años no fueron entrevistados por consideraciones éticas o prácticas y que será presentado este martes.

Los subsaharianos, más riesgos

Según el estudio, un adolescente procedente del África subsahariana que haya completado la educación secundaria y viaje en grupo por la ruta del mediterráneo central tiene un riesgo del 75% de ser explotado en el camino. Si procediera de otra región ese riesgo se reduciría al 38%. Por ejemplo, un adolescente subsahariano viajando solo tres meses tendría una probabilidad de ser explotado del 82 y del 50% si fuera de otra región. Si el protagonista utilizara la ruta del Mediterráneo oriental la probabilidad sería del 42% en el caso de los subsaharianos y del 14% si procede de otra región.

El motivo, denuncian, es el racismo. “Incontables testimonios de jóvenes y refugiados del África subsahariana demuestran que el color de su piel hace que se les trate más duramente y sean siempre objeto de explotación”, aseguran estos dos organismos en el estudio que también califica a la ruta por Libia como la más peligrosa debido a la violencia que existe en el país y la debilidad de sus instituciones.

El perfil, chicos y sin familia

En cuanto al perfil de los jóvenes, el estudio apunta que un 25% de los entrevistados son adolescentes de entre 14 y 17 años y entorno al 50% jóvenes de entre 18 y 24. En la mayoría de los casos chicos, la gran mayoría sin sus familias, procedentes de Nigeria, Gambia, Guinea, Eritrea y Bangladesh aunque el origen proclamado en las entrevistas no pudo ser verificado. La gran mayoría llegaron a Italia desde Libia aunque antes de llegar muchos pasaron un periodo largo en el país norteafricano al que llegaron huyendo de la violencia, la persecución o por razones económicas.

Es el caso de los hermanos gemelos Aimamo e Ibrahim, de 16 años y procedentes de Gambia, que aceptaron pagar el coste de su viaje a Europa trabajando. Lo que no se imaginaban es que iban a ser esclavizados durante dos meses, junto con otros dos centenares de subsaharianos, en una granja en la que fueron objeto de golpes y amenazas y en la que eran encerrados para impedir que se escaparan.

Una historia parecida a la de Sanna, de 17 años, que también decidió trabajar a lo largo de la ruta. “En algunas ocasiones los libios se negaban a pagarnos y si discutíamos sacaban una pistola. Éramos como esclavos”, recoge el informe de Unicef que reclama a la UE vías de entrada seguras para niños y adolescentes, que refuercen los servicios de protección en los países de origen y tránsito y medidas para evitar que sean detenidos.
La importancia de la educación

En otro informe elaborado por ACNUR, la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados denuncia la falta de escolarización de más de 3,5 millones de niños refugiados de entre 5 y 17 años, 1,5 millones en primaria y el resto en secundaria. “Su educación es crucial para lograr el desarrollo pacífico de los países que les han acogido”, advierte Filippo Grandi. Según alertan, solo el 23% de los refugiados adolescentes van a la escuela frente al 84% a nivel global.

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