«Debemos ver a las prostitutas emigrantes como trabajadoras del sexo con derechos»

La profesora Mestre cree que la prostitución es un problema de derechos humanos que no debe ser afrontado sólo policialmente

Diario Vasco, 02-04-2006

No se debe restringir la emigración de mujeres que buscan mejorar su economía con la prostitución en el país donde se refugian, sino reconocer esa actividad como un trabajo, con sus derechos. Es el argumento base de la charla Tráfico y migraciones autónomas de mujeres para la industria del sexo, que Ruth Mestre dio en la facultad de Derecho de la UPV del campus donostiarra.



– ¿Cuál es el núcleo de su conferencia y a qué le llama migraciones autónomas de mujeres?

– Desterrar la imagen de que la mayoría de emigrantes que trabajan en el mundo de la industria del sexo son víctimas del tráfico ilegal. Planteo que es posible la emigración autónoma de mujeres que buscan en la industria del sexo de otros países mejorar su nivel económico. Y a partir de ahí voy a hablar de la posibilidad de que sean reconocidas como trabajadoras, también de por qué nosotros no lo planteamos como actividad laboral y de las dificultades que se plantean a la hora de emigrar. España sólo reconoce derechos si trabajas. De ahí la importancia de que se reconozca la prostitución como trabajo.

– Esa meta perece una utopía en Europa…

– Yo no creo que sea una utopía. Holanda ya lo ha reconocido hace muchos años. Alemania está a punto de hacerlo. El Tribunal Europeo de Justicia ha reconocido que es una actividad económica y laboral. Lo mismo que la Organización Internacional del Trabajo. Mi opinión es que partimos de una sociedad patriarcal, globalizada, capitalista y creo que la manera de proteger mejor a estas mujeres es reconocerles sus derechos, no negárselos. No me parece que pedir derechos sea plantear una utopía. Es lo mínimo que deberíamos hacer para poder plantearnos después otras cosas.

– ¿No se esconde el tráfico ilegal de mujeres engañadas del tercer mundo, dentro de esa emigración dirigida a la industria del sexo?

– Podemos seguir pensando que las mujeres vienen a Europa engañadas, que sólo las del Norte y nunca las del Sur deciden qué hacer con sus cuerpos y sus vidas. Mantendríamos un discurso funcional, sobre todo para la Ley de Extranjería; un discurso policial sobre las migraciones… Pero es un error. Un gran error. Estas personas salen de sus países porque no aceptan las posibilidades limitadas que tienen ante sí. Se encuentran, a veces, en situaciones coactivas, y nosotros no somos capaces de mirar esos movimientos migratorios desde la perspectiva de los derechos humanos. ¿Sabe alguien la diferencia entre tráfico y trata? Tráfico es la migración voluntaria, según la Organización Internacional de Emigraciones. Pero nadie responde como es debido a un problema de migración voluntaria. Sólo se busca una respuesta policial y de control de nuestras fronteras, pero lo que hace falta es mirar desde los derechos que tienen.

– ¿Habría que promover una mayor cooperación con los países de donde emigran las mujeres para prostituirse en España para evitar este tráfico?

– La globalización, respecto a la industrial del sexo, ha supuesto cambios fundamentales. Uno de ellos, el turismo sexual. Es decir, se venden paquetes turísticos que incluyen relaciones sexuales.

– ¿No se debería tratar de que no fuera eso posible?

– ¿Por qué se debe impedir ese tipo de oferta? Yo no tengo claro que el trabajo del sexo tenga que ser indigno. En todo caso, lo indigno serían las condiciones en las que se tiene que realizar.

– Sin embargo, parece una injusticia que haya mujeres que tengan que vender su cuerpo para poder alimentar a ellas y a su familia. Sobre todo en su tierra y con los turistas.

– Yo creo que tienen derecho a buscarse la estrategia económica que mejor les rinda, dada su situación en un mundo patriarcal. Y que los hombres hagan una reflexión sobre lo que es el sexo respecto a la necesidad de quien lo practica. Es un debate que siempre va a estar abierto. ¿Es condenable vender sexo? Quizá no, pero sí lo es pagarlo. Eso creo yo. Por eso creo que es necesario un reconocimiento de los derechos de las personas que trabajan en la industria del sexo. Eso ni supondrá aumentar esa industria ni nada por el estilo, sino que estarán mejor protegidas como trabajadoras.

– Usted, como profesora de Filosofía del Derecho: ¿Cree que hay mucho camino por recorrer hasta conseguirlo?

– Muchísimo. Por ejemplo, hoy es el día en que no se escucha a las trabajadoras del sexo. Tenemos que hacerlo otras personas. Es muy difícil sentar a los políticos con las trabajadoras del sexo. Y luego está el estigma: pocas mujeres quieren que se les conozca en la sociedad como prostitutas.

– ¿En ese aspecto, cree que nos encontramos aún en una sociedad del siglo XIX?

– Completamente. Por eso nos queda mucho trabajo por delante a quienes queremos ser las portavoces de estas mujeres.

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