"Las fiestas y la vida en la calle facilitan la integración"

El País, 02-04-2006

GABRIELA DI BELLA
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Madrid

EL PAÍS – 02 – 04 – 2006

Vasile decidió tentar la suerte en España para huir de la crisis económica de Rumania tras la caída del régimen comunista. Nacido en Bucarest, este hombre tímido de 54 años, con la tez blanca típica de los Balcanes, vive y trabaja en la tierra donde nació Cervantes, Alcalá de Henares. De los 111.669 rumanos que viven en España, 15.000 residen en esta ciudad.

Sin empleo y separado de su mujer, emigrar se le presentó como una salida. “Cuando decidí venir a España no se lo dije a nadie, cogí el autobús y me vine directo a Madrid”, explica. “No quería que mi hija, mis padres o mis amigos intentaran convencerme de que no viniera”. Cuenta con orgullo que su hija, de 20 años, ha empezado a estudiar en la universidad. Pero no todo han sido buenas noticias: en febrero murió su madre. “Regresé para acompañar a mi padre y pasé un mes en Rumania; fue muy triste”, cuenta.

Marines llegó a Madrid hace casi cuatro años. Exactamente “el día 28 de abril de 2002”. Lo tiene bien marcado en la memoria. El primer lugar donde vivió fue un hotel, a 500 metros de la estación de Atocha, en el que permaneció dos meses. Tras pasar por San Fernando de Henares, en enero de 2004 se mudó a un piso de Alcalá, donde reside desde entonces. “Vivo a 15 minutos de la casa de Cervantes”, dice.

Ha desempeñado numerosos oficios para sobrevivir. Trabajó en un matadero de aves de Alcalá. Como electricista hace arreglos en las casas. También ha sido conductor de tráiler, cocinero y mecánico. “Ahora trabajo como conductor de camiones, pero no me pagan desde hace dos meses y probablemente tendré que buscar otro empleo”, cuenta. Mira al futuro con esperanza. “Con la entrada de Rumania en la Unión Europea creo que será más fácil conseguir trabajo”, afirma.

Con añoranza, cuenta que vivía muy bien en Rumania, trabajaba en el Instituto Nacional de Investigaciones como técnico electricista. Tenía coche y casa. “Cuando cayó el régimen comunista, el instituto entró en crisis, perdí mi empleo y con mi edad era casi imposible conseguir otro”.

Comparte piso con un amigo y no se arrepiente de haber venido. Le gustan los españoles, “son como nosotros”, dice, “les gusta estar en la calle, hacer fiestas y así es más fácil integrarse. No son como los alemanes y los franceses, son muy receptivos”, dice.

Cuando llegó a España, Vasile no sabía ni una palabra del idioma. “Sólo hablaba inglés y alemán, que aprendí en el colegio”, comenta. Hizo un curso para extranjeros organizado por el Ayuntamiento de Alcalá y ya se defiende en español. Al ser preguntado sobre lo que más le gusta de España responde con entusiasmo: “¡El vino de La Rioja!”. Su lugar preferido de la capital: los jardines del invernadero de la Estación de Atocha.

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