Catalunya concentra la mayor actividad radical islámica de España

Todo sobre el atentado en Barcelona

La Vanguardia, Enrique Figueredo, 18-08-2017

Ya incluso antes del atentado de las Torres Gemelas de Nueva York, Catalunya ya era, con diferencia, la comunidad española de mayor actividad radical islamista, aunque fuera en Madrid, con el terrorífico atentado de los trenes de cercanías, donde asestaría su golpe más mortífero hasta ahora.

La actuación de todas las fuerzas de seguridad que operan en territorio catalán había impedido hasta ahora la consumación de varios atentados graves, especialmente en Barcelona, como el que estaba previsto en el metro de Barcelona y que fue finalmente evitado por la acción de un infiltrado en la red. Una de las estaciones señaladas para que el grupo terrorista actuara fue, precisamente, la parada de metro de Liceu, como demostró en su momento la investigación.

Desde el 2012, se han llevado a cabo en Catalunya 30 operaciones contra comandos yihadistas que han culminado con la detención de 62 sospechosos. Ese trabajo de represión de la actividad de estos grupos ha corrido a cargo tanto de la Guardia Civil, de la Policía Nacional como de los Mossos d’Esquadra. Y, salvo por alguna excepción, la colaboración y el trabajo conjunto han dado buenos resultados en la mayoría de las ocasiones.

Que Catalunya estaba en el punto de mira del yihadismo internacional lo atestiguan los datos policiales del corriente 2017, en el que de nuevo esta comunidad encabeza la lista de intervenciones: 7 operaciones con 11 sospechosos, seguida inmediatamente por los 7 dispositivos y 10 arrestos registrados en la Comunidad de Madrid.

La comunidad catalana ha absorbido el mayor número de personas de religión islámica de toda España llegadas en las intensas oleadas inmigratorias de antes del 2007. Aunque el grupo mayoritario de inmigrantes de ese credo es el que procede del Marruecos, otras nacionalidades, en especial del Magreb, han engrosado ese grupo de población en Catalunya, haciendo que el árabe siga siendo una de las lenguas más habladas por sus habitantes.

Tal concentración de musulmanes fue vista inmediatamente por los grupos internacionales radicales y que tienen una visión más rigorista del islam, como los salafistas, como una extraordinaria ventana para extender sus proclamas contrarias al estilo de vida occidental y a su tradición democrática. Los oratorios se convirtieron rápidamente en lugares donde amplificar sus mensajes. Los centros de credo y oración se convirtieron en lugares de interés policial por cuanto imanes y fieles se mezclaban allí. Las mezquitas y oratorios han sido con frecuencia lugares donde se ha buscado personas susceptibles de ser captadas y radicalizadas.

Se calcula que en Catalunya hay, según cifras de los servicios de información españoles, medio centenar de centros de culto de signo salafista. Esta cifra representa la mitad de todos los que hay en España, lo que da la medida del grado de concentración de estos seguidores conservadores del islam en tierras catalanas y de que para las autoridades representan un foco de atención permanente.

En núcleos urbanos del entorno de Barcelona se desactivaron células que servían de puente para llevar a combatientes a zonas ya calientes entonces como Afganistán o Irak, a mediados de la primera década de este siglo. Mecanismos parecidos se reprodujeron en otros centros de población catalanes con el auge del Estado Islámico en el 2014. De nuevo, mecanismos de captación de soldados del califato para enviar a Irak o Siria, que fueron objeto de especial seguimiento, tanto o más como el monitorización de las llamadas “radicalizaciones exprés” protagonizadas por personas a través de internet. Las operaciones para detener a captadores o miembros ya radicalizados de estos grupos se han sucedido en Catalunya con gran intensidad en estos últimos años.

Con el retroceso del Estado Islámico en el teatro de operaciones, las órdenes llegadas de la jefatura de su autoproclamado califato a los recientes adeptos se modificaron. Ante la dificultad de la guerra, el terrorista debía buscar el modo de llevar a cabo atentados allá donde pudiera, en su entorno, que realizara ataques de escasa sofisticación pero de gran impacto. Los atropellos masivos han sido una de las terribles materializaciones de este tipo de nuevas órdenes.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)