La falsa solución libia a la inmigración

La Vanguardia, , 14-08-2017

Mientras la canciller Angela Merkel anuncia una cumbre europea sobre el problema de la inmigración para finales de septiembre y promete a Acnur y a la OIM que Europa acogerá a otros 40.000 refugiados (20.000 más de los previstos), las oenegés más activas en el Mediterráneo sufren el acoso de las autoridades italianas y libias para que dejen de ayudar a embarcaciones de inmigrantes con el argumento de que su acción humanitaria actúa de efecto llamada.

Todo parece indicar que la ola de inmigrantes y refugiados que afecta a Europa ha disminuido. Según cifras oficiales de las Naciones Unidas, en lo que va de año han llegado a los países del sur del continente europeo 117.795 personas, casi un 55% menos que en el mismo periodo del 2016, cuando los llegados fueron 264.381. Es evidente que el cierre de la frontera griega y el acuerdo con Turquía han funcionado para frenar de forma tan notable el fenómeno, aunque la costa sur italiana es ahora la más demandada, con casi cien mil inmigrantes en lo que va de año. Visto el éxito, Europa (y Merkel) trata de establecer con Libia un acuerdo similar al de Turquía, instalando en aquel país norteafricano un conjunto de campamentos de acogida, administrados por las agencias de la ONU, a las que Merkel ha prometido una ayuda de 50 millones de euros más.

Otro aspecto relevante de los cambios habidos en la presión inmigratoria sobre los países del sur de Europa es el número creciente de migrantes que tratan de llegar a las costas españolas, que se ha multiplicado casi por cuatro en lo que va de año (8.385 personas) con respecto al mismo periodo del 2016 (2.476 llegados). Según la Organización Internacional para las Migraciones, de seguir creciendo esta tendencia, España podría superar a Grecia en la cifra de personas llegadas a sus costas al finalizar el presente año. Aunque el dato es relativo si se tiene en cuenta que la presión inmigratoria sobre el país heleno ha disminuido drásticamente en lo que va de año: ha pasado de 161.232 de enero a agosto en el 2016 a 12.191 en lo que llevamos de año.

La presión que las autoridades europeas y norteafricanas están ejerciendo sobre las oenegés que actúan en el Mediterráneo para acudir en ayuda de embarcaciones repletas de inmigrantes también empieza a tener sus consecuencias. El pasado sábado, la organización Médicos Sin Fronteras anunció la suspensión de las actividades de su buque Prudence debido a las restricciones impuestas por los gobiernos de Libia y de Italia. Para esta oenegé, “si los barcos humanitarios son expulsados del Mediterráneo, habrá menos buques que impidan que las personas se ahoguen. Aquellos que no se ahoguen serán interceptados y llevados de vuelta a Libia, un lugar en el que sabemos que no hay ley, se practican las detenciones arbitrarias y una extrema violencia”. Una denuncia a la que se ha sumado Open Arms, uno de cuyos buques de socorro fue objeto la semana pasada de amenazas de ser tiroteado por parte de la armada libia. Un informe reciente de Oxfam Intermón acusaba a las autoridades libias de prácticas de “torturas, violaciones y condiciones laborales de esclavitud” con los migrantes que intentan viajar a Europa.

A la vista de todos estos aspectos, resulta evidente que la “solución libia” al problema de la migración hacia Europa no parece, de momento, la más adecuada desde un punto de vista humanitario. Aquel país norteafricano sigue siendo un Estado fallido, a pesar de los esfuerzos que unos y otros están haciendo para estabilizarlo. Y mientras eso no ocurra, habrá que pensar en otras soluciones al problema inmigratorio.

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