¿Cómo y dónde se entierran los cuerpos de los terroristas que han atacado en Europa?

La Vanguardia, , 16-07-2017

En su discurso de homenaje a las víctimas de Niza el presidente de la república francesa, Emmanuel Macron, se negó a pronunciar un nombre: Mohamed Lahouaiej Bouhlel. Pasa el tiempo, pero las heridas siguen abiertas.

Hace un año, el tunecino radicalizado alquiló un camión frigorífico de 19 toneladas y arrolló, conduciendo en zig zag para hacer el mayor daño posible, a los que habían acudido a los fuegos artificiales del 14 de Julio. Mató a 86 personas e hirió a más de 400. Desde entonces, su cuerpo ha permanecido casi doce meses en una morgue de los servicios médicos legales de la ciudad de Niza. No fue hasta el pasado 30 de junio que fue repatriado al servicio de medicina legal del hospital Charles – Nicholle de Túnez.

Allí será –o ya ha sido– enterrado en una ceremonia familiar en su pueblo natal, M’saken, en el este del país, en un lugar que “no será revelado y será anónimo”, según el procurador de Niza, Jean – Michel Prêtre. La controversia rodea las sepulturas imposibles, un dilema de gran envergadura para los municipios. ¿Después de un atentado tan doloroso, el terrorista debe ser enterrado en el mismo lugar que sus víctimas? En Europa no existe una respuesta común y se rodea de un profundo secretismo.

También en Niza: durante la reñida campaña de las legislativas, un candidato puso el santo al cielo porque Lahouaiej Bouhlel pudiera descansar en el cementerio local. Amedy Coulibaly, el terrorista que secuestró el supermercado kosher después del ataque a Charlie Hebdo –enero del 2015– tuvo que ser enterrado in extremis en Thiais (París) porque Mali, su país natal, bloqueó a última hora la repatriación del cadáver y también lo vetó Fontenay – aux – Roses, donde vivía.

Estados Unidos lanzó a Bin Laden al mar. Tamerlan Tsarnaev, uno de los autores de las bombas en la maratón de Boston, fue sepultado en secreto en un cementerio de Virginia cuando Massachusetts y otros estados se negaron. Todo esto contradice la tradición islámica, que pide el entierro en un cementerio cercano durante las 24 horas posteriores a la muerte.

El tribunal antiterrorista de París que se encarga de la investigación no ha revelado por qué el cuerpo de Lahouaiej Bouhlel ha permanecido casi un año en la morgue. Lo que es seguro es que no ha sido por voluntad de la comunidad musulmana de Niza, como ha sucedido en otros lugares. El imán Boubekeur Bekri, rector de la mezquita Al Forqane del peliagudo barrio de l’Ariane, y vicepresidente del consejo regional musulmán de Alpes – Costa Azul, asegura que ellos no se han opuesto.

“El entierro es el retorno a la tierra que debe ser hecho de la manera más natural y discreta posible después de un suceso tan odioso. Lo importante no es esto, sino las heridas que ha causado”, cuenta Bekri. Las leyes francesas contemplan diferentes posibilidades para el entierro: el lugar en el que ha vivido, en el que ha muerto o en el que se encuentra enterrado un familiar.

En el caso de los terroristas, la mayoría de alcaldes se han negado a permitirlo y si se han visto forzados, casi siempre ha sido de forma anónima para impedir que la tumba sea objeto de profanaciones o de peregrinaje. “Yo no quiero nada que pueda servir de mártir para cierta gente”, aseguró en su momento el alcalde de Reims, Arnaud Robinet, cuando fue enterrado en su ciudad Saïd Kouachi, uno de los perpetradores del horror en Charlie Hebdo. Su hermano Chérif fue sepultado en plena noche en Gennevilliers.

El entierro de Mohamed Merad, que en el 2012 asesinó a siete personas en Toulouse y Montauban, causó una enorme controversia fue anulado en dos ocasiones. Primero debía repatriarse a Argelia, la patria de sus ancestros, porque su madre temía profanaciones en Francia.

Al final, cuando todo estaba listo (el permiso administrativo, el avión de Air Algérie, una tumba en el cementerio de Souagui…) Argel impuso un veto de última hora y tuvo que ser sepultado en la zona musulmana del cementerio de Cornebarrieu, a las afueras de Toulouse, bajo una enorme vigilancia. Un helicóptero patrullaba el cielo y la cuarentena de hombres que acudieron a la ceremonia fueron identificados por la policía.

“Esta gente no debería tener un entierro musulmán”, opina el imán de la mezquita central de Manchester, Irfan Chisti. “Los textos impiden el entierro de los que han cometido los peores crímenes”, asegura. Según la tradición islámica, el asesinato es un pecado grave y los expertos se debaten en si se debe o no hacer rituales en el caso de los suicidas. Según la profesora de la UPF Raquel Couso, la visión mayoritaria es que no, pero algunos defienden que los seres queridos tienen derecho al consuelo.

Chisti, junto al resto de la comunidad musulmana de Manchester, se ha opuesto a que Salman Abedi, que en mayo mató a 22 personas en el concierto de Ariana Grande, descanse en un cementerio local. De momento Abedi sigue en la morgue de un hospital del norte de la ciudad, a la espera de que las autoridades decidan qué hacer con él.

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