De ministra a rapsoda

Christiane Taubira, titular de Justicia durante la presidencia de Hollande, triunfa en el Festival de Aviñón con un espectáculo de poesía

El País, Álex Vicente, 16-07-2017

El mistral sopla con violencia, pero este jardín público del centro de Aviñón está lleno hasta los topes. Varios centenares de ciudadanos han hecho cola durante horas para asegurarse una butaca bajo la sombra, ya que el sol provenzal es de los que no perdonan. Cada mediodía, cuando suenan las doce en punto, Christiane Taubira sale a escena –una modesta tarima que contrasta con la piedra medieval que delimita el perímetro del lugar– y declama los versos que forjaron su amor por la poesía. El recital no tendría nada de especial, si no fuera por su inusual protagonista. Esta política nacida hace 65 años en la Guyana francesa, que recita con idéntica vehemencia a Homero y a Maya Angelou, no es una intérprete cualquiera, sino uno de los últimos iconos que le quedan a la izquierda de su país.

Titular de Justicia entre 2012 y 2016, Taubira fue uno de los miembros más populares del Gobierno de François Hollande. También uno de los más insultados. Bestia negra de la ultraderecha, que le dedicó todo tipo de injurias –casi siempre, con el fétido aliento de la xenofobia–, la ministra se distinguió por su encendida defensa del matrimonio homosexual y por su postura crítica con las medidas antiterroristas aprobadas por sus compañeros de Ejecutivo, que forzaron su dimisión hacia el final de una tortuosa legislatura. Pero Taubira también destacó por sus calidades como oradora, que le suelen reconocer hasta sus peores enemigos. Dice haber sentido pasión por los libros desde muy pequeña. “Desde mi Amazonia lejana, me daban conciencia de existir en este mundo”, ha explicado en Aviñón. Más tarde, ese ardor la impulsó a sazonar sus discursos políticos con citas de grandes literatos. “La poesía irrumpe en mis palabras y se impone frente a ellas. Esos poetas están metidos en mi interior. Me acompañan y me ayudan a salir de ciertas situaciones”, explica Taubira.

Fue al observarla durante una de esas intervenciones cuando Olivier Py, director del Festival de Aviñón, tuvo “la idea extravagante” de invitarla a idear un espectáculo para su certamen. En el fondo, sus peroratas en la Asamblea Nacional no distaban mucho de una performance poética. Taubira respondió que sí. Y se sacó de la manga On aura tout (Lo tendremos todo), un recital de poesía concebido junto a la directora teatral Anne – Laure Liégeois, que se ha convertido en la auténtica sensación de esta edición del festival. Cuesta imaginar un espectáculo similar en cualquier otra latitud. Espectadores de toda edad y condición se reúnen cada mediodía para escucharla como un oráculo. La exministra presenta la sesión, que sigue un hilo más o menos temático. “Hablamos de temas tan antiguos como el mundo, pero que nos siguen sacudiendo hoy. La relación con el poder, el lugar de las mujeres, la importancia de la educación o el problema medioambiental, que está presente desde Ovidio hasta Walt Whitman”, explica Taubira.

Después cede su lugar a una serie de actores que recitan textos seleccionados por ella. Se escucha a Condorcet y a Virginia Woolf. A Lamartine y a Octavio Paz. A Charles Péguy y Pier Paolo Pasolini. A Jules Ferry y Asli Erdogan. A Aimé Césaire y Warsan Shire, joven y desconocida escritora somalí. Este sábado, durante su última intervención, Taubira incluso entonó unos versos de Jean Ferrat. “Yo no sé recitar. Declamar un poema de memoria no es mi manera de entender la poesía”, explica la exministra, que prefiere proponer un puzle de citas célebres y referencias truncadas. “La poesía nos recuerda, de entrada, cuál es la belleza del mundo. O, mejor dicho, las bellezas del mundo, incluyendo a las menos apacibles, las que llevan rastros de tragedia, las que son extremadamente opacas”, expresa Taubira. “La poesía nos vuelve a inscribir en el mundo. Las palabras embellecen realidades ignominiosas”.

Sus hordas se seguidores se extasían. En el fondo, Taubira les dice lo que quieren oír. Su palabra poética está teñida de esperanza política. Se ha convertido en la presidenta imaginaria de una sociedad humanista, cosmopolita y biempensante, que sigue teniendo fe en una izquierda no travestida de neoliberalismo. A veces, salen con los ojos entelados de lágrimas y con el cerebro en ebullición. Casi siempre prometen regresar mañana. Preguntado por el éxito de esta propuesta, Olivier Py responde con determinación. “Se suele creer que la batalla de la audiencia se gana a través de la estupidez, pero no es verdad. Hay que plantar cara a la necedad televisiva. Hay que dejar de tomar a la gente por imbécil”, sentencia.

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