Un verano solidario

Está abierto el plazo de inscripción para los distintos programas y centros previstos Cáritas Gipuzkoa organiza sus campos de trabajo, que tendrán lugar en julio

Diario Vasco, ELI KORTA, 24-06-2017

Acercar a las personas jóvenes la realidad de la exclusión social es el objetivo principal de los campos de trabajo que, un año más, ha organizado Cáritas Gipuzkoa para el mes de julio. Se trata de «construir comunidad» acompañando a quienes viven situaciones complicadas, como personas que sufren pobreza, soledad, enfermedad o privación de libertad.

Estos campos de trabajo están dirigidos a jóvenes mayores de 18 años que podrán participar en diferentes programas que gestiona Cáritas. Del 10 al 20 de julio los voluntarios colaborarán en centros como el Aterpe, servicio de alimentación, higiene, salud, escucha y acompañamiento a personas sin hogar; Aukera, proyecto de inserción laboral; Betania, hogar de acogida para personas con VIH; o Laguntza Etxea, proyecto destinado a la integración de personas inmigrantes.

Otro de los programas se sitúa en la cárcel de Martutene y se desarrollará del 8 al 16 de julio tanto por la mañana como por la tarde. Asimismo, en Arrasate, del 17 al 22 de julio los participantes también podrán acompañar a los beneficiarios de Bidean, el recién inaugurado centro que acoge a personas en riesgo de exclusión social para brindarles ocupación, formación, asesoramiento jurídico, servicios de comedor y lavandería, entre otros servicios.

El plazo de inscripción para asistir a estos campos de trabajo ya está abierto, si bien las plazas son limitadas.

Tal como explica Itsaso Andueza desde Cáritas Gipuzkoa, los participantes desarrollan las actividades propias de los voluntarios de dichos centros, como por ejemplo, preparar bocadillos, organizar el comedor, atender el teléfono o hacer manualidades con personas sin hogar. En definitiva, «acompañan a las personas participantes de los distintos centros en sus procesos personales».

Se trata, dice «de ‘estar’ y ‘ser’ personas junto a otras con trayectorias diversas, probablemente muy diferentes a las suyas».

Después, según detalla, «a medio día los jóvenes se reúnen para comer y compartir experiencias. Y por la tarde hacen alguna actividad relacionada con otros proyectos de Cáritas». Asegura que «se crea un ambiente genial».

No obstante, en los campos del centro penitenciario la jornada se organiza de forma diferente, ya que la hora de patio es por la tarde. De este modo, por la mañana se realizan reflexiones y actividades en grupo, y por la tarde, se desarrolla la tarea voluntaria.

Una realidad cercana

Con todo ello se pretende mostrar las situaciones de exclusión a los jóvenes, así como dar a conocer la labor de Cáritas. Lamentan que, a pesar de que sea una realidad muy cercana, para muchos es algo ajeno y desconocido. «A veces estamos cegados por los prejuicios o por las noticias negativas que escuchamos y no vemos más allá de eso», comentan desde esta organización cristiana. «La realidad es que hay personas y familias con trayectorias muy difíciles. Gente que por falta de oportunidades o por errores cometidos, se encuentra en situación de vulnerabilidad, en la pobreza, en soledad, enferma…».

En ese sentido, con este tipo de iniciativas quieren «suscitar una mirada crítica» así como «dotar de recursos para incidir en esta realidad».

Y es que subrayan que «no se trata únicamente de darla a conocer, sino de reflexionar sobre ella, sobre las causas, y sobre cómo hacemos nosotros nuestras vidas. Puede que podamos hacer más por los demás, o incluso que inconscientemente permitamos que ocurran algunas de esas situaciones injustas».

Cambiar la mirada

Itsaso Andueza recuerda que «ya son muchos años desarrollando estos campos y si seguimos adelante es porque realmente son experiencias transformadoras para los jóvenes que participan en ellas». Aunque los voluntarios suelen ser personas con «cierta sensibilidad» respecto a la exclusión social, «reconocen que esos días de voluntariado les cambian la mirada y la percepción que tenían antes».

En ese sentido, asegura que «lo mejor es escuchar sus testimonios al final, las reflexiones que hacen y sus nuevos propósitos».

Por ello recalcan que «los pequeños gestos que se realizan consiguen grandes cambios» y que «el primer paso es no ser indiferente a la injusticia».

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