Fuente de riqueza

El Mundo, ANTONIO LUCAS, 25-05-2017

A esta hora peninsular (las 18.44) algo más de mil náufragos han sido rescatados del agua o de alguna barcaza desvencijada en el Mediterráneo. Sucede cada semana, pero sólo se da el bocinazo cuando el número tiene dígitos suficientes. Preferiblemente tres cifras. Las tragedias de los desahuciados, en decimales, no importan tanto. En el Ayuntamiento de Madrid aún cuelga la sábana de Refugees Welcome. Imagino que se trata sólo de un gesto. Lo mismo podría asomar un criadero de cotorras que un Don Pimpón a escala grande. Qué más da.

El asunto de los refugiados, de los inmigrantes, de los sonámbulos de Libia, de Siria, de Senegal, de a saber dónde, dejó hace tiempo de importar. Hubo un momento en que sólo faltó que los más concienciados (ningún político con mando entre ellos) se echara al estanque del Retiro como protesta. Pero todo pasa. La actualidad es así. Cuando un drama dura demasiado ofrece cada vez un comercio más escaso. Hablo de las portadas. Así que la disciplina de la actualidad se pone a buscar mejor hueso. La temporada alta del drama de la inmigración es el verano. Sobre todo si el susodicho se mueve en neumático o en algún tablón con remo. Ahora es un buen momento para ahogarse. O en el mejor de los casos para hacerse el muerto.

El desprecio de nuestros políticos por sus promesas es extraordinario. Va en la profesión. Algunos (muy pocos) hasta desperdician su talento justificando el incumplimiento incesante de algunos sacamantecas más tontos que ellos, pero con responsabilidades más altas. (Qué demonios tendrá el poder para rebajarse a parecer imbécil sin salir por patas). Aquí la inmigración no importa. Y menos el inmigrante. No somos nosotros. Yo hasta lo entiendo, pues para despreciar no hace falta ninguna preparación. Miles de hombres, de mujeres, de ancianos, de niños, cumplen con los rigores de la diáspora cada día. Se ahogan. O sobreviven. Poco importa. Aquí Rajoy se comprometió a cumplir con lo que nos correspondía. Como otros en Europa. La palabra dada en ciertos asuntos es la única energía realmente sostenible. Y bien pensado, hasta una fuente de riqueza. Así nos va.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)