Y si gana Marine...

La Voz de Galicia, Ramón Pernas, 29-04-2017

Me refiero a Le Pen, a Marine, la reencarnación civil de Juana de Arco, o de la Marianne, símbolo metafórico de la Revolución francesa. Marine Le Pen, eurodiputada y representante máxima del antañón y carpetovetónico Frente Nacional, fundado por su padre y representación política y flamígera de los viejos aunque vigentes principios fascistas, pese a su maquillaje incapaz de moderar sus principios fundacionales. 

La demoscopia optimista, de la que yo participo, da por vencedor en la segunda vuelta a su competidor Emmanuel Macron, exministro de Economía de Hollande, líder y fundador de una suerte de movimiento político, ¡En Marcha!, bautizado con las siglas de su nombre, exdirectivo bancario de la compañía que mantiene el copyright del capitalismo señero y fundacional, la banca Rothschild, político aseado de aspecto amable e imagen atildada coincidente con su edad que no llega a los cuarenta años. Es el fiel reflejo de un yerno perfecto que estudió en la ENA, y que bien podía ser usuario del club Mediterraneé, y poseer una casa de verano en la costa atlántica, que la posee, y soñar con su réplica en Nueva Inglaterra

Padre de familia heredada, abuelo impostado de los nietos de su mujer, la previsible, según los sondeos, primera dama de Francia, señora del Elíseo, 24 años mayor que su esposo, de quien fue profesora de literatura en los lejanos años del liceo escolar. Me refiero a Brigitte Trogneux, de quien las malas lenguas de la izquierda melenchoniana aseguran que es el faro y la guía que dirige su carrera política.

Líder sin partido, de ideas sincréticas, que van desde la izquierda amable y complaciente al liberalismo de cabecera que gusta al sistema financiero francés aquejado de difíciles tiempos de inaplazables reconversiones.

Puede ganar la segunda vuelta, con un discurso poliédrico plagado de posibilismos, apostando por una Europa probable, un levísimo matiz socialdemócrata, liberal a ultranza en lo económico, escasamente xenófobo, y moderadamente integracionista con la emigración, un buenismo de barniz, y un modelo de partido improbable que tiene a Rivera y a Ciudadanos como modelo español. Tendrá que convencer más allá de los eslóganes, y quizás lo haga, al electorado galo.

Y si no gana, la alternativa es Marine, con tesis pulidas sobre los viejos argumentos, con perros con distintos collares, con lobos disfrazados de ovejas, con guillotinas virtuales, con emigración controlada, con una Europa para los europeos, con el franco rehabilitado frente al euro, con Allons enfants de la patrie como banda sonora, moviendo los resortes de la épica sentimental de nuestros vecinos los franceses.

Si gana Marine tendrá Trump su sosias europeo y se frotarán las manos los paletos británicos del brexit.

Si gana Marine seremos damnificados los que creemos en la libertad, los que no mantenemos las preferencias de las injusticias sobre el desorden, los que combatimos el fascismo con la tolerancia, los que no comulgamos con ruedas de molino

Puede vencer, aunque cueste creerlo, aunque no lo contemplemos, aunque nos cueste dar un voto de confianza a lo menos malo. Si pudiera votar yo votaría a Macron. Ya irá aprendiendo desde el poder.

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