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La Chantrea, con Cheikhouna

Sobre el senegalés pesa una orden de expulsión que podría confirmarse o anularse hoy en el juzgado Su barrio desde hace 11 años, en una defensa popular de altura, se manifiesta frente al Palacio de Justicia

Diario de Noticias, Mikel Bernués / Javier Bergasa, 26-04-2017

“Doy las gracias a la gente de la Chantrea. Son mi familia, siempre me ayudan y nunca me falta de nada”

pamplona – Cheikhouna Dieng tiene 36 años y vive en Pamplona desde hace 11. Pero a diferencia de sus vecinos no tiene un dichoso papel que acredite que es uno más en el barrio y que maneja con soltura su doble nacionalidad; es de Senegal y además de la Chantrea. Así de simple y a la vez tan complicado.


Este chantreano de adopción llegó a España en 2006 tras 10 días en el mar “muy duros, con mucha lluvia, el viento… lo pasamos muy mal”. Antes de pisar la orilla su cayuco se quedó sin gasolina y tuvieron la fortuna de ser rescatados.


Tampoco lo tuvo fácil aquí. Y supo buscarse la vida sin hacer mal a nadie hasta que en diciembre de 2015 le pilló la Policía vendiendo calzoncillos en un bar de Ansoáin. Le pidieron los papeles, “les dije que no tenía y me llevaron a Comisaría”. Esa infracción administrativa solía castigarse con una multa. Sin embargo, con la complacencia de la Unión Europea y sus políticas migratorias, también puede suponer la expulsión del país.


Desde el 9 de junio de 2016 pesa sobre sus hombros una orden de expulsión de un año (período más breve del habitual en estos casos) basada solo en que no hay papeles porque la Policía, a excepción de ese breve encuentro, jamás ha tenido noticias suyas. La justicia puede devolverle ahora a su país, ese que abandonó jugándose la vida porque cosiendo en una fábrica textil no podía ganarse el pan ni ayudar a su familia. Un terrible delito.


“Estoy un poco nervioso”, confiesa sin perder la sonrisa poco antes del juicio que puede confirmar o anular esa resolución. “Ahí voy a estar” dice con optimismo. Hoy es el día y no estará solo porque a su alrededor se ha organizado una defensa popular de altura. El barrio está con Cheikhouna y sus amigos han convocado una concentración media hora antes del juicio (a las 9.00 horas) a las puertas del Palacio de Justicia. También le acompañarán en el interior del edificio. “Se trata de que la sala esté llena y que el juez vea que hay gente que apoya a Cheikhouna, que es uno más del barrio”, explica Raúl Hermoso.


La movilización se ha meneado en las redes sociales. En Twitter circula el hashtag #LaCuadrillaDeCheikhouna, pero la almohadilla escapa del mundo virtual y cobra vida a poco que uno pasee por la Chantrea. Cheikhouna pertenece al barrio tenga o no tenga papeles. Incluso su nombre, difícil de leer sin tropezar, suena cercano en boca de los suyos. Le dicen “Txejuna”.


“He estado en todos lados”, dice enumerando barrios y pueblos de la Comarca. “Pero me quedo aquí. Tengo a los amigos y me apoyan como si fueran mi familia… Lo que más me gusta es la Chantrea”, reitera Cheikhouna siempre que tiene ocasión, encantado de la vida con las muestras de cariño que recibe. Por ejemplo para esta fotografía, a la que van incorporándose vecinos que pululan por la plaza. Mayores y pequeños, de una u otra cuadrilla. “Estos gayumbos son de los suyos”, le dice en medio del barullo y con orgullo uno a otro mientras hace asomar la goma de su calzoncillo. Se nota que le aprecian.


También tiene el apoyo expreso de distintos políticos: 14 parlamentarios, 2 senadores, 1 diputado por Navarra o el Pleno de Villava, que ayer se manifestó a su favor.


argumentos de arraigo “Le conocimos por la venta ambulante. Iba por los bares en los que poteábamos. Es una persona sociable, te da confianza… y fuimos intimando y conociendo su historia. Lo que te cuenta, cómo viene hasta aquí… te toca la patata”, explica Manuel González, y detalla la incertidumbre que ha vivido su amigo los últimos meses, “una situación jodida porque en cualquier momento podían detenerle y expulsarle”. “No es esta cuadrilla”, dice. “Es una persona querida en todo el barrio”.


El arraigo es quizás su principal baza en el juicio. “Está más que demostrado”, añade Manu. Sabe castellano y chapurrea euskera, este año llevó por segunda vez el lekuko en la Korrika, en Navidad le visitó Olentzero y en su día el barrio montó una concurrida rueda de prensa en su defensa. Le invitan a las bodas y cualquier día queda para ver los partidos del Barça, salir de fiesta o cenar en cuadrilla. Ellos suelen beber cerveza San Miguel y él mosto San José. Hasta ahí las diferencias. Es uno más.


Y aquí, su Señoría, va una batería extra de piropos por si quedan dudas: “Es un chaval que vale la pena”, dice Manu Nagore. “Le conocemos hace montón de años y es una buena persona”, añade Juan Manuel García. “Es grande. Muy grande. Y se hace querer”, opina Juana Martín. “Un buen chaval, del barrio, que no ha tenido nunca un problema con nadie. Con todos buen rollo”, finaliza Manolo Garcés. Un informe del trabajador social del Ayuntamiento y otro de Cáritas (trabaja en uno de sus talleres ocupacionales), corroboran esta versión.


Tras tanto halago también afloran sus trapos sucios: “Tiene una mala costumbre. Si estás 20 en una mesa, aunque solo conozca a uno saluda a los 20. Por ejemplo mi familia, que ha venido cuatro veces, le conoce”, explica Manu Nagore. “Sí, sí, hay que saludar y respetar a la gente”, se defiende el senegalés.


el trabajo Para regularizar su situación, Cheikhouna necesita un trabajo. Y ha tenido varias ofertas, pero la Administración exige un año de contrato a jornada completa. “Es la pescadilla que se muerde la cola; no tienes papeles porque no tienes trabajo y no tienes trabajo porque no tienes papeles”, describe Raúl. “Hace un montón de años intentamos contratarle en la sociedad. Pero al compañero le volvieron loco, dio mil vueltas… y total para nada. Al final se dio por vencido”, explica Fermín Vierge.


Ahora hay una cooperativa que tiene interés en contratarle. “Queremos que todo salga bien y que esas ofertas se conviertan en un contrato”, dice Manu González. “Y que sea una persona libre como tú y como yo, como el otro y el de la moto”, finaliza Raúl. Las últimas palabras son para Cheikhouna, que insiste: “Doy las gracias a la gente de la Chantrea. Son mi familia, siempre me ayudan y nunca me falta de nada”.

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