Adolfo Lacuesta: «Hay que escuchar a los niños; tienen más sentido común de lo que creemos»

El presidente de la Plataforma de Infancia con sede en Málaga Proyecto Solidario alerta sobre las consecuencias de la pobreza en los menores, que puede hacerse crónica

Diario Sur, Amanda Salazar, 27-03-2017

Adolfo Lacuesta empezó su carrera como profesor, pero con treinta años decidió dar un paso adelante para ayudar a los niños más allá de los límites de la escuela. Así nació la fundación Proyecto Solidario, que lleva ya tres décadas protegiendo los derechos de los menores, primero en Madrid y más tarde en el resto de España. Lacuesta dirige desde la sede en Málaga esta entidad sin ánimo de lucro que trabaja también en proyectos para el desarrollo en Marruecos y Latinoamérica. Asegura que su experiencia asociativa desde la base en el movimiento ‘scout’ fue el detonante de que quisiera dedicar su vida a trabajar por la infancia. Desde enero, Lacuesta es además presidente de la Plataforma de Infancia, que reúne a casi 60 ONG que trabajan por los niños, entre ellas Unicef, Save the Children, Aldeas Infantiles o Cáritas, teniendo como marco de referencia la Convención de los Derechos del Niño de Naciones Unidas.

–Uno de los aspectos en los que hace más hincapié la Convención es en la participación de los niños. Málaga ha ratificado su título de ‘Ciudad amiga de la Infancia’ por Unicef por esta razón. ¿Somos un ejemplo?

–Es una ciudad muy activa en cuanto a participación de los niños con un Pleno municipal infantil, mesas de debate por distrito y un consejo sectorial de niños. Pero aún queda mucho por hacer para que esas propuestas influyan de verdad en la toma de decisiones, de lo contrario estamos desalentado su intervención en estos temas. Deberíamos escuchar más a los niños porque tienen muy claro cuáles son sus derechos. Tienen más sentido común y criterio de lo que pensamos, en función de su edad y desarrollo.

–El Barómetro de la Infancia que elabora Save the Children alerta de que uno de cada tres niños en España está en riesgo de pobreza, muy lejos de la media europea del 12,1%. ¿Qué está fallando?

–Lo paradójico es que en tiempos de bonanza aparente los índices ya eran altos. Estábamos sobre el 20%. En Europa hablamos de pobreza relativa, es decir, niños que pueden comer, vestirse e ir al colegio pero que tienen una serie de limitaciones en comparación con su entorno que deteriora sus opciones de futuro como el no poder ir ni un solo día de vacaciones.

–¿Cuántos años podemos arrastrar las consecuencias de la crisis?

–La crisis ha destapado y empeorado lo que había y ha provocado situaciones que los padres no saben manejar. Las consecuencias van a arrastrarse durante años.

–¿Cómo afecta esto a los niños?

–Los menores viven situaciones tremendas, por ejemplo en casos de desahucios. Encontramos a niños que están ayudando a sus padres, que no hablan de sus miedos por no preocuparles. Con cierta edad, se dan cuenta de que hay un problema y de que no se puede hacer nada. No hablan con nadie de que les van a echar de casa, porque les da vergüenza. Y todos esos sentimientos y frustraciones, que son muy graves, aún no sabemos por dónde van a salir. Creemos que los niños pueden recuperarse de eso, pero con mucho trabajo.

–El informe Foessa de Cáritas advierte de que la pobreza es hereditaria. ¿Qué plantea la Plataforma de Infancia para romper el círculo?

–Reclamamos un plan contra la pobreza infantil a nivel nacional, porque entre comunidades existen diferencias que no son asumibles. Los niños no pueden contar con más o menos ayudas en función de la región donde hayan nacido. Andalucía es en este caso una de las peor paradas.

–En las pasadas elecciones realizaron propuestas concretas a los partidos. ¿Cuáles fueron?

–Pedimos un pacto de Estado para la inversión en protección de la infancia y que todos los presupuestos públicos cuenten con una partida específica para los niños y que se blinde. La infancia no puede tener recortes. Además, queremos que se aumente la inversión en este sentido. Las cifras que manejamos están lejos de la media Europea. Nuestra meta es llegar a ese listón del 2,3% del PIB en inversión en esta legislatura.

–¿Cómo acogieron las propuestas?

–En general, todos incluyeron nuestras ideas en sus programas. Pero el problema llega a la hora de plasmar esto en los presupuestos.

–Uno de los grandes focos de la Convención de Derechos del Niño de la ONU es la lucha contra la violencia. ¿Queda mucho por hacer?

–Hay excesiva violencia en la sociedad y también en el seno de la familia. Si aprenden que las cosas se arreglan a gritos, van a tomarlo como una pauta de comportamiento. Y cuando surge la violencia ya es difícil de tratar. Por eso creemos que la prevención y la educación son la clave. Queremos pedir una ley integral que trate el tema de la violencia contra los niños y adolescentes y que prevea todas sus variantes: el ‘bullying’, de género, de hijos a padres o el que sufre el colectivo LGTB, que ya estamos viendo las agresiones que tienen.

–La educación tiene un papel fundamental en la lucha contra la pobreza. ¿Cómo han afectado los recortes a los niños?

–Hemos visto reducidas las partidas en Educación o becas, lo que les afecta directamente. Apostamos por un pacto en Educación, no se puede estar cambiando la ley cada cuatro años, eso genera inestabilidad y dificultades a los profesores. Además, todos los recortes en salud también llegan a los niños con aumento de las listas de espera y falta de recursos médicos.

–¿Se han mejorado las tasas de abandono escolar temprano y de fracaso escolar?

–Queda mucho por hacer aún. Hay muchos factores que influyen en esto y es un problema muy complejo. Hay que hacer una revisión en profundidad del sistema educativo. Lo que está claro es que lo que había antes no funciona; hay que quitar peso a la enseñanza memorística y aprovechar a mucha gente brillante en la docencia que tiene cosas que aportar.

–¿Qué piensa de los deberes?

–Tenemos un debate sobre este tema en la Plataforma. No creemos en los deberes excesivos. Sí de forma complementaria y excepcional para profundizar en algo, pero no de forma habitual. Los niños deben tener tiempo libre para jugar.

–En Málaga, cientos de ONG están realizando una labor de refuerzo para intentar dar otra oportunidad a los niños. ¿Es lo ideal?

–Ese papel de las asociaciones complementario al del Estado, la escuela o la familia no es necesariamente negativo, al contrario. Ya en la Convención de los Derechos del Niño de la ONU se hace corresponsable a toda la sociedad civil organizada de forma voluntaria de la educación de los niños. Las asociaciones suplimos las carencias del Estado y hay que colaborar para ello.

«Es violencia tanto dar un cachete como gritar o amenazar»

–¿Qué piensa de la expresión, ‘eso se arregla con un cachete a tiempo’?

–Nadie aprende a base de castigos. Estamos absolutamente en contra de cualquier tipo de violencia. No solo la física. Es violencia tanto dar un cachete como gritar o amenazar. Los padres tenemos que convertirnos en negociadores y estar abiertos, porque de los hijos también podemos aprender cosas. Nosotros desde Proyecto Solidario estamos apostando por la educación para la ternura, educación emocional para manejar conflictos.

–En cuanto al tema de la igualdad de género, el mensaje parece no calar entre los adolescentes. ¿Por qué se reproducen estos roles?

–Hay aspectos que no están superados, pero lo que vemos en los niños es un reflejo de lo que ven en casa. Nos preocupa la permisividad sobre ciertas actitudes que los adolescentes ven como normales, como que un chico controle el móvil de su novia.

–Internet, ¿es una liado o un enemigo a la hora de defender los derechos de la infancia?

–Es un arma de doble filo. Los padres se ven superados por lo que sucede en las redes sociales y no nos damos cuenta de que somos nosotros mismos los que les abrimos ese camino. Les damos móviles para tenerlos controlados en todo momento y esa es la vía para acceder a todo, tanto lo bueno como lo malo.

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