«Hay cierto malestar contenido»

Canarias 7, 24-03-2006


Las Palmas de Gran Canaria

- Canarias es protagonista desde hace años de la incesante llegada de inmigrantes. ¿Está la población isleña praparada para recibir a los recién llegados?

- Nadie está preparado para recibir a cientos o miles de personas de forma periódica. No obstante, estos años han servido para concienciarnos de una realidad que está ahí, y que va a seguir estando, y en una corta medida, se han puesto medios para el control de las costas y para la ayuda humanitaria. Diríamos que se han puesto los medios para ir cubriendo el expediente. Sin embargo, no hay una previsión del tamaño que, a medio o a largo plazo, puede llegar a adquirir este proceso. Soy de los que creo que cada vez vendrán más personas huyendo del infierno político – económico en que se ha convertido África. Somos el territorio rico más cercano a esta área occidental de África, y no olvidemos que en este continente residen alrededor de 500 millones de pobres.

- ¿Están integrados los nuevos residentes? ¿Se les está ayudando lo suficiente?

- Yo creo que la integración social es un objetivo de largo alcance, y que en Canarias se da como un proceso más o menos natural, algo que camina solo. Sin demasiados problemas. Después están las políticas y las actuaciones públicas tendentes a fomentar la integración. Cuanto más se haga en esta materia, mucho mejor para todos. Pero insisto, creo que la sociedad canaria, en términos generales, ha sido muy capaz en su adaptación a la nueva situación multiétnica y multicultural.

- Hace años, el canario, quizás empujado por ciertos sectores nacionalistas, rechazaba al peninsular, al llamado godo. ¿Cree que eso podría suceder ahora con los nuevos inmigrantes?

- La naturaleza humana, los impulsos primarios, activan determinados valores: conservación, identidad, temor al extraño; pero por otro lado, los humanos desarrollamos un sistema de convivencia basado en la dignidad, el afecto y, como no, la solidaridad. Dicho esto, creo que la xenofobia está más o menos latente en una parte de la población canaria. Hay cierto malestar contenido en reacción a la llegada de cientos de miles de inmigrantes en los últimos años. Pero la xenofobia es una actitud primaria muchas veces producida por la ignorancia, y otras, desgraciadamente, por el odio furibundo que profesan determinadas ideologías trasnochadas. Creo que los poderes públicos y la sociedad civil deben esforzarse para que la xenofobia no se convierta en una actitud manifiesta y extendida. Problemas de racismo vamos a tener, pero esto ocurre porque hay nuevas culturas conviviendo con nosotros. Antes se creía que no éramos racistas: claro, no lo éramos porque no había otras razas conviviendo con nosotros.

- La palabra integración se utiliza mucho en estos casos, ¿pero cuál es el camino?

- Todas las partes están en el camino. Ahora bien, los poderes públicos son los que tienen en primer lugar la responsabilidad de sentar las bases e impulsar las actuaciones de integración. En la enseñanza, en los sistemas de salud, en las políticas de servicios sociales, en el acceso al empleo, hay que reforzar la intermediación cultural como una vía para alcanzar ese objetivo a muy largo plazo que es la integración. Después vienen las asociaciones y ONGs, la sociedad civil y el propio sector privado empresarial tendrán que mojarse para fomentar la integración social. Porque no lo olvidemos, el principal beneficiario de la inmigración es el capital privado, las empresas que obtienen una mano de obra barata y abundante.

- Canarias es una región con un territorio limitado. ¿Hay sitio para todos?

- Ese es el principal problema. Canarias no es una región como otra cualquiera. Tiene la lejanía y la insularidad que la hacen mucho más vulnerable que las regiones continentales. Y es un territorio limitado. Pero en ese contexto lo que me preocupa es la llamada inmigración legal, porque es la que tiene un ritmo de crecimiento muy alto, y no existe ninguna medida ni ninguna intención de contener el aumento demográfico de Canarias.

- Los inmigrantes, ya sea de forma legal o ilegal, intentan llegar al Primer Mundo en busca de oportunidades que no encuentran en sus países de origen. ¿Qué es lo que está fallando?

- Los organismos internacionales, la política internacional, e incluso el derecho internacional, no están dirigidos hacia la resolución del problema de los movimientos migratorios. Los gobiernos están preocupados especialmente por el mercado y el capital. La Unión Europea, por ejemplo, es un club de países dedicado a los aspectos comerciales y económicos. No hay una dedicación seria y sustantiva a favor de las condiciones sociales, políticas y económicas de los países pobres. Por ejemplo, nadie habla de la explosión demográfica mundial producida por estos países, y este es el principal factor causante de la pobreza y del infierno en el que viven estas personas. La demografía no se toca porque es un tabú moral y religioso.

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