Un periplo de tres años para llegar a Barcelona

La Vanguardia, Rosa M. Bosch, 18-03-2017

Rita, de 36 años, era propietaria de una peluquería en Benin City, la capital del estado nigeriano de Edo, que le daba para mantener a sus dos hijos de corta edad. Cuenta que nunca se le había pasado por la cabeza emigrar a Europa hasta que una de las mujeres a las que arreglaba el pelo le propuso organizarlo todo para emprender un viaje que iba a cambiarle la vida, supuestamente para mejor. Rita aceptó. Más de tres años después llegaba a Barcelona, donde una red dedicada a la explotación sexual de mujeres la obligó a prostituirse en Ciutat Vella.

Rita es una de las víctimas de tráfico de seres humanos que atiende la entidad sin ánimo de lucro Adoratrius dentro de su programa Sicar cat. Sólo en el 2016 apoyó a 155 personas, de ellas 26 eran menores de edad. La gran mayoría, el 72%, procedía de África, y más de la mitad de Nigeria, como Rita, nombre ficticio para preservar su identidad.

El periplo por carretera empezó en su Benin City natal, continuó en Níger, Argelia y Marruecos. “Salimos más de 50 personas y en Marruecos nos separamos. A mí me dejaron en Rabat, donde esperaba a que me avisaran para llegar en patera a España”, recuerda Rita alternando el castellano y el inglés, que habla con fluidez. En Rabat estuvo tres años sobreviviendo gracias a la ayuda de alguna organización humanitaria hasta que un día los traficantes la llevaron a Nador, donde montó en una embarcación que desembarcó en Melilla. “Estuvimos tres días en el mar sin comer ni beber, éramos mucha gente, más de 60 personas.” De Melilla la trasladaron a Málaga, pero Rita tenía que llegar a Barcelona, donde la esperaba su clienta de Benin, la instigadora del viaje y posterior verdugo.

“Al salir de Nigeria no me pidieron dinero, pero en Barcelona, sí. La mujer me obligó a prostituirme en la Rambla para pagarles los 40.000 euros que dijo que costaba el viaje”. La negativa de Rita no sirvió de nada. La mujer, que ya se había revelado como una de las integrantes de la banda, amenazó con agredir a sus hijos y contar a su comunidad que era una prostituta. “Yo le dije que sólo quería ser peluquera, pero…”, lamentaba ayer Rita.

El infierno se prolongó durante unos dos años hasta que otra de las víctimas de esta organización criminal denunció los hechos. Una investigación de los Mossos d’Esquadra culminó a finales del 2012 con la detención de una quincena de personas, entre ellas miembros de la peligrosa confraternidad nigeriana Eiye, una de las que controlaba la prostitución en la Rambla. Aunque Rita rehusó personarse en la causa por miedo a represalias, logró el permiso provisional de trabajo y de residencia.

Libre del yugo de sus explotadores y gracias al apoyo de diferentes entidades sociales, la última, la citada Adoratrius, Rita, todavía ilusionada con poder montar algún día su propia peluquería, se ha apuntado a cursos de cocinera, de cuidado de gente mayor, de castellano… “Es una mujer de gran fortaleza, nunca ha estado en el paro y aprovecha todas las oportunidades para iniciar una nueva vida”, comenta Rosa Cendón, coordinadora de Adoratrius – Sicar cat.

Rita culmina una doble jornada laboral, empieza pronto, de 5.30 a 8.30, y continúa toda la tarde limpiando oficinas. Mantiene contacto telefónico semanal con sus hijos, ya adolescentes, y ha roto toda relación con la comunidad nigeriana de Barcelona. Ahora comparte piso con personas de Bolivia dejando atrás una oscura y larga época explotada, entre otros, por la mujer a la que arreglaba el pelo.

El teléfono de emergencia de Sicar cat atendió el año pasado 80 demandas de ayuda, de las cuales diez de menores de edad, de personas víctimas de tráfico de seres humanos. Globalmente,Sicar cat prestó ayuda en el 2016 a 155 víctimas, casi el 70% mujeres de entre 18 y 35 años. Esta entidad diseña un plan de trabajo individual con cada mujer para determinar los objetivos en temas de vivienda, salud, asistencia jurídica, formación laboral y, si lo desea, para emprender el retorno voluntario a su país de origen. En el 78% de los casos han sido explotadas sexualmente y una minoría ha sido forzada al matrimonio o a ejercer la mendicidad. A través del servicio jurídico de Sicar cat se han conseguido diez permisos de residencia y trabajo provisionales, de los cuales cinco por colaboración policial para desmantelar bandas, y cinco por situación personal, a los que hay que sumar otros dos definitivos de cinco años.

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