EL CAIRO, PRINCIPAL MERCADO

Alerta por el aumento de la venta de órganos de personas en las rutas de los refugiados

Las mafias campan a sus anchas aprovechando la desesperación de los más vulnerables

La Vanguardia, CELESTE LÓPEZ, Madrid, 23-02-2017

No los queremos dentro de las fronteras europeas, pero sí queremos sus órganos. Hablamos de los refugiados, de miles y miles de personas, amontonadas en las fronteras de Europa y de la Turquía asiática, huyendo de la guerra, a los que hemos dado por completo la espalda en su intento desesperado de conseguir no ya una vida mejor, sino sencillamente una vida. En esa situación de total abandono en la que se encuentran, hay quienes hacen negocio con ellos, los traficantes de órganos, aquellos que buscan para los adinerados ese riñón y, cada vez más frecuentemente, el hígado, para poder sobrevivir. Y el donante, un pasaje para que otra mafia, o la misma, le lleve al viejo continente.

“Todos los esfuerzos que se están haciendo para controlar el tráfico ilegal de órganos son infructuosos. La situación va a peor, en la misma proporción que Europa los mantiene en el abandono. Las mafias, no sólo la de este tipo de comercio ilegal, sino también la de trata de personas, campan a sus anchas porque se alimentan de la desesperación de los más vulnerables”.

El responsable de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Rafael Matesanz, apunta que, según las estimaciones, entre el 5% y el 10% de los trasplantes del mundo se llevan a cabo bajo alguna forma de comercialización o son ética y legalmente inaceptables. Estos son aproximadamente unos 10.000 cada año. La Unión Europea cifra el volumen de negocios anual mundial de entre 600 y 1.200 millones de dólares.

El tráfico de órganos y el turismo de trasplantes es un problema global, que se da en los cinco continentes. La Sociedad Internacional de Trasplantes, a través del Grupo Custodio de la Declaración de Estambul, creado en el 2010, alerta de que este tipo de delitos están creciendo en África Oriental, sobre todo Sudán, Libia y Egipto, así como en Turquía, precisamente por la situación sociopolítica de la zona y el conflicto de los refugiados.

Europol también alerta del comercio ilegal de órganos, sobre todo tras la desaparición de 10.000 menores a su llegada a Europa. La Policía europea deja en el aire el destino de estos menores (pueden haberse reagrupado con algún familiar, pero no queda constancia de ellos), pero advierte que el tráfico de personas se ha disparado en los últimos tiempos. Y dentro de este tráfico incluye el comercio ilegal de órganos. Según Europol, estas mafias criminales secuestran a los pequeños en grupos de dos o tres como máximo y les hacen a los niños pruebas de compatibilidad en clínicas ilegales. Por un riñón se pueden llegar a pagar 230.000 euros, mientras que por un hígado la cifra rondaría los 135.000 euros. Eso es el dinero que reciben las mafias. Los donantes, obligados, apenas unos centenares de euros. La Policía europea también habla de adultos que venden parte de su cuerpo para poder pagar el viaje que los saque de su situación de extrema vulnerabilidad.

También se han denunciado casos de venta de órganos en los propios campos de refugiados. En concreto, en Turquía, en uno de los asentamientos de refugiados más grandes del país. “Es difícil
saber lo que está pasando allí –explica Matesanz–, pero hay constancia de que la actividad de trasplantes está creciendo sin que se sepa de dónde salen los órganos”.

En el punto de mira se encuentra Egipto, lugar de tránsito para migrantes que se desplazan a Europa. Según apuntan las oenegés, los traficantes han estado actuando con total impunidad en la zona del Sinaí, en la frontera que separa a Egipto de Israel. Bajo aquel desierto yacen numerosos cadáveres de migrantes, principalmente de Sudán, Etiopía y Eritrea, que presentaban ausencia de sus órganos vitales y unas cicatrices llamativas. La compraventa ilegal recorre también la ruta de El Cairo. Matesanz recuerda que uno de los hospitales con mayor actividad de trasplantes de hígado de vivos se encuentra precisamente en El Cairo.

Según denuncia la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el 20% de los refugiados que atraviesan Egipto rumbo a Israel sufren el robo de algún órgano o son acosados sexualmente. En el 2011, un alto responsable sanitario de este país africano reconocía que se realizaban unas 1.500 operaciones ilegales de trasplantes de órganos en el país cada año en centros sin licencias. Pero aseguraba que el 80% de estos se habían cerrado desde que se aprobó el año anterior la ley de órganos humanos. Sin embargo, hace unos meses, más de 40 médicos, enfermeros y profesores de reconocidos hospitales y universidades egipcias, así como compradores e intermediarios, fueron detenidos por pertenecer a una red de tráfico de órganos internacional. Según la Autoridad de Control Administrativo egipcia, “se trata de la mayor red internacional de tráfico de órganos humanos”, en la que estaban implicadas más de diez hospitales y clínicas privadas.

Pero ¿para quién son esos órganos? Matesanz, que lideró el convenio de Santiago de Compostela contra el tráfico de órganos promovido por el Consejo de Europa, señala claramente a los países árabes del entorno, como Arabia Saudí o Kuwait, donde no existe la donación de cadáver. También Israel, Estados Unidos y Canadá. Y, por supuesto, países de la UE. “El Reino Unido, por ejemplo, ha identificado ciudadanos que tras un viaje al extranjero tienen un nuevo órgano. El registro europeo de pacientes trasplantados, puesto en marcha por el Consejo de Europa, ayuda a identificar los casos, ya que ese ciudadano precisa de cuidados posteriores a la intervención”, señala. También se han detectado pacientes en Holanda. “La red estatal de donaciones y trasplantes, pública, universal y gratuita, es la mejor arma contra el tráfico de órganos”, señala Matesanz. Un comercio, insiste, que se nutre “de la desesperanza de los abandonados por todos, de los más vulnerables”.

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