TESTIGO DIRECTO

Batalla de votos en Stoke, capital del ‘Brexit’

Los nacionalistas del Ukip pueden ganar un diputado en este histórico bastión laborista

El Mundo, CARLOS FRESNEDA STOKE (R. UNIDO) ENVIADO ESPECIAL, 23-02-2017

Todo huele a saldo en la localidad Stoke. Poundland, Poundbakery, Poundstretcher… Se diría que la ciudad entera ha decidido rebajarlo todo a «una libra», a tiempo para la inesperada cita con las urnas del 23-F, cuando el nacionalismo a ultranza del Ukip puede asestar un «golpe» en el histórico bastión laborista.

Se diría también que el reloj se paró en esta ciudad del maltrecho y melancólico norte de Inglaterra más o menos en el año 2000, cuando murió Stanley Matthews, la vieja estrella del Stoke City, recordado en la exigua estatua que marca todos los caminos. Aunque la verdad es que la decadencia empezó en la era Thatcher, con el ocaso de las tres industrias que la pusieron en el mapa: el carbón, el acero y la cerámica.

Stoke vuelve ahora a primerísimo plano por su condición de capital del Brexit, pues resulta que casi el 70% de la población votó a favor de la salida de la Unión Europea.

«Aquí estamos con lo que dice Trump: productos americanos para los americanos. Eso es lo que queremos: productos británicos para los británicos. ¿Quién ha defendido en las últimas cuatro décadas a nuestras industrias?» (Mike Carp, 67 años, jubilado). «La élite de Londres vive en su burbuja y ha perdido la conexión con los problemas reales del país: los hospitales saturados, las escuelas al límite, los sueldos por los suelos… ¿Qué ha hecho por nosotros la UE, salvo llenarlo todo de inmigrantes?» (Harry Lee, 56 años, empleado de una compañía de seguros). «No podemos seguir votando laborista con la esperanza de lograr un resultado distinto. Es lo que llevamos haciendo desde hace décadas y así nos va. Necesitamos un cambio radical, y más ahora que se va a acabar la dominación de la UE» (Leslie Green, empleada de una relojería en el centro comercial Potteries).

«¡Todo a una libra!», vociferan entre tanto las vendedoras en el mercado local, despachando al mismo precio ocho aguacates que ocho manzanas y contribuyendo a esa sensación de finiquito que se respira en Stoke, con los cierres metálicos cubriendo el 25% de los comercios y la misma proporción de sus 250.000 habitantes recibiendo ayudas públicas.

En medio de este panorama austero y sombrío, el único viento novedoso ha llegado en las últimas semanas de la mano del Ukip, que ha instalado su cuartel general en pleno Picadilly, a tiempo para las elecciones especiales que se celebran hoy. El Partido Independiente del Reino Unido ha decidido jugársela a vida o muerte y presentar aquí a su nuevo líder, Paul Nuttall, que aterrizó con su gorra calada de tweed y la vitola de nacionalista «moderado», y ha salido finalmente trasquilado por sus errores garrafales durante la campaña.

El candidato laborista Gareth Snell, que aspira a revalidar el escaño que deja vacío Tristram Stuart (nuevo director del Museo Victoria & Albert), ha llegado también muy tocado al tiempo de descuento. Público y notorio sigue siendo su voto a favor de la «permanencia» en la UE, así como los comentarios sexistas en Twitter. Su campaña puerta a puerta, en compañía de Jeremy Corbyn, se topó con la distancia creciente hacia el líder laborista, recibido con cajas destempladas a su paso por Stoke. Un reciente sondeo de YouGov sitúa a los laboristas como el «tercer partido» entre la clase trabajadora, por detrás de los conservadores y del Ukip. La batalla de Stoke podría ser algo así como el Waterloo de los laboristas en sus feudos tradicionales del norte de Inglaterra, donde empieza a oler a una debacle comparable a la sufrida en Escocia tras el referéndum de independencia.

El 23-F podría ser también el final del golpe de gracia para el Ukip, que sólo cuenta con un diputado en Westminster y necesita una victoria sonada para salir a flote. Una derrota en la capital del Brexit sería algo así como una estocada de muerte para los nacionalistas, absorbidos por los conservadores de Theresa May y en un país que avanza peligrosamente hacia el «partido único».

Las encuestas hablan de un empate virtual en la línea de meta y a pesar del denodado esfuerzo de los dos candidatos por disparar contra su propio pie. El caso es que Paul Nuttall llegó con el terreno abonado, con el impulso de su elección como nuevo líder del Ukip y su distancia calculada de su ex jefe y predecesor Nigel Farage (recibido a huevo limpio en su única visita a Stoke).

«Me gustan las pintas de Guinness, pero no voy a pasearme de pub en pub con un cigarrillo en la mano y una sonrisa de cerveza: ésa es la imagen del pasado», declaró Nuttall. «El corazón del Ukip ha cambiado en la última década. Hemos pasado de ser el partido del sur de Inglaterra, a la caza de ex conservadores, a ser el nuevo partido de la clase trabajadora en el norte».

Sobre la marcha, Nuttall se ha ido haciendo el harakiri político. Primero con sus declaraciones a favor de la tortura, después con la investigación abierta sobre si ha llegado a vivir en el domicilio registrado en Stoke, y finalmente con las mentiras de campeonato sobre la supuesta pérdida de varios amigos en la tragedia del estadio de Hillsborough, lo que provocó una cascada de dimisiones y fugas en su campaña.

Las espadas están en alto en Stoke, mientras tocan las campanas de la iglesia de Todos los Santos. El vicario Geoff Eze se ha lanzado a su manera a la arena política recordando a sus parroquianos que el Brexit no es la panacea de todos sus males y que hay que aprender a mirar más lejos: «Mi experiencia me dice que es más importante escuchar las historias de la gente que predicar. Es una lección que tal vez deberían aprender los políticos. El referéndum quedó atrás: ahora se trata de dar un futuro decente a nuestros hijos».

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)