«La gente tenía la necesidad de ayudar»

La Razón, Ángela Lara. , 21-02-2017

–¿Qué os motivó a poner en marcha la iniciativa de recogida de ropa para los refugiados de Lesbos? ¿Conocíais de primera mano la situación?

–Mi hija Ana está desde hace 6 meses en Grecia colaborando en campos de refugiados primero como voluntaria y ahora como abogado profesional de una ONG suiza trabajando en Protección de Menores en campos de refugiados. Está en el noroeste de Grecia, no está en Lesbos como se ha dicho por ahí, pero tiene amigos refugiados, voluntarios y contactos profesionales en muchos campos y están al día de la situación de otros campos aunque no estén trabajando en ellos.

–¿Qué os transmitió ella? ¿Cuál era la situación en los campos de Lesbos?

–Desde el principio, lógicamente, nos ha ido explicando todo lo que veía, vivía y los refugiados le contaban. La situación es muy dura en todos los campos no solo por la falta de medios para la buena atención de los refugiados sino por la situación emocional de las personas. Son personas de todas edades y condiciones que han huido de países en guerra, la mayoría de Siria. Muchos han visto a familiares morir delante suyo. Entonces yo intenté reactivar nuestra ONG – dedicada a voluntariado de jóvenes en el mundo – y colaborar con alguna entidad local de allí para enviar ayuda pero todo eran problemas legales e inseguridades de que las cosas realmente llegaran y decidí enviar pequeñas ayudas directas a mi hija por otros medios que no fueran nuestra ong y que eran de mi absoluta confianza. Desde octubre le hemos enviado libros en inglés para la biblioteca del campo de Filippiada y ayudas económicas que ella gastaba para introducir comida para el campo, fruta, pescado, hoteles para embarazadas, y desarrollar proyectos. En diciembre toda la familia fuimos a visitar a nuestra hija en Filippiada y un amigo suyo que llegó como refugiado y había pedido asilo en Grecia y actualmente trabaja como intérprete en Lesbos nos contó que la gente allí se estaba muriendo, porque no habían tiendas suficientes, hacía frío y recibían muy poca comida. Casi un mes después, una nota de voz de mi hija diciéndonos que la gente estaba muriendo no me dejó dormir. Tenía que hacer algo porque me sentía parte responsable y pasiva de este problema. Al día siguiente, me levanté decidida a recoger algo de ayuda de mis amigas para poder ayudar a paliar algo el frio y el hambre y envié un mensaje de Whatsapp solicitando colaboración.

–Y la respuesta de la gente fue sorprendente. ¿Ha sobrepasado todas vuestras expectativas?

–Ese mensaje se hizo viral porque habían salido en televisión unas imágenes de los campos nevados con las tiendas destrozadas y por internet otras de hombres haciendo cola bajo la nieve para recibir un plato con algo de comida que recordaban a los campos de concentración nazis, creo que eso activó la sensación de impotencia y la rabia sana de las buenas personas ante el sufrimiento de los demás. A esto, se unió el frio que hacía en toda España que provocó que la gente empatizara totalmente con los refugiados. No teníamos expectativas y hemos llenado 4 trailers y si no hubiéramos parado ya tendríamos 4 más. La respuesta fue espectacular, las emociones de la gente afloraron, todo el mundo nos llamaba para traernos ropa y dinero y ofreciendo su tiempo y lo que hiciera falta; particulares, empresas, asociaciones y grupos se volcaron en ayudar. Surgieron montones de iniciativas espontaneas de recogida en toda España pero no fue posible atender a todas pues teníamos muy pocos días y teníamos que poner límite para poder gestionar la situación y pagar el transporte a Lesbos

–¿Cuánta ropa han logrado recoger finalmente?

–La idea inicial era mandar cuatro cajas de ropa o máximo un container y finalmente hemos enviado cuatro trailers, que son cuatro camiones dobles o cuatro containers de 40 pies. Son 320 m3 de ropa de alta calidad para frío intenso. Tuvimos que frenar la recogida porque hubiera sido interminable.

–¿Cómo han solucionado el asunto del transporte de la ropa hasta Lesbos?

–Los trailers ya están allá. Se han entregado 2 en Lesbos, el 2 de febrero se entregó el 3º y en unos días el 4º.Un buen amigo se ha ocupado de buena parte del coste del transporte pero estamos recogiendo fondos para sufragar el resto. Confiamos en la gente y sabemos que pronto tendremos el importe. Siempre hay gente buena que hace grandes cosas y lo mejor: todos unidos hacemos grandes cosas con pequeñas ayudas. Esta es la lección que hemos aprendido con toda esta pequeña revolución.

- ¿Y su distribución entre los refugiados una vez allí?

Acnur nos ha echado una mano para distribuir la ayuda entre los campos más necesitados de Lesbos y ha derivado la distribución de la ropa a ongs de allá que se ocuparán de darla directamente a las personas en los campos.

–¿Qué clase de ropa recogían exactamente ?

–Sólo ropa de esquí de muy alta calidad. La gente que nos ha dejado lana u otras cosas, las hemos derivado a Cáritas para distribuirla entre los refugiados que han llegado a Barcelona y las personas que sufren extrema pobreza en nuestra ciudad. Recogíamos anoraks, pantalones de esquí, descansos o botas de alta montaña, guantes, camisetas térmicas, polares y sacos de dormir. Mucha gente venía a preguntar qué necesitábamos y se iba a comprarlo para traérnoslo.

–¿Dónde almacenaron toda la ropa durante los cuatro días que duró la iniciativa?

–Suerte que una amiga mía enseguida me llamó y abrió un local en la calle Muntaner, porque sino, en mi piso solo no hubiera sido posible hacer esta recogida.

- ¿Tienen constancia si con la cantidad de ropa recogida se cubren las necesidades de abrigo de los refugiados de Lesbos?

–Calculamos que ha llegado para una prenda de abrigo por persona seguro, unas 10.000 o 12.000 prendas.

–¿Tienen intención de seguir liderando iniciativas como ésta en el futuro?

–Tenemos pensado seguir colaborando en todas las demandas que nos lleguen de Grecia y solo en las que nos pidan. Lo peor es recibir una ayuda que no necesitas y no puedes gestionar. Creo que es una iniciativa social. Lo que ha pasado lo ha hecho la sociedad, no el mensaje. La gente quiere ayudar y ya que los gobiernos no lo hacen tendremos que hacerlo nosotros.

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