La frontera sur se llama Mauritania

Fernández de la Vega anuncia la repatriación de 170 inmigrantes desde Canarias a Mauritania

La Vanguardia, 19-03-2006

La crisis generada por la nueva vía migratoria entre el norte de Mauritania y las islas Canarias amaina. La vicepresidenta del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, de visita en Canarias, anunció la repatriación “inmediata” de 170 inmigrantes irregulares a Mauritania. Y en este país, de los 180 subsaharianos detenidos los tres últimos días en Nuadibu a la espera de que se consiguieran tres autobuses para devolverlos a sus países de origen, un primer grupo de 40 fue repatriado anoche. Otros 80 estaba previsto que se les sumaran si lograban cruzar los 8 kilómetros de tierra de nadie en la frontera de Marruecos después de ser interceptados por una patrullera marroquí frente a la costa del Sahara. Iban en dos piraguas a 60 kilómetros al norte de Nuadibu.
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En esa ciudad, los emigrantes están hacinados en cuartuchos de tres comisarías de la ciudad y apenas les dejan salir a los servicios. La Cruz Roja y la Media Luna Roja les facilitan comida suficiente. Al contrario de lo que ocurrió el otoño pasado en Marruecos, no se espera que la partida sea tan dramática. En gran parte porque el sentimiento de frustración es proporcional al trayecto recorrido, muy inferior aquí, y en parte porque el trato de las autoridades mauritanas dista un abismo.
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En la comisaría central retenían a 54 interceptados a bordo de una piragua cuando salían del puerto de pesca artesanal. Uno de ellos es Brahim Duallo, de Guinea Conakry, que ruega “por favor, ayúdennos, sólo queremos trabajar para tener una vida digna”. Otro es Buba Lene, de Senegal, que consiguió saltar al interior de la piragua después de mes y medio en Nuadibu. Su hermano, que reside en Carboneras (Almería), le envió los 600 euros que le costó poner en común para comprar la embarcación y todo lo necesario para la travesía. El tercero es Babú Séne, de Senegal, que no tardó ni 20 días en recorrer la distancia entre su aldea y el puerto de Nuadibu.
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Todos repiten las mismas palabras de auxilio y su obstinación en volver a intentarlo. Ahora la ruta no es Marruecos, sino a Canarias. Creen en el destino y por eso regresarán ahora resignados a sus casas, pero también saben que en Europa la vida es menos dura. Con sólo 23 años, Babú sostiene que “la muerte nos va a encontrar donde ella quiera, así que lo mismo da el mar que la tierra”. En el hospital de Nuadibu, la subdirectora estima que ha visto pasar ante sus ojos un centenar de cadáveres de inmigrantes ahogados. Y sólo tres enfermos o heridos. El herido fue por una paliza que le dieron los tripulantes de un pesquero chino al que se subió después de naufragar la piragua en la que viajaba. Después lo entregaron a la marina marroquí. Ni el herido ni los enfermos tenían la menor duda: la suya es una apuesta a vida o muerte.
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Una pregunta que había que hacerse ayer en Nuadibu era si las medidas de control establecidas en el mar han cortado la salida de piraguas hacia Canarias. Una patrullera marroquí interceptó dos embarcaciones frente a sus costas con 80 pasajeros. Estaban a 60 kilómetros al norte de Nuadibu cuando fueron localizados y devueltos a tierra, desde donde pasaron a Mauritania. Por la distancia podrían haber salido la madrugada del sábado, aunque también cabe la posibilidad de que sufrieran una avería y llevaran varios días en el mar. Otra embarcación con 33 subsaharianos, entre ellos tres menores, fue interceptada por la Guardia Civil y Salvamento Marítimo al sur de Tenerife, pero habían partido hace tres o cuatro días, antes de que el escándalo de los últimos naufragios, la presión de Madrid y la presencia de la prensa española hicieran reaccionar al Gobierno mauritano.
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Dos barrios de Nuadibu, Ciudad Snim y Kairane, albergan a la mayoría de los subsaharianos que quieren emigrar a Europa. Caminan por las calles sin problema porque la policía, además de escasa, no puede reprocharles nada. En Mauritania no pueden ser considerados irregulares ya que las autoridades mantienen acuerdos con países como Senegal y Mali, y sus ciudadanos pueden entrar y salir con su documento de identidad. Además, al contrario que en Marruecos, la composición multirracial de Mauritania hace imposible distinguir quién es natural del país y quién no.
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