«Hace mucho frío, demasiado para pasar la noche en un cajero»

La ola siberiana obliga a activar el Servicio de Puertas Abiertas para personas sin hogar en Donostia«El objetivo es evitar que alguien muera en la calle por el frío. No es caridad, es un derecho», señala Marga Martínez, responsable de Atención de Urgencias Sociales

Diario Vasco, AIENDE S. JIMÉNEZ, 19-01-2017

Esta es la historia de Ventislav, de Salah o de John, cuatro de las quince personas que ayer durmieron en un albergue de San Sebastián. Con esta ola de frío que está dejando congelados a los guipuzcoanos, más de uno estará preocupado por la factura de la calefacción. O por las posibles heladas que dificulten su camino en carretera al trabajo. O simplemente está deseando que pasen los días para dejar de tiritar. Pero para ellos, las temperaturas bajo cero no son una incomodidad… Pueden suponer la muerte mientras se cobijan en un banco del parque o un cajero.

El Ayuntamiento de San Sebastián ha abierto estos días el Servicio de Puertas Abiertas (SPA), un espacio de alojamiento nocturno que solo se habilita en momentos en los que la meteorología es especialmente adversa. La noche del martes, en las que se registraron temperaturas de – 3 grados en Donostia, DV se trasladó hasta el Abegi Etxea, en el barrio de Intxaurrondo, donde se acondicionaron dos salas con camillas plegables para acoger a las personas sin hogar. Solo una era mujer y tuvo habitación separada.

Ventislav acudió al centro. Hace cuatro meses la falta de trabajo le obligó a tener que dormir en la intemperie. «Te acostumbras», decía resignado mientras aguardaba la cola para entrar en el que durante esa noche fue su refugio. Es búlgaro, tiene 50 años, y lleva 14 viviendo en San Sebastián. Cuenta que ha trabajado de camarero, como ayudante en una sidrería y también de operario en una fábrica de plásticos en Hernani. Ahora pasa los días realizando entrevistas laborales sin éxito y acude al centro Hestia, que ofrece atención diurna para personas en exclusión. Se trata de ese centro que se volvió tan conocido cuando el pasado Zinemaldia el actor Richard Gere se acercó a visitarlo.

Con su maleta en la mano, y tapado con una capucha, guantes y bufanda, Ventislav asegura que acude al centro «porque hace mucho frío y estoy solo. Toda mi familia está en Bulgaria». Sin perder la sonrisa, como si la falta de un hogar donde guarecerse fuese un mal menor, se despide, coge su manta y se dirige a su ‘habitación’, que esa noche compartirá con otros compañeros.

El Servicio de Puertas Abiertas se activa cuando Euskalmet anuncia riesgo de heladas para la noche. En ese momento, dispositivos de la Guardia Municipal y la Ertzaintza rastrean la ciudad para invitar a personas sin techo a que acudan a dormir a las instalaciones habilitadas. Las puertas del SPA se abren de 22.30 de la noche a 7.00 horas de la mañana en horario ininterrumpido. Antes de la hora de apertura varias personas aguardan en la helada noche para poder refugiarse y tomarse un chocolate caliente que las chicas del SMUS (Servicio Municipal de Urgencias Sociales), les sirven al entrar. «No tienen que cumplir ningún requisito para acceder, simplemente les pedimos algún tipo de identificación para saber quiénes son», señalan. Y es que es principal objetivo de este servicio es evitar el riesgo vital de las personas que duermen en la calle. «Es el único fin de las puertas abiertas, el de evitar que alguien muera en la calle a causa del frío. Puede venir gente que incluso haya tomado algún tipo de droga», señala Marga Martínez, Responsable de Atención de Urgencias Sociales de Donostia.

El artista de La Concha

Sin embargo, no todos se identifican. Es el caso de Salah, un joven marroquí que afirma tener 17 años y que hace menos de una semana que llegó a San Sebastián en barco. Chapurrea algo de castellano, y mediante gestos indica que acude para poder dormir. A la pregunta de porqué vino a la ciudad solo, responde con una frase que hiela más que el frío siberiano. «No tengo familia». Asegura que quiere estudiar y aprender el idioma, y que cuenta con al ayuda de una familia árabe que le ha cogido durante varios días.

Algunos de los que acuden lo hacen por primera vez. Otros en cambio son veteranos de este y otros centros con los que cuentan los servicios sociales del ayuntamiento de Donostia. Es el caso de John, que resulta ser uno de los artistas callejeros más conocidos de la ciudad. Seguro que alguna vez se ha asomado a la barandilla de La Concha, a la altura de Alderdi Eder, y ha observado unos dibujos plasmados en la arena. «Yo soy el que hace esos dibujos junto a otro compañero». Gracias a ese y otros trabajos que realiza evita pedir dinero en la calle. «Nunca lo he hecho», asegura.

A sus 28 años, ha conocido numerosos países. Nacido en Sierra Leona, su madre falleció cuando el tenía solo diez años, y su padre era pescador, por lo que pasaba muchas temporadas en casa de su tía. «Decidí que quería buscarme un futuro mejor y me fui de casa». Con once años, partió en un viaje vital que le llevó a Liberia, Guinea Ecuatorial, Guinea Bissau o Senegal, hasta que llegó a España con la mayoría de edad. En los tres años que lleva viviendo en Donostia, no ha podido evitar dormir en la calle en alguna ocasión. «Hoy hace demasiado frío como para dormir en un cajero», decía antes de entrar. «Tengo una vida muy triste, no tengo donde vivir». Otras noches las pasa en el Gaueko, el Aterpe ubicado en el alto de Zorroaga y que abre cada noche para coger a personas sin hogar, excepto en el mes de agosto.

Además del Abegi Etxea, que cuenta con 40 plazas de corta y larga estancia para personas sin recursos, y el Gaueko aterpea, con otras 32 plazas, el Hotzaldi de Cáritas también acoge cada noche a un buen número de personas en situación de desamparo. «Esto no es caridad o beneficencia. Esto es un derecho que tenemos todas las personas», señala Marga Martínez, que resalta también la labor que realizan desde los servicios sociales. «No son voluntarios, son gente formada y preparada para tratar estos casos, que en muchas ocasiones son complicados de gestionar», indica.

La parte más difícil, señalan desde Servicios Sociales, es conseguir que estas personas se ‘enganchen’ a un itinerario y que utilicen de continuo alguno de los recursos de los que disponen. «No podemos obligar a nadie, solo pueden venir por su propia voluntad, y algunos de ellos viven en una situación de mendicidad crónica, normalmente relacionada con algún tipo de trastorno o adicción», asegura Martínez.

Esta noche el Servicio de Puertas Abiertas sigue abierto para acoger a aquellos para los que el frío es algo más que una simple incomodidad.

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