Begoña Huarte Activista detenida por intentar traer refugiados desde Grecia

“No se puede permitir que una línea imaginaria diferencie de tal manera dos mundos”

Begoña Huarte se encuentra ya en Pamplona con la tristeza de no haber podido traer consigo a ningún refugiado pero muy agradecida por todo el apoyo recibido

Diario de noticias de Gipuzkoa, Una entrevista de Leticia de las Heras Fotografía Oskar Montero, 10-01-2017

Iruñea – Un total de 4.000 euros de fianza – 2.000 por cabeza – y once días después de su detención por intentar sacar de Grecia a un grupo de ocho refugiados en una autocaravana, la activista navarra Begoña Huarte y su compañero vizcaino Mikel Zuloaga regresaron el sábado a casa. Ambos fueron interceptados en el paso a un ferri en la ciudad griega de Igumenitsa cuando se dirigían hacia territorio italiano. Tras tres días retenidos, la jueza los dejó en libertad bajo fianza hasta que se celebre el juicio, al que comparecerán acusados de dos delitos: facilitar la inmigración ilegal y una imprudencia grave para la integridad de los refugiados por considerarse que los llevaban escondidos en un espacio reducido en el paso al ferri.

¿Cuándo comenzó esta acción para sacar de Grecia a este grupo de ocho refugiados?

- Llevábamos ya varios meses hablándolo, no sabría decir cuántos. Tanto nosotros como otras personas aquí y en Grecia estuvimos mucho tiempo trabajando en ello. Se hicieron varios viajes para ver qué riesgo había, por qué puntos se podía pasar y se pensó que este era el mejor porque no había habido ningún problema cuando se ha cruzado otras veces. Cuando yo me uní, Mikel llevaba ya mucho tiempo trabajando en ello en un valle de Bizkaia, en Arratia, donde se estaba hablando con todos los ayuntamientos que se habían denominado de acogida para que les dieran papeles y pudiesen tener todos los derechos. Además tenía contacto con empresas para darles trabajo. Nuestra acción era solo una pieza en un marco más global.

¿Llegasteis los dos juntos a Grecia o cada uno fue por su lado?

- Yo fui a recogerlos, pero Mikel fue antes. Cuando llegué él ya había tratado con ellos y yo los conocí dos días antes de irnos. Salimos de allí el mismo día que nos detuvieron y diez minutos antes fue cuando ellos pasaron a los escondites de la caravana, pero es un espacio bastante grande. Nosotros hemos visto a la policía trasladar a muchísimos más refugiados en furgonetas con un espacio similar y a nosotros nos están acusando de peligrosidad. Además, que solo iban a estar ahí el tiempo de cruzar el paso, una vez en el ferri iban a pasar a la cabina, que estaba habilitada y con mucha comida.

¿Cómo fue ese momento en el que veis que se acercan los policías y registran la caravana?

- Yo pasé por dentro porque solamente el conductor podía estar en la caravana, pero me quedé un rato mirando. Abrieron un poco las puertas, pero estaban camuflados y las cerraron, así que yo pasé tranquilamente. La verdad es que no sé muy bien qué es lo que pasó, pero después se metieron dentro y ya empezó a llegar policía y nos detuvieron a todos. Nosotros solo estuvimos en el calabozo tres o cuatro horas. Después nos llevaron a una especie de base militar hasta que nos dieron la libertad provisional y nos fuimos a un hotel que está ocupado, el hotel Plaza, que está muy bien organizado y con buenas condiciones.

¿Por qué elegisteis a estas ocho personas y no a otras para hacer el viaje? ¿Hubo algún tipo de proceso de selección?

- Se les fue conociendo, se les hizo una especie de entrevista para localizar cuáles podrían ser las personas más adecuadas tanto para el viaje, para que entendieran qué es lo que pretendíamos, como para que confiaran en nosotros. En los campos hay mucha desconfianza, así que teníamos que dejarles claro que queríamos ayudarles y después explicarles bien qué es lo que aquí les ofrecíamos y que si querían quedarse en otros lugares, se les ayudaría también. Eran personas que tenían claro a qué venían.

Supongo que serán personas que se sienten abandonadas por el mundo y han perdido la confianza en él.

- Vienen aquí pensando que Europa es la panacea y que somos un lugar de acogida, y se encuentran con una frontera en la que están varados, no pueden ir ni hacia atrás ni hacia adelante y no saben cuándo van a salir de allá. Además, durante su camino se han encontrado a personas que se han querido aprovechar de su situación. Eso produce un desamparo total.

¿Se conocían entre sí?

- No, eran de distintos campos. Además, habían tenido que desplazarse de sus países por muy distintos motivos. Por un lado estaban los que huían de la guerra, como los sirios, pero, por ejemplo, también viajaba con nosotros una chica transexual de Pakistán que salía de allí porque había sufrido muchísimo, le habían hecho de todo tanto en su país como en el camino. Son personas que tienen muchísimo sufrimiento detrás, muchísimo, y para ellos venir aquí era un sueño. Por eso fue tan duro para nosotros cuando nos cogieron. Esto estaba planificado para que salieran de allí, pero nos han pillado y ha estallado todo. Reconocemos que estamos muy agradecidos por toda la respuesta que ha habido, pero la idea era que fuese más poco a poco todo y en un marco muchísimo más amplio.

¿Cómo fue la reacción de los refugiados cuando les descubrieron?

- Lo que realmente nos liberó, lo que nos hizo pasar de la frustración a la alegría, de la derrota a la victoria, aparte de todo lo que se ha movido la gente solidarizándose con nosotros, ha sido la respuesta de ellos. En la misma comisaría, cuando los soltaron, ellos mismos decían que querían quedarse con nosotros hasta que saliésemos. Y nosotros lo único que podíamos hacer era pedirles perdón porque no habíamos conseguido llevarlos hasta donde les habíamos prometido. Fue un momento de agradecimiento mutuo, de una sinceridad, de un amor tan verdadero… Fue muy emocionante y a partir de ese momento para nosotros fue una liberación, se nos notó incluso físicamente. Cuando nos pillaron nos detuvieron a todos y a las dos horas sacaron a seis que ya habían pedido la petición de asilo y los otros dos se quedaron con nosotros hasta que salimos y los soltaron pasados unos días. Había gente allá que nos estaba esperando y en seguida vinieron los abogados. Todo estaba planificado para que, si nos pasaba algo, viniesen enseguida. Algunos de los refugiados volvieron a los sitios de los que venían y hubo gente que se quedó en Atenas, en el hotel Plaza.

¿Hasta qué punto ha sido importante que las instituciones de la CAV y Navarra, entre otros entes políticos, intercediesen por vosotros?

- Cuando presentamos todos los papeles a la jueza y veía que había muchísimos ayuntamientos que se habían solidarizado fue una muestra de que no estamos haciendo tráfico de personas, y eso al final es importante.

¿Las condiciones en las que estuvisteis allí fueron buenas?

- Muy buenas. De hecho cuando llegamos al hotel todos los refugiados estaban allí con pancartas para recibirnos y darnos las gracias por lo que habíamos hecho, incluidos los niños. Fue muy emotivo, las personas que hay allí son maravillosas y nos trataron super bien.

¿Cómo te embarcaste en esta acción?

- Tengo mucho contacto con Ongi Etorri Errefuxiatuak porque allá tengo amigos, pero yo concretamente no pertenezco a ninguna asociación. Lo que pasa es que es un tema con el que estoy muy sensibilizada y que ya estaba cogiendo unas dimensiones muy dramáticas, así que tanto Mikel como yo pensamos que teníamos que hacer algo, una acción más directa y después, con tiempo y junto a todas las personas que están trabajando en esto, sacarlo a la luz. Se ha creado todo este revuelo ahora porque nos han pillado, pero hemos conocido a muchísima gente que está haciendo lo mismo y no solo en las fronteras de Grecia. De hecho, en Niza han juzgado hace poco a una chica que había pasado a casi 200 refugiados a través de los Alpes y hay también un juicio a un agricultor que transportaba refugiados en la camioneta donde llevaba frutas y hortalizas.

¿Cuál era el objetivo de hacer esto público?

- Mostrar que en la sociedad hay gente que está trabajando por ayudar a todas estas personas y que es algo que hay que hacer. Además es una manera de interpelar a los gobiernos, tanto a los de aquí como a los europeos. De alguna manera lo que hemos hecho tenía un objetivo de denuncia política, el denunciar que no se cumplen los derechos humanos. En su Declaración está recogido que todos somos iguales, que tenemos derecho a movernos por el mundo libremente y al asilo, pero esto no se está cumpliendo. Tampoco se cumple el acuerdo al que se comprometieron respecto a los cupos, un acuerdo que acordaron ellos mismos.

Que haya gente como vosotros, dispuesta a ir a Grecia para sacar de allí a un grupo de refugiados, se puede interpretar como que quien tiene que solucionar esta situación no lo está haciendo, ¿no?

- Claro. Y cuando nos dicen que están de acuerdo con los objetivos pero no con la acción concreta… Es que lo que hay que hacer es actuar. Mikel y yo, así como los grupos tanto de aquí como el de Grecia, no nos podemos quedar sin hacer nada ante esta tragedia. A través de esto queremos de alguna manera que la gente se sienta solidaria y que, si hay que hacer acciones que son ilegales pero legítimas, hay que hacerlas. Si no se trae a la gente legalmente, habrá que traerla de alguna manera ilegal, lo que no se puede permitir es que una barrera, una línea imaginaria, esté discriminando de tal manera dos mundos. Uno es el de los privilegiados, en el que no queremos ver lo que existe al otro lado, y los otros son los parias de la tierra, los que no tienen derechos solo por haber nacido en otro lugar. No podemos admitir que personas que están huyendo de la guerra, que les están echando bombas a sus casas, vengan a Europa porque piensan que les vamos a acoger como nos han acogido a nosotros en la Guerra Civil y se encuentren con una trampa de la que no pueden salir.

¿El mundo se cae siempre sobre la misma piedra? Porque da la impresión de que, detrás de cada gran drama, siempre se persigue a quien se arriesga por salvar a otros, personas que el tiempo ha convertido en héroes.

- Se ha hecho siempre. Nosotros ponemos un ejemplo que, aunque no es nada comparable con lo que hemos hecho nosotros, sirve para entenderlo. En la época de la esclavitud se construyó un tren, conocido como el Tren de la Libertad, que transportaba esclavos desde el sur de Estados Unidos a Canadá, algo que se hacía de manera ilegal en un acto de solidaridad. La historia se está construyendo con guerras y exterminios, pero hay otra parte que se ha construido con la solidaridad y gracias a ella estamos evolucionados como seres humanos. Por eso no nos arrepentimos y vamos a seguir haciéndolo. Sin estos actos de solidaridad estaríamos en un mundo de tinieblas, que ya lo es bastante. Si Europa no cambia y soluciona esto, se va a convertir en un lugar amurallado de tinieblas. No podemos dejar que muera tantísima gente o que se queden varadas tantísimas familias sin saber a dónde ir, sin futuro. Y es que no hace falta ir tan lejos, basta con mirar a Ceuta y Melilla. Son 5.000 personas las que han muerto este año en el Mediterráneo. ¿Cómo podemos permitir eso?

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)