"Muchos marroquíes pagan con su vida la ilusión tan fuerte que tienen por venir a Europa"

Diario de Noticias, 16-03-2006

pamplona.Y después… se proyectó ayer en el ciclo El mundo y los derechos humanos que organiza IPES y que estos días está mostrando en los cines Golem películas comprometidas que abordan el abuso sistemático de los derechos fundamentales que se está llevando a cabo en diversos puntos de planeta. Desde Marruecos, Mohamed Ismail habla del tremendo daño que ha hecho a tantas familias la inmigración clandestina de muchos jóvenes hacia el mal llamado paraíso europeo.

¿Qué es lo que le empujó a contar esta historia?

Siempre he tratado de hacer un cine realista desde un punto de vista documental. En este caso, el tema me interesó porque, aunque ya no vivo allí, soy de Tetuán, ciudad situada al norte de Marruecos y a 18 kilómetros de España por la que pasan todos los inmigrantes, o, como se les llama allí, los quemados , porque queman su documentación y, algunos, hasta sus huellas dactilares. En concreto, quería hablar del poco valor que se le da a la vida humana. Tan poco que, a los que regresan de su travesía por Europa, se les tratan como a vacas lecheras, pero, de los que mueren no se dice nada, sólo se sabe que hay un bocadillo menos que dar.

Dice no comprender esa tremenda ilusión de tantos marroquíes por venir a Europa. Quizá se deba, al menos en parte, a los efectos nocivos de esa globalización que proclama el consumo, las posesiones, como valores supremos.

En gran parte se debe a eso, pero, sobre todo, a la influencia que ejercen aquellos inmigrantes que regresan con sus coches repletos de cosas y que, supuestamente, han prosperado. No hay más que ver la travesía que se produce en el verano. Muchos jóvenes vuelven con chicas y apariencias de ricos, lo que hace pensar al resto que allí, en Europa, se vive mejor, y no comprenden que el capital que se pone para viajar en la patera podría invertirse en un pequeño negocio en el país que serviría para vivir bien, sin grandes cosas, pero bien. Sin embargo, esto es difícil de transmitir y hay quien tiene en su cabeza una ilusión tan grande por viajar al paraíso que cree que es Europa que incluso deja su trabajo como profesor o, incluso, como funcionario por cumplir su sueño. Y muchos acaban pagando con su vida o no regresan nunca porque si no tienen un coche o algo que mostrar, se consideran unos fracasados.

¿Qué responsabilidad tienen los países europeos en esta cuestión?

Todo lo prohibido atrae más. Antes no existían tantas barreras y la gente circulaba. Había trabajo para casi todos y la gente viajaba por todas partes sin problemas. Ahora, la gente quiere conocer qué hay más allá de los límites permitidos y muchas veces pagan un precio muy caro: su propia vida.

¿Y las autoridades marroquíes?

Tenemos 750 kilómetros de mar y ni el ejército ni la policía marroquíes tienen tanta fuerza o tantos medios para controlar la situación. Ha habido muchos momentos en que todo el mundo sabía lo que estaba pasando, la cantidad de pateras que partían cada día y, sin embargo, no se podía hacer gran cosa. Ahora, la cosa ha cambiado un poco desde que España y Europa han dado a Marruecos más medios y poder para controlar al menos sus propias fronteras. Pero, a pesar de todo, es muy difícil impedir estos viajes, ya que estamos hablando de la voluntad humana y si la gente quiere irse, intentará hacerlo.

Puede que, en este punto, la tan nombrada alianza de civilizaciones, la colaboración con los países de origen para mejorar su situación, favorezca que los jóvenes decidan quedarse en lugar de arriesgar su vida por un sueño que no se corresponde con la realidad que se encuentran al llegar a Europa.

¿Por qué no pensamos en que el precio de un helicóptero de vigilancia puede equivaler a la creación de tres fábricas? Creo que, en la actualidad, España y Marruecos han comprendido esta circunstancia y existe mucho interés por invertir en la zona norte del país, lo que, posiblemente, contribuirá a frenar la inmigración. Estamos en un buen camino para manejar el problema en Marruecos, donde ha descendido el número de pateras; lo que ocurre es que se han trasladado a Mauritania y desde allí se producirán más muertos.

Nació en Tetuán, pero no vive allí, ¿cómo resultó el regreso a la zona?

Volví porque quería ver cómo vive la gente, conocer las rutas de las pateras, quién interviene en todo el proceso…Vivimos momentos muy intensos con los verdaderos protagonistas. Recuerdo que un día estábamos rodando y unos figurantes que trabajaban con nosotros en la película partieron de verdad hacia la travesía. De pronto, comenzamos a recibir mensajes de móvil pidiendo auxilio, pero poco se pudo hacer. La patera se hundió y 27 personas murieron.

Cuántas vidas desaparecidas bajo el mar para siempre…

Claro…Creo que en la historia de Marruecos no hemos perdido tantos jóvenes como en estas travesías.

¿Es el cine la vanguardia cultural de Marruecos por su mayor capacidad de difusión que la literatura o las artes plásticas?

El cine marroquí ha dado un buen salto últimamente. Ahora estamos realizando unas doce o trece películas por año; películas que viajan mucho a través de los festivales culturales y de los premios que obtienen. Existe un interés internacional hacia nuestro cine, que es muy variado, y se puede decir que somos los primeros de los países árabes a nivel de producción y crecimiento. Pero esto no quiere decir que no haya problemas, porque trabajamos con poquísimos medios.

¿Cómo surgió la participación de Victoria Abril en el filme?

Victoria tiene una historia con la inmigración. Tiene una casa de veraneo cerca de Málaga, en una colina que da al mar y allí conserva una patera de tantas que ha visto llegar a su playa. Cuando le di el guión se mostró entusiasmada y hemos colaborado muy bien a nivel humano y profesional. Ella es una gran dama y una gran artista con un corazón muy grande.

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