«El hombre gitano es como el payo, un hombre»

La experta asegura que las mujeres de su etnia luchan por la igualdad «sin faltar a sus familias y a su cultura»

El Correo, 16-03-2006

Como joven que es (21 años), Joanna Martínez luce una pegatina de plata en un diente y «muy poco oro», un metal «muy simbólico entre nosotros», subraya. La responsable del área de mujer de Kale Dor Kayiko explica que «las gitanas queremos ser parte activa de los cambios que vendrán en nuestro pueblo».

– No parece gitana.

– Bueno, ¿soy mestiza!

– ¿Hija de padre gitano y…?

– ¿Soy ‘café con leche’!

– ¿’Café con leche’?

– ¿Mi padre es la leche (payo) y mi madre es el café (gitana)! Ja, ja.

– ¿Cómo se conocieron?

– Es una historia de amor que…

– ¿Acabó con los prejuicio de unos y otros!

– Mi madre iba de pueblo en pueblo, como hacían tradicionalmente los gitanos. Hablamos de hace 25 años. Entonces, que una gitana se casase con un payo…

– ¿Era impensable?

– ¿Era la bomba! Se conocieron, se gustaron, pero, claro, mi madre decía: ‘No, no. ¿Yo no puedo tener nada contigo!’ Así que se fueron del pueblo, pero mi padre, no sé cómo, la perseguía y daba con ella. Tuvieron muchísimos problemas pero al final…

– ¿Quién sufrió más?

– Los dos. Pero…

– Triunfó el amor y el enlace multirracial.

– En mi caso, sí.

– Que no es la norma generalizada.

– Bueno, ahora cada vez más.

– ¿Cómo se casaron?

– Como diríamos los gitanos, se casaron solos. Convivieron juntos y para los gitanos, eso es como si estuviesen casados. Un tiempo después se casaron por lo civil.

– Hija de payo y gitana, usted se reivindica ahora como gitana y mujer.

– ¿Mujer y gitana! ¿Doble discriminación!

– Es duro ser gitano, pero ¿más lo es ser mujer gitana?

– Es un factor añadido. A la discriminación que se sufre por ser mujer, hay que añadir las cargas culturales del pueblo gitano. Es necesario trabajar muchísimo por la mujer gitana.

– ¿Rebelándose?

– ¿Nooo!

– ¿Tienen al enemigo en casa?

– ¿Que no! Se puede hacer todo lo que se quiera respetando a tu familia, tu cultura, tus costumbres… No es incompatible. Hay muchos miedos. Hay muchachas que han estudiado cuando no era normal porque no estaba bien visto y hay otras muchas familias que no dejan ir a sus niñas al instituto porque piensan, porque ha pasado también, que van a hacer cosas malas. ¿Sabe qué pasa?

– ¿Qué?

– Que cuando una niña tiene claro lo que quiere, va a estar en su sitio esté donde esté. Y no va a faltar a su familia ni a sus costumbres.

– ¿Es machista la sociedad gitana?

– Veo al hombre gitano como a cualquier hombre. Le hablo claro. Ahora mismo está flipando. ¿Por qué? Verá. Hace no sé cuantos años la mujer no gitana dijo: ‘Yo quiero empezar a trabajar’ ‘Yo quiero empezar a hacer’.

– Como debe ser.

– Me imagino que el hombre payo no le daría una palmadita en la espalda y le diría: ‘Anda, trabaja si es lo que quieres’. Se quedaría pasivo y diciendo: ‘¿Qué está haciendo ésta?’ Ahora es cuando las gitanas iniciamos ese proceso.

– ¿Llevan cinco siglos en España!

– Sí, pero…

– Parece que asumen los cambios de forma más lenta.

– Lo más importante para un gitano y una gitana es su familia.

– A estas alturas, ¿la prueba del pañuelo para verificar la virginidad de la esposa no es una humillación?

– Esto, por favor, apúntelo bien. No tergiversemos. Márquese esto aunque no me gusta hablar: está en la cultura y lo asumimos; ¿que desde fuera ustedes lo ven como lo ven?

– Algunas tradiciones están para tumbarlas.

– Es algo nuestro. ¿Por qué vamos a luchar contra eso? No sé por qué tiene que venir alguien de fuera a decirme: ‘es que eso…’. Es mío y lo cambiaré cuando yo quiera .

– ¿Los payos os seguimos mirando mal?

– No se nos conoce. Hemos sido un pueblo muy perseguido. La mayoría de gitanos sigue pensando: ‘el payo me va a hacer mal’. Pero, por fortuna, está cambiando esta percepción.

– Aunque ustedes tampoco hacen mucho por integrarse.

– A nosotros nos cuesta también mucho que nos conozcan.

– ¿Cuándo veremos a un gitano de funcionario, policía, camarero…?

– Muy pronto. Camareros ya hay.

– No llegan al 1% los gitanos que acaban la Secundaria obligatoria y se casan todavía muy jóvenes.

– Yo tengo 21 años y no estoy casada. ¿Hasta ahora no se veía la educación académica como algo imprescindible! Hay un gitano en la ‘uni’ y tenemos dos chicas en Otxarkoaga haciendo bachillerato. ¿Vamos a por ello!

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