Trifonia Melibea Obono: «En España me llaman "la negra", en Guinea Euatorial "la españolita"»

Autora de novelas como «La bastarda», dice que proclamarse homosexual en la antigua colonia española supone que te expulsen de la familia

ABC, ALFONSO ARMADA , 13-12-2016

Nos refugiamos del frío de Madrid, pese al calor multicultural de Cuatro Caminos, en una ruidosa cafetería: Nebraska. Trifonia Melibea Obono (Afaetom, Evineyong, Guinea Ecuatorial, 1982) es periodista y politóloga. Ha sido incluida en «Voces femeninas de Guinea Ecuatorial. Una antología» (Remei Sipi), y es autora de las novelas «Herencia de bindendee» (Ediciones En Auge) y «La bastarda» (Flores Raras), ambas publicadas este año.

A caballo entre su natal Guinea, Salamanca y Madrid, es una de las voces más vanguardistas y valientes de la literatura que escriben los autores nacidos en la antigua colonia española en África negra. Licenciada en Ciencias Políticas y Periodismo por la Universidad de Murcia, es docente en la Facultad de Letras y Ciencias Sociales de Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial desde 2013. También forma parte del equipo del Centro de Estudios Afro-Hispánicos de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
PUBLICIDAD
inRead invented by Teads

Su primera novela en español ha aparecido en una pequeña editorial en Austria. ¿Es una prueba de la anomalía de la literatura ecuatoguineana y del estatuto del escritor, en este caso escritora, en español de Guinea?

La literatura que escribe la gente de Guinea puede aparecer en cualquier parte del mundo, allá donde hay un interés por la lengua española allí publicamos, porque el escritor guineano no tiene un respaldo institucional. No contamos con un apoyo oficial, con ningún tipo de subvención o ayuda. A nivel de Estado no existe el menor apoyo institucional. Hace unos años teníamos apoyo en lo que tenía que ver la Cooperación Española. Había una asignación que permitía publicar libros de autores de Guinea Ecuatorial en Malabo. Pero desde que España entró en crisis, empezó a hacer recortes y todo lo demás, nos quedamos con el culo al aire. En Viena se celebra cada año la Semana de la Literatura Guineoecuatoriana y por eso allí se publicó mi primera novela (Herencia de bindendee).

¿No hay respaldo institucional, pero tampoco hay editoriales privadas en Guinea?

No, que yo sepa, no. Salvo que alguna persona independiente decida financiarte una publicación, no. No hay editoriales como en España ni como en Argentina. Cuando empezaba a escribir iba buscando intermediarios, por países de habla hispana, editoriales, y encontraba que en América Latina había muchas editoriales, y en España también, con una parte de financiación latinoamericana. Pero nada sobre Guinea.

¿Cuándo empezó a escribir?

Hace muchísimo tiempo. La cuestión es cuándo empezaron a salir mis libros: hace poco. Pero empecé a escribir cuando tenía veintipico de años. Ahora tengo treintaypico, soy vieja ya. Pero ya desde pequeña me montaba mis películas. Mi mamá me decía que siempre estaba haciendo preguntas, que construía historias inventadas. No tenía recursos para escribir, pero en mi mente ya existían personajes, y de alguna manera escribía en mi mente, y esas historias podían durar allí mucho tiempo. Ella las escuchaba y se reía.

¿Y alguna de estas historias que se inventaba ha acabado en algún libro, o no?

«Empecé a escribir para responder a las preguntas que me hacía en la infancia»

Algunos personajes, sobre todo porque a menudo hacía preguntas sobre temas relacionados con las mujeres. Por ejemplo, estábamos haciendo una comida en casa. Ella me decía: «eso no lo comas tú, es para tu hermano». Y yo le decía, «¿por qué»? «Porque a la mujer no lo come, porque a la mujer no le conviene, me respondía». Era una columna de preguntas, y las respuestas de mi madre nunca eran razonables, y siempre me quedaba con la duda. Luego, cuando salí del entorno bantú, porque en la etnia fang la educación se delega en la mujer, empecé a buscar respuestas. Porque en el mundo bantú el poder de crear lo que se transmite en la socialización y en la educación es patrimonio hombre, pero quien tiene el poder delegado de educar es la mujer. Hay una relación muy estrecha entre el papá y la descendencia, que es de jerarquía, de autoridad, no de confianza. Con la mamá sí, pero muchas mujeres no sabían realmente lo que transmitían. Lo transmitían de forma natural, pero sin ser conscientes de lo que hacían. Por eso hablo de ese entorno bantú, y luego del entorno religioso, porque en Guinea el catolicismo está muy arraigado, y me encuentro con lo mismo. En la catequesis, cuando se dice que todo viene de nuestro padre. ¿Por qué? Hay una serie de preguntas que no me contesta nadie. Yo crecí con esa curiosidad de por qué nadie me explica nada? Yo empecé a escribir para tratar de responder a las preguntas que me hacía en la infancia. ¿Por qué yo no puedo comer eso?

Entonces, ¿en el origen de su escritura se puede entender que hay una especie de necesidad de responderse a una serie de preguntas que quedaron pendientes desde la infancia?

Sí, que no te explican de pequeña. Vives en un mundo cerrado, bantú y cristiano-católico. No es un mundo abierto, de razonamiento, en el que puedas encontrar respuestas. Es en ese mundo en el que crecemos en Guinea.

¿Es un mundo de creencias, de fes?

Es un mundo de creencias, de mitos. No es un mundo de razonamiento.

¿Qué rasgos destacaría en la literatura ecuatoguineana que se está publicando en los últimos años y quiénes serían sus compañeros de generación?

«El guineano se busca a sí mismo y no se encuentra»

El rasgo más definitorio es la búsqueda de la identidad. El guineano se busca a sí mismo y no se encuentra. Los personajes son bastante pintorescos y suelen ser personajes de la baja sociedad, pobres, son los que predominan en la literatura guineana, tanto en la década pasada como en la actual. Pero veo una presencia creciente de personajes que se buscan a sí mismos, tanto como ciudadanos como miembros de un grupo bantú y de África.

¿Cuándo se refiere a esa búsqueda de una identidad es porque la identidad guineana está sin acabar de construir?

Es una identidad en proceso de construcción, que todavía no se ha creado.

¿Por el propio estado de Guinea, por la historia política de estos últimos años?

Porque realmente hay un confusionismo, y es que además también los partidos no se ponen muy de acuerdo del modelo para definir la identidad, y a menudo confunden identidad con propaganda. No hay un acuerdo interpartidista. La identidad se transmite desde la escuela, por los medios de comunicación, en los actos públicos de la élite política, en el sector cultural… Pero la mayoría de esos sectores, a día de hoy, están siendo muy utilizados por la élite política guineana. No solo por el gobierno. La élite política está dentro y está fuera, y confunden sistemáticamente identidad con propaganda.

Todos somos personalidades complejas, pero si tuviera que definirse dónde pondría el énfasis, ¿en ser fang, en ser guineana, en ser africana? ¿Es importante definirse en ese sentido para usted o no? ¿O cómo se definiría?

Yo ya no sé lo que soy hace mucho. He nacido y he crecido en Guinea, pero luego he sido de España. Cuando vengo a España me siento mentira. Siento que España es mentira. Pero lo mismo me ocurre en Guinea. Cuando estoy en España me llaman «la negra», pero cuando estoy en Guinea me llaman «la españolita». Lo que siento allí y aquí es que ninguna de las dos comunidades sienten que forme parte de ella. Pero yo sí me siento parte de las dos comunidades.

¿Y qué te ha aportado el idioma? ¿Podría ser una ser una especie de patria?

El idioma sí, la verdad que sí. Yo hablo en castellano, pienso en castellano; en fang, pienso en fang.

¿Y sueña en castellano?

Sueño en las dos lenguas (se ríe).

¿Siente que forma parte de una generación, hay cierta complicidad con escritores de su edad?

Hay complicidad y admiración por escritores como María Nsué, encuentro semejanzas, encuentro reivindicación feminista. Leo también a Juan Tomás Ávila Laurel, que lleva años escribiendo, y hay una especie de transición, ¿no? Uno va cambiando su forma de ver el mundo en los libros, y ves esa búsqueda de identidad, de lazos. Encuentras en ellos esa búsqueda de identidad, de lazos.

¿Qué papel juegan las mujeres en el mantenimiento de los roles, las discriminaciones y las tradiciones, en África, pero no solo?

«El hombre crea un modelo educatiro. La mujer lo reproduce»

En Guinea y en África negra es muy grande. Si mi madre se entera de que he escrito un libro donde hablo de gente homosexual y reivindicación feminista será la primera en regañarme. La madre está ahí para regañar. El padre aparece cuando la madre demuestra su incompetencia. Lo delega en la madre. Y luego en la cultura bantú hay tanta jerarquía entre papá e hijos que cuando los hijos se hacen grandes papá pierde la autoridad, porque no ha sabido crear un lazo emocional con ellos. Utiliza a la madre para que el niño, o la niña, haga lo que él quiera. ¿Qué se espera de nuestras madres? Salvo las que estén un poquito formadas y estén concienciadas de la situación, ellas sí que te apoyan, pero la mayoría no. Si le dices a tu madre que te ha dado una paliza tu novio te pregunta qué es lo que has hecho. La culpa es tuya. Las madres en Guinea se portan así. A otras les duele que le den una paliza a su hija. Algunas dicen, si no funciona, déjalo. Pero una buena mayoría se ha criado con esos roles bien establecidos. El hombre crea un modelo educativo, la mujer lo reproduce. Y cuando la madre se revuelve contra ese sistema de educación recibe la violencia del padre. La mujer es la que transmite, pero el poder real está en manos del hombre. Realmente ella es la que educa, pero la persona que le dice «educa así» es él.

¿Sigue esgrimiendo el hombre fang, como relata en «Herencia de bindendee», sus derechos de vida y muerte sobre sus mujeres y sus hijas, una especie de poder absoluto, y socialmente se acepta que eso sea así?

En el ámbito fang es así. Sigue siendo así.

¿Eso no ha cambiado demasiado, a pesar de que estamos en el siglo XXI?

Eso no ha cambiado demasiado.

En la página 60 de «Herencia de bindendee» se lee: «mi mujer sabrá adaptarse a las reglas impuestas… así aprenderá a tomar conciencia de quién manda en realidad». ¿Como en «Alicia en el país de las maravillas», lo importante no es el significado de las palabras, lo importante es quién manda? ¿Y más en Guinea Ecuatorial?

En la etnia fang quien manda es el hombre. No importa lo que la mujer diga cualquier cosa. Si no obedeces ya verás cuando venga tu padre. Está reconociendo que no tiene poder. Y de hecho cuando aparece papá en casa todo el mundo se calla. La sumisión se impone por todas partes, y la escuela, al menos en el caso de «Herencia de bindendee», no podía ser menos. En todas partes. La persona que enseña en la escuela sale de una estructura social.

¿Y no hay maestros que rompan esa cadena?

Hay maestros, pero pocos.

Se lee en «Herencia de bindendee», «Protege la parte más importante de tu cuerpo.—¿La parte más importante no era el cerebro?—Para las mujeres la entrepierna, el cerebro es cosa de hombres».¿Cuál es la parte más importante de la mujer?

El cerebro.

¿Es posible escuchar conversaciones de ese cariz en Guinea?

El problema en Guinea es qué nombre tiene lo que no tiene nombre. No te dicen: «hija mía, la parte más importante de tu cuerpo es la vagina». No, pero te premian cuando haces uso de la vagina para conseguir las cosas. No le dicen al chico: «lo importante para ti es el cerebro», pero premian al chico que se sirve del cerebro para el progreso. Muchas gentes estudian en la ciudad, pero cuando regresan a casa los fines de semana se espere que lleven algo, algo de comida, algo de petróleo. El chico no. Porque la mujer debe utilizar la entrepierna, y el chico el cerebro. Cuando durante la presentación del libro alguien me preguntó si todas las mujeres fang eran prostitutas eso desató el furor en internet, e incluso exiliados aquí me insultaban, me llamaban estúpida, inteligente. En el momento en que te educan y te dicen «tu cuerpo es dinero», desde que empiezas a menstruar si los hombres con los que vas no te dan dinero es que no lo estás haciendo bien. En el momento en que traigo a casa a mi pareja y me preguntan dónde trabaja en vez de si le amo me están diciendo que me prostituya, me están diciendo que busque a alguien que pueda pagar mis gastos. Si vas por una calle de Guinea Ecuatorial y te encuentras con una chica con minifalda, esa es la prostituta oficial, pero en cada casa de la etnia fang hay una prostituta. Solo que no se dice. No te dicen directamente: «qué bien, has traído a un chico con dinero. Ah, ¿sabes que le ha comprado un ordenador a tu primo?». ¿Qué pasa si me enamoro de una persona que no puede comprar un ordenador?

¿Qué es ser homosexual y proclamarse homosexual en Guinea Ecuatorial?

Significa: familia, ya no pertenezco a vuestra familia. Ya no soy uno de los vuestros.

¿Tal cual?

Tal cual. Que en Guinea digas que eres homosexual: se acabó.

¿Te echan de casa?

Claro.

¿Es socialmente inadmisible?

«En la cultura bantú creen que ser gay es seguir las costumbres de los blancos»

Totalmente. En Guinea no hay una ley que te diga tú por ser homosexual vas a la cárcel. No es como la ley de vagos y maleantes. Pero tampoco hay ninguna ley que diga por ser homófobo te vayan a perseguir. La cultura batú, las etnias guineanas consideran que ser gay es una forma de copiar costumbres de los blancos. Si se dice eso en un país donde la memoria de la colonización sigue estando tan presente hay una doble discriminación: una discriminación racista y una discriminación homófoba. Hay algunas familias, muy pocas, que van aceptando dificultosamente, porque no tienen otra opción. Yo por encima de todo amo a mi hijo. Pero se le pide que no salga del armario, que no se sepa fuera. Pero la mayoría lo que hace es aislarte culturalmente. Como siguen siendo muy fuertes los lazos de tribu, los lazos de apellido, como la familia te aísle, ahí te quedas. Porque el individualismo no se ha asentado del todo bien en Guinea. En la vida diaria por encima del individualismo está la tribu, los apellidos, el pueblo.

¿Cuánto de autobiográfico hay en «La bastarda»?

¿Usted también?

Soy periodista.

Mi primer libro se tituló «La negra». Lo publicó en una antología la editorial Remei Sipi, y dijeron que era mi vida. Ahora con «La bastarda» también piensan que es mi vida.

¿Lo que preguntado es cuánto hay de autobiográfico?

«En los libros yo no cuento mi vida, tengo una vida íntima que prefiero preservar»

Yo escribo lo que vivo, lo que veo. Si voy a un funeral en Guinea puede que al final escriba un relato corto. Si estoy sentada en un bar y escucho una conversación puede que la utilice más tarde. En los libros yo no cuento mi vida, yo tengo una vida íntima que prefiero preservar.

¿Podrían ser las palabras que abren y cierran la novela «bastarda yo, una mujer fang; bastarda yo, la hija de una soltera fang; bastarda yo, lesbiana» no son en absoluto una suerte de brevísima autobiografía?

No.

Mientras la protagonista le corta las uñas a su abuelo, Osá el Descalzo, no con una hoja de afeitar sino con un cuchillo muy afilado (una acción que espeluzna), dice «Yo trabajaba en silencio. La gente guardaba mucho silencio». ¿Es ruidosa, extrovertida, la gente en Guinea, o ese silencio es una forma particular de la realidad guineana, un silencio expresivo, que cuenta muchas cosas?

«Papá es la autoridad despiadada. Papá es el que nunca te escucha»

Ese silencio significa que cuando papá llega hay que guardar silencio. Porque papá es la autoridad. Papá es quien manda. Papá es quien tiene una autoridad despiadada. Papá es quien manda sobre mí. Papá es quien manda sobre mamá, sobre la tía, sobre la abuela. Papá es aquel que hoy es el que paga, pero papá es el que nunca te escucha, papá es el que nunca está allí. Incluso hay amigos que me dice: «Melibea, es que yo no lo entiendo, que ahora los hijos, que ya tienen dinero y viven por su cuenta, no les hacen caso». Y le pregunto: «cuando tus hijos eran pequeños, jugabas con ellos, les preguntabas si les dolía algo». Sin esta autoridad, que en el mundo bantú es demasiado jerárquica. Y ese silencio es el que se guarda cuando llega papá. Incluso cuando pasa algo no se entera, porque quién se atreve a decir a papá lo que pasa.

Para referirse a los homosexuales en Guinea Ecutorial se recurre a la fórmula hombre-mujer, «fam e mina», una anomalía en la cultura fang. ¿Qué significa que para el lesbianismo, para el amor entre mujeres, no se haya creado ni siquiera una palabra, una expresión?

No es de extrañar, porque nunca ha existido. Para el varón fang la mujer es un bien. Un bien que sirve para dar hijos que son representados por hombres, son hijos de hombres, ya sean de tu hermano o de tu marido, para reproducir hijos y para producir bienes. Para eso estamos. Que no tengamos nombre como lesbianas a la mujer fang no nos extraña, para la mujer fang que es consciente de lo que tiene que ver con la identidad de género. Incluso es peyorativo, porque aquí en el lenguaje normal fang hablar de relaciones sexuales entre una mujer y un hombre los conceptos que se utilizan son de ejercicio de poder, raras veces escuchas a una persona hablando de la mujer como de hacer el amor, son escasas, son casos aislados.

¿Esa expresión existe en fang, hacer el amor?

Sí, «abo» (hacer) y «edying» (amor). Yo lo castellanizo. Y sobre todo los hombres hablan de ello cuando no se encuentran entre ellos. Porque cuando se encuentran entre ellos tienen que ser hombres, y la única forma de ser hombre es demostrar que has ejercido poder alguna vez sobre el cuerpo femenino.

¿Hablan de follar, supongo?

Hablan de follar, pero follar tiene un significado de dominio. Cuando se dice hombre/mujer es como diciendo «este hombre» deja que otro hombre ejerza poder sexual sobre él, hay un sentido peyorativo. ¿Cómo se te ocurre romper el contacto heterosexual para dejar que hagan contigo lo que haces con una cosa, que es lo que es una mujer? Y ese nombre ha creado polémica, porque me dicen en Guinea que no, ese nombre no significa gay, porque los gays son cosa de los blancos. Significa un afeminado. Para el que sí hay un nombre fang, «bequebe fafam». «Fam» es hombre, «bequebe» es las hermanas. Un hombre que se porta como las hermanas de ella. No como un hombre sino como una mujer. Me dicen que me lo he inventado. Pero no es un invento, sino una forma de que se reconozca en Guinea que los fang son un grupo humano como lo son los beri-beri, o los vascos o los catalanes. Somos tan personas como el resto del mundo y hemos sido gays y lesbianas como todo el mundo en toda la historia, y ha está. Reconozcámoslo.

Si no existe la palabra es como negar la realidad.

Pero la palabra existe. En Guinea se dice, «ese es gay. Uy, los blancos». Pero llegaron los blancos aquí y erais tan gays y tan lesbianas como los tutsis.

Se ha estigmatizado (y se sigue estigmatizando la homosexualidad) en Guinea y en buena parte de África como un legado perverso de la colonización blanca, el ejemplo de la degeneración de las costumbres. ¿Sigue siendo así?

En muchos países sigue siendo así, pero se está empezando a abrir la mano porque no solo hay gays pobres. También hay gays ricos, pero el gay rico es más aceptado. El corazón no es rico, la mano sí. En algún momento el gay rico conoce al gay pobre y no puede delatarle, porque el pobre va a hablar.

En los dos libros se hace especial hincapié en el papel secundario de la mujer en la cultura fang, en la sociedad guineana, en que para ser, para llegar a ser, depende por completo del hombre, y se habla incluso de «cumplir las expectativas». ¿En qué medida ha podido huir de ese destino impuesto, como escritora y como persona?

«Quien viene a por ti es la cultura, empezando por tu propia madre»

Yo no soy una excepción. Hay muchas chicas en Guinea que han logrado huir de eso. Desde que en Guinea se empieza a explotar el petróleo el país empieza a recibir gente de otros lados, y empieza a ver que no sólo nuestro modelo es el válido, que hay modelos españoles, británicos, incluso de Camerún, que está al lado, y es como si poco a poco fuéramos abriéndonos. La presión económica va obligando a que Guinea se abra al mundo. Vamos conociendo otras formas de vida. Para mí si ha sido duro, pero no porque un ministro venga a decirte: «Oye, lo que tú hace no está bien. Me parece mal». Pero quien viene a por ti es la cultura, empezando por tu propia madre.

¿Se puede considerar el matrimonio en Guinea Ecuatorial como una forma ritualizada de prostitución, de venta de cuerpos?

Sí.
Trifonia Melibea Obono IGNACIO GIL

¿Es decir que el amor, la elección personal, la libertad individual, no juega todavía un papel importante?

Puede coincidir, que haya coincidencia. Leí un artículo en el que se contaba cómo el colonizador logra que el fang salga del interior para irse a Malabo a hacer café, a través de promesas como vas a ganar dinero, con el dinero vas a pagar la dote… Es decir, la comercialización de la mujer en Guinea es una cuestión institucional dentro de la etnia fang. Pero el problema es que no lo reconocen, no lo dicen con ese nombre. Le ponen un nombre bonito. Los matrimonios en la etnia fang son de tribu a tribu. El representante de la tribu es el hermano o el padre. De tal forma que yo puedo querer a Juan, pero si mi padre no coge la dote no hay matrimonio, y ¿quién tiene interés en el matrimonio? ¿Mi padre o yo? Esas son las preguntas que podrían hacerse cuando se haga una ley sobre el matrimonio consuetudinario en Guinea. A ver ¿quién se casa aquí? ¿La chica y el chico? ¿La tribu? ¿Cuántos intereses hay en los hombres de la tribu? ¿Quién quiere qué? Hay demasiada gente con demasiados intereses. Mi prima pide el ordenador. Antes se pedían otras cosas, como el machete afilado. Lo que han cambiado son las formas de consumo. Del pescado ahumado ahora hemos pasado a al caja de chicharros. Antes se decía: «el hombre que más pesca en la zona es el que tiene a todas». Ahora es el ministro que tiene dinero, o el opositor rico. Para que resolvamos eso antes tenemos que reconocer que es una cosa nuestra, no de los blancos. Si se lo atribuimos a los blancos nunca vamos a cambiar.

¿De qué trata la tesis en la que está trabajando?

Sobre el matrimonio consuetudinario. Estoy estudiando políticas. Lo que me interesan son las relaciones de poder. Al final todo desemboca en la persona.

En la novela se habla a menudo de las personas mayores, de su opinión, de su versión de las cosas. ¿En qué medida la apelación a los mayores, a la tradición, no es tanto un respeto a su sabiduría como una preservación del estado de las cosas, del pensamiento mágico, de la brujería?

Son las dos cosas. ¿Qué es lo que propicia en muchas sociedades el cambio? La meritocracia. Un anciano puede ser muchas veces un tonto, y se le escuchar porque es mayor. Hay un excesivo respeto a las personas mayores que muchas veces es inmerecido. Eso es mitología. Sería bueno, como dice Platón, que pasáramos de los mitos a la razón. La jerarquía está demasiado arraigada. Hay que cambiar ese orden de alguna manera.

¿Sigue pesando mucho el animismo y la brujería?

No tanto que exista o no, sino que la gente crea que exista. Cuando la gente me dice: «hay que creer en algo», yo respondo: «vale». Pero no encuentro ninguna razón entre ser brujo y ser presidente. El problema es que mucha gente cree que la brujería existe, y que puedes cruzarte de brazos que ya aparecerá un curandero que te va a salvar la vida.

Pensamiento mágico.

Y eso retrasa toda una sociedad.

Para huir de la presión social, de la tradición, ¿sólo le queda el bosque a Okomo y a sus amigas? ¿O huir al extranjero, a otro bosque llamado España?

El bosque en «La bastarda» representa libertad. Una sociedad tolerante, que es necesaria. El bosque representaba tranquilidad, un lugar al que podías ir a pensar. En la novela el bosque representa esa necesidad de crear una sociedad tolerante, en la que no haya lugar a la homofobia y el racismo y en el que haya lugar para la meritocracia, que no haya luchas por causa de la religión o la etnia. El bosque representa eso, no salir al extranjero. Una forma de decir que los roles establecidos por la cultura hacen mucho daño.

¿Qué es la Casa de la Palabra y qué papel sigue jugando en la sociedad guineana

La Casa de la Palabra era antiguamente un espacio bien establecido. Ahora está en la mente. Porque buena parte de la gente ha abandonado los pueblos y se ha ido a vivir a la ciudad, pero tienen la casa de la palabra dentro de su cabeza, y sigue significando mucho. Y muchos de los problemas se siguen resolviendo a través de ese pasado ancestral.

Es un concepto muy poético, Casa de la Palabra, pero por otra parte es la plasmación de la tradición. Son los viejos quienes deciden.

Claro, y para las mujeres la perdición. La exclusión, porque es un lugar al que van los hombres a hablar de los problemas de los hombres. Ellos se sienten iguales entre ellos, nosotros somos las cosas.

La última parte de «La bastarda» es un camino de búsqueda personal y biográfico, genealógico. Para ello recorre físicamente una parte del país, hacia la frontera con Gabón: Akonibe, Micoomibee, Engongom, Asok-Abia, Alum y Ebian. ¿Tienen algún significado los nombres de estos pueblos?

Aquí hago una referencia, aunque no del todo, a lugares que limitan con Gabón y Camerún. Esas poblaciones tienen mucho contacto con las naciones de al lado, y hay ahí una doble identidad que se está configurando. Como están entre Gabón y Guinea y entre Camerún y Guinea se establecen nuevos lazos, de una manera que podemos plantearnos si se están creando las bases para otro tipo de identidad nacional, o una parte de nuestra identidad, de nuestra población, que nos están quitando. La niña se va a Gabón y ve que hay más luz, que hay más cosas, y quizás la luz que ve allí no es más que otra forma de vida.

¿Tendría sentido recorrer Guinea Ecuatorial en busca de una verdad íntima, política y literaria?

La verdad que sí.

¿Lo ha hecho alguien, sobre todo un escritor del país?

Se puede hacer, pero los escritores guineanos son muy pobres para poder hacerlo. Hay escritores que lo han hecho sobre muchos lugares, como Juan Tomás, que ha escrito sobre Mbini, sobre Annobón, sobre Malabo… Sobre lugares concretos. Es de lo más representativo que hay a nivel literario en Guinea.

¿Qué falta por hacer en la literatura ecuatoguineana

Todo.

¿Pero hay algunas novelas, teatro, poemas…?

Pero necesitamos más para hacer más. Porque la literatura es vida, la literatura te cuenta la vida de una nación sin necesidad de irte a esa nación. El día que se pueda leer literatura guineana y conocer Guinea sin necesidad de ir a Guinea tendremos una gran literatura. Ahora siguen siendo experimentos de algún que otro pringao ahí suelto.

¿Hay otras expresiones literarias valiosas al margen de las que emplean el español en lenguas guineanas?

Sí, pero muchas veces cuando hablo español hay cosas que no puedo decir en fang, y otras que puedo decir en fang pero no puedo decir en español. Tengo ahí un buen lío de lenguas.

¿Cuáles son sus ancestros literarios, sus influencias, sus referentes?

El libro que me llegó al alma cuando lo leí por primera vez, y porque me obligaron, fue «La fiesta del chivo». Lo cogí, empecé a leerlo, y no podía parar. Era como leer África. Y luego «Teoría de King Kong», de Virginia Despentes, una feminista francesa. Empieza así: «Escribo para las feas, para las gordas, para las negras…».

¿Y ahí le enganchó?

Sí, fue como leer mi vida, como leer la vida de mi madre, de la Guinea hispanocatólica, que sigue vigente. Luego, cuando leí “Ekomo”, de María Nsué, al principio no entendí la obra. Cuando volví a leerla fue como leer a las mujeres fang. Es la narración de la vida de una mujer fang. Y a Juan Tomás le adoro. La obra que me ha queda más adentro es “Arde el monte”, que cuenta las carencias de la vida en Annobón. La leí de una sentada en tres horas.

¿Se pueden conseguir sus libros en Guinea Ecuatorial?

Sí, si los encuentras sí.

¿Pero hay librerías?

Había una.

¿En Bata?

En Bata hay una que está bajo el amparo de la Cooperación Española.

¿Y en la capital, en Malabo?

Había una, pero está cerrada, no sé si por obras o por falta de rentabilidad económica.

¿Cuál fue el mejor legado de la colonización española en Guinea Ecuatorial?

El castellano.

¿Y lo peor?

El catolicismo.

¿Hay bibliotecas en Guinea Ecuatorial?

Sí, hay una, nacional, en Malabo, y los centros educativos tienen sus pequeñas bibliotecas.

¿Qué supone escribir en Guinea Ecuatorial hoy? ¿Y ser escritora?

«Mis personajes son los que me gustaría que fuese la vida de una mujer fang. Escribo para vivir»

Supone, «hola, leí tu libro, eh…». No, leí tu libro, no. «Hola, te vi en la tele. ¿Has sacado un libro, no?». Sí. «¿Me regalas uno?». «Hola. ¿Eres Melibea, no? ¡Qué libros escribes, por favor! Tú no sabes nada de la etnia fang. Eres una niña que se fue a España a aprender tres tonterías y que cree que puede comerse el mundo». «Hola, Melibea, ¿qué tal? ¿Escribes, no? ¿Para qué si con eso no come? Estás perdiendo el tiempo». Pero para la propia escritora, para mí, escribir es vivir. Cuando escribo, no me puede decir mi madre: eso no lo puede pensar ninguna mujer. No me puede decir ningún cura: arrodíllate, que eres una mujer. No me puede decir un maestro en el colegio: no hagas eso porque no lo hacen las chicas. No me juzga nadie, estoy sola con mis personajes. Puedo imaginarme una vida sin ser mujer fang. Mis personajes son lo que me gustaría que fuese la vida de una mujer fang. Escribo para vivir, pero no para vivir económicamente, sino para tener una vida digna.

¿Sigue teniendo importancia la literatura oral?

Sí, es la que más ahí. El boca a boca funciona.

¿Qué sabemos en España de Guinea?

Poco. Bueno, no quiero exagerar: nada.

¿Se puede esperar que algún día llegue la democracia a Guinea Ecuatorial?

Ehhhh… (Se ríe). El problema de la democracia en Guinea tiene más que ver con la cultura política que con personas concretas. Tenemos una herencia bantú, y una herencia franquista que han creado una cultura política de aquí tengo silla y aquí me quedo. Te das cuenta de que una persona llega al poder y se sienta. Llega a la secretaría de un partido político y allí se queda eternamente. Llega a un organismo de cualquier tipo, y allí está. El problema de Guinea no es Obiang, porque ahí ves partidos políticos donde el secretario general desde hace 25 años es el mismo. Y no es Obiang. La corrupción sobrevive no tanto porque sea buena como porque todo el mundo tiene planes sobre la persona que llega al poder. Es lo que pasa en Guinea. Cuando llega un ministro y tiene planes para cambiar la cosas y en la calle le preguntan: «tú eres ministro, ¿y tu chalet?». Esperan que haga eso. Son las expectativas de la gente. No es solo la élite política, sino que la propia sociedad también está exigiendo su parte, y esperan que se aprovechen de su cargo. Hay una cultura política bastante franquista, bastante bantú, bastante de África subsahariana, y no sé si estoy generalizando demasiado.

¿Quién es Trifonia Melibea Obono?

Una chica normal (se ríe), con sus catarros cada vez que viene a España y se pone malísima (y sigue riendo).

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)