Por los caminos del refugio y del cambio

Crónica de un viaje con parlamentarias y periodistas a algunos de los campos de refugiados que marcan la realidad más dura de nuestro mundo.

El Diario, , 02-12-2016

La semana pasada tuve la gran suerte de volver a Oriente Medio y reencontrarme con un pueblo muy querido para mí y con el que he compartido años de vida. Es el pueblo sirio, el jordano, el iraquí. El pueblo árabe, un pueblo tan similar al nuestro y con el que me siento en casa. Me reencontré con ellos no sólo en Oriente Medio sino en su camino hacia Europa huyendo de la guerra.

En este viaje participaban tres diputadas; Meritxell Batet del PSOE, Ione Belarra de Podemos y Patricia Reyes del PP y también tres periodistas; Jorge, Javier y Ernesto. Una gran compañía. La visita, organizada por Oxfam Intermón, tenía como objetivo que las diputadas conocieran personalmente la situación de los refugiados en Oriente Medio y en Europa. Que fueran conscientes del papel tan lamentable que está desempeñando la Unión Europea en este tema. Y que a su vuelta empujen cambios que mejoren la vida de las personas que huyen de la violencia.

El viaje, inolvidable, ha sido una experiencia compartida, con momentos de dolor e impotencia, momentos de emoción, de disfrutar y sobre todo con la sensación de que esto no puede seguir así. Vamos a hacer algo porque podemos hacerlo. Las tres diputadas han sido muy abiertas, empáticas, cercanas. Querían saberlo todo y no paraban de decir: ‘esto hay que cambiarlo ya’.

Quedó patente allí, sobre el terreno, que las personas refugiadas tienen derechos y tenemos que satisfacerlos y Europa es la clave para ello. Es cuestión de voluntad política. La actuación de la Unión Europea en este momento es vergonzosa. No está acogiendo ni los refugiados a los que se han comprometido por los mecanismos de reubicación (los que ya han llegado a Europa) ni por reasentamiento (los que tenían que venir de Oriente Medio). Además, está firmando acuerdos con terceros países (Turquía, Afganistán) para que estos paren los flujos migratorios y les impidan llegar a Europa. España es el primer país en violar su compromiso y trasladar el problema a los ya sobrepasados países vecinos de Siria. No ha recibido ni al 3% de las personas que se comprometió a acoger.

Nos contaron que en este momento hay 20.000 personas en una zona fronteriza en Jordania, Bern, que no reciben ayuda humanitaria y que Jordania no quiere acoger. Hay mujeres embarazadas y niños desesperados. Y cuando Europa pide a Jordania que les reciba, Jordania responde que sea Europa quien los acoja porque ellos no pueden más.

Los datos tienen rostros de personas detrás. Lo vimos en el segundo campo de refugiados más grande del mundo, Zaátari, donde hay más de 80.000 personas que han huido de Siria. Muchas llevan allí 5 años. Vimos sentimientos muy encontrados: hay quienes esperan volver a Siria, y quienes piensan que ya se quedan donde están. Todos coinciden en que han perdido años de vida. La situación es especialmente trágica para los jóvenes que están perdiendo la oportunidad de educarse para reconstruir Siria una vez acabada la guerra.

Después visitamos campos de refugiados en Grecia. Sí, Grecia. Sí, Europa. A mí se me caía el alma a los píes. Cómo es posible que tengamos campos de refugiados en Europa, al lado de una ciudad tan grande como Toledo, sin garantizar los servicios básicos, teniendo a las personas en tiendas de campaña con un frío enorme. Pues los tenemos. Allí hablamos con Nassot y Yaman, en uno de los momentos más duros y emotivos del viaje. Dos jóvenes que quieren estudiar pero que hasta que sean reubicados en un país europeo no pueden hacerlo. Ven que el tiempo se les pasa y no duermen por la noche, agobiados por sus familiares que siguen en Siria bajo las bombas.

Fue imposible no conmoverse ante ellos. Es indignante, esto hay que cambiarlo y está en nuestras manos. Está en las manos de nuestros representantes políticos, y afortunadamente las tres diputadas lo tienen muy claro. Con ellas acordamos una serie de iniciativas para garantizar el objetivo inmediato de que España acoja por fin a todos los refugiados a los que se ha comprometido. Sólo tiene que reclamarlos, ya están preparados para venir. Además, España debe revertir todos los acuerdos que utilizan a los refugiados y migrantes como moneda de cambio. Y debe empezar ya.

Tengo la confianza de que estas tres diputadas, ahora también embajadoras de los refugiados, harán lo posible por cambiar no sólo la vida de Nassot y Yaman, sino la de millones de personas desplazadas en el mundo. Guardo un enorme agradecimiento a estas compañeras y compañeros de viaje, tan sensibles y cercanos. Y también el orgullo por ser parte de Oxfam, y de su difícil e impresionante trabajo en todos los países.

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