La muerte de dos migrantes tras una explosión de gas registrada en la noche del jueves en el campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, puso ayer de relieve la impotencia del Gobierno de Atenas para solucionar la superpoblación de los centros de acogida del Egeo. Según confirmó el Ministerio de Migración una iraquí de 60 años y de su nieto de 6 años perdieron la vida en un incendio registrado en la zona de tiendas de campaña. Otra mujer y a su hijo resultaron gravemente heridos y tuvieron que ser urgentemente trasladados a un hospital de la capital por un avión militar. Por la destrucción causada por el fuego al menos cuatrocientas personas, anunció Acnur, se quedaron sin refugio tras quemarse la zona en la que se alojaban.

Durante las tareas de extinción algunos refugiados se enfrentaron a la Policía, un fenómeno que no es nuevo, ya que en los últimos meses se han producido enfrentamientos de este tipo cuando se han declarado fuegos, algunos de ellos provocados. La frustración por la lentitud en el proceso de las demandas de asilo de los refugiados y el hacinamiento en los campamentos del Egeo oriental, Hen, las islas de Lesbos, Samos, Kos y Quíos, que están detrás de este aumento de la tensión generalizado.

A este riesgo se ha unido también la actuación de algunos grupos de extrema derecha. Recientemente, el campo de Suda, en la isla de Quíos, fue atacado con cócteles molotov.

El ministro de Migración griego, Yannis Muzalas, se defendió ayer en el Parlamento de los que le señalan como culpable de la superpoblación en los campos de refugiados. Aseguró que el Gobierno se encuentra entre la espada y la pared, y acusó a las autoridades locales e incluso a algunos miembros de su partido, Syriza, de ser los verdaderos responsables por bloquear la creación de más centros de acogida en el Egeo oriental.

El número de personas alojadas en estos campamentos es de 11.398 , según datos oficiales, con lo que se supera con creces el de plazas disponibles, que suman 7.450.