Interés Humano

Ali, de refugiado a ganar medallas para Croacia

Diario de noticias de Gipuzkoa, Vesna Bernadic /Efe, 27-10-2016

2 Vesna Bernardic/ EfeZagreb – Entre los cientos de miles de refugiados de Oriente Medio y Asia que el pasado año cruzaron por la ruta de los Balcanes estaba el joven iraní Ali Noghandoost, de 23 años, un taekwondista que tras muchos peligros ha encontrado un prometedor futuro deportivo en Croacia.Oriundo de la ciudad iraní de Rasht, decidió emigrar ya que, como cristianos baptistas, él y sus hermanos vivían con miedo. “Decidimos irnos ya que mucha gente termina en prisión allí, por el simple hecho de ser cristiano. Muchos fallecen, no existe libertad de credo”, cuenta Ali a Efe en Zagreb.Salió de su país en mayo de 2015 y tras un año de muchos peligros y momentos de desesperación, pero también de gran perseverancia y fe, llegó a Croacia, donde encontró asilo, amigos y un prometedor futuro deportivo. Lo peor pasó en la travesía por mar entre Turquía y Grecia, rememora, en un barco sobrecargado que empezó a anegarse de agua y en el que pasó mucho miedo.Al llegar a la playa vio una treintena de cadáveres de aquellos que lo intentaron antes, pero tuvieron menos suerte. En aquel momento Ali no podía imaginar aún que un año después recibiría asilo y se convertiría en ciudadano de un país para él desconocido y sería miembro del mejor club croata de taekwondo masculino, el Jastreb. Ha ganado ya para su club una medalla de oro en la categoría hasta 58 kilogramos en una competición internacional celebrada este mes en Zagreb. Su entrenador, Dejan Mesarov, confía en que Noghandoost pueda integrarse en el futuro en la selección nacional de Croacia.Tamara Pradegan, entrenadora jefe del club, tiene solo buenas palabras para Ali. “Es un modelo para nuestros deportistas. Ha traído nueva motivación a la sala. Cumple al 100% con todos los entrenamientos. También por sus cualidades humanas puede ser un ejemplo para todos los jóvenes en Croacia”, comenta.En su país, Ali había combatido en distintos equipos e incluso llegado a la selección nacional, afirma, aunque nunca llegó a participar en grandes competiciones. Tras llegar a Grecia, Ali cruzó durante meses la ruta balcánica, por Macedonia, Serbia, Croacia y Eslovenia, hasta Austria, donde le esperaba otro hermano. En la ciudad austríaca de Graz, cuenta, pasó tres meses en un centro de acogida junto a otros mil refugiados, durmiendo sobre el suelo, con mala comida, duchas de agua muy fría y mucha gente enferma. Pero él siguió entrenando. “Entrené solo todos los días. No pasó un día sin que entrenara. Salía afuera para entrenar, sin importar el clima”, recuerda.Finalmente, pudo reunirse con sus dos hermanos en la ciudad austríaca de Innsbruck. Semanas después, una mala noticia para la familia: Ali y su hermano menor iban a ser deportados a Croacia, pero fue allí donde encontró ayuda. l

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