A Teherán, el vuelo de la polémica

La Vanguardia, Rafael Poch | París, 05-04-2016

El 17 de abril Air France estrena su nuevo vuelo París – Teherán, interrumpido desde el 2008 por las sanciones occidentales contra el régimen de los ayatolás, por sospechas de ambicionar lo que otros, comenzando por los sancionadores y pasando por Israel en la misma región, ya tienen: un arsenal completo de destrucción masiva en abierta violación del acuerdo de no proliferación (NPT) de 1968. Las sanciones se han retirado, porque los iraníes se han bajado de su burro nuclear, pero el restablecido vuelo a la capital persa ha provocado un nuevo conflicto en la compañía francesa.

Todo empezó cuando el jefe de personal de Air France, Gilles Gateu, comunicó a sus empleadas que la ley iraní impone el uso de pañuelo sobre los cabellos en los lugares públicos a todas las mujeres presentes en su territorio, por lo que las azafatas y las pilotos deberían usar el fular de su uniforme como velo al salir de los aviones. Diversas azafatas respondieron inmediatamente que rechazaban esa obligación al aterrizar en Teherán. Los sindicatos propusieron a la compañía que se estableciera un tipo de voluntariado a la hora de volar a ese destino. La propuesta fue aprobada ayer por la compañía: ser tripulante del vuelo Air France con destino a Teherán será voluntario, pero sólo después de que el tema llegara en forma de polémica a los medios de comunicación franceses, que desde la ley del 2004 sobre el uso de atributos religiosos en las escuelas demuestra una verdadera pasión hacia este tipo de polémicas.

La embajada francesa en Riad ha explicado que la norma para las mujeres extranjeras es mucho más estricta en Arabia Saudita, donde al salir del aeropuerto, que es una especie de zona franca vestimentaria, no ya el velo sino la abaya, la túnica completa que lo cubre todo, excepto los pies, las manos y el rostro, es obligatorio.

El voluntariado en las tripulaciones de Air France ya se aplicó en los vuelos a Tokio, tras la catástrofe nuclear de Fukushima, y en el vuelo a Conakry (Guinea) durante la crisis del ébola, pero el voluntariado por vestimenta es una primicia, que, además, ha recibido la bendición de la ministra para la Infancia, la Familia y los Derechos de la mujer, Laurence Rossignol.

“Este sistema preserva los intereses económicos de la empresa y la conformidad con las leyes del país de destino, respetando al mismo tiempo la libertad de consciencia de las tripulaciones”, ha dicho.

El jueves Rossignol metió la pata en un entrevista radiofónica que evidenció, una vez más, hasta qué punto la islamofobia tiene barra libre en los medios de comunicación y en el debate político del país, donde aflora no solo desde la extrema derecha sino también entre los pliegues de cierto laicismo republicano. Defendiendo su oposición a la línea de la llamada “moda islámica” lanzada por diversas empresas de moda, la ministra, fundadora de SOS Racismo, habló de “francomusulmanes”, como categoría específica de ciudadanos, lo que es un atentado a la esencia ciudadana francesa. Muy del gusto del Frente Nacional, tal categoría fue una primicia para un ministro socialista, que sería inimaginable en su variante “franco – judíos” o “francocristianos”.

“Tenemos el deber de garantizar a todos los que viven en Francia y a los francomusulmanes que vivan bien”, dijo Rossignol. A la objeción del periodista de que hay muchas mujeres que eligen libremente llevar velos, replicó diciendo que eso era “como los negros americanos que fueron partidarios de la esclavitud”.

La ministra utilizó el término nègres (que equivale por su carácter despectivo e insultante al término inglés nigger), demostrando una torpeza y una ligereza tan asumidas en Francia que ni siquiera hizo reaccionar al periodista Jean – Jacques Bourdin, de RMC, que la entrevistaba. La ministra ha matizado sus palabras, “sin retirar una sola de ellas”, ha dicho.

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