Angela Merkel dio ayer un respiro de alivio, al conseguir llegar a un consenso con sus socios de la gran coalición para retirar durante dos años el derecho a la reagrupación familiar a aquellos refugiados a los que no se les conceda el asilo pero reciban protección subsidiaria por causas humanitarias. «Es un buen compromiso», afirmó el líder socialdemócrata, Sigmar Gabriel. Con este acuerdo, la CDU, la CSU y el SPD eliminan la última traba para que entre en vigor el endurecimiento de la ley de asilo, acordado en noviembre, que contempla la creación de centros de registro para expulsar en un máximo de dos semanas a aquellos refugiados a los que les sea denegada la acogida.

PUBLICIDAD

La reforma legislativa, acelerada por las agresiones sexuales a mujeres cometidas en Nochevieja en Colonia y otras 12 ciudades del país por presuntos inmigrantes, implica la inclusión de Marruecos, Túnez y Argelia en la lista de los países considerados seguros, para poder expulsar a los demandantes de estas nacionalidades. Merkel pretende así reducir el flujo de llegadas al país, como respuesta a la presión que recibe desde hace meses de parte de sus socios, especialmente de la CSU bávara, que le exige sin éxito que fije un tope anual de 200.000 refugiados. Entretanto, en Heidelberg se expidieron los primeros documentos de identidad especiales para solicitantes de asilo, que deberían llegar a todas las ciudades alemanas a mediados de febrero.