Manuel Navarrete entiende el terrorismo como pocos. Arrancó su carrera en la Guardia Civil en 1985, en San Sebastián. Combatió a ETA durante dos décadas. Ayudó a la policía sudafricana a superar los métodos del apartheid y acumuló experiencia en la embajada de España en Estados Unidos. Desde 1998 colabora directa o indirectamente con Europol y desde 2014 se encargaba del área de Contraterrorismo e Inteligencia financiera de la institución con sede en La Haya. Desde ayer es el director del flamante Centro Europeo contra el Terrorismo.

Pregunta.–¿Qué podemos esperar del Centro Europeo contra el Terrorismo?

Respuesta.–Éste es un centro más visible que lo que teníamos antes. Con una red específica de intercambio de información, una red restringida y específica para terrorismo. Integra nuevas posibilidades dentro de la organización, como todo lo relacionado con crimen organizado e inteligencia financiera. Permite dar un enfoque mucho más coordinado, más coherente, más sólido para dar un producto único.

P.–¿Por qué ahora?

R.–Mientras desarrollábamos estas líneas desde Europol, en noviembre se producen los ataques en París. Vista la dimensión que tenían decidimos establecer un equipo para ayudar en el análisis criminal. La task force Fraternitè la puse yo en marcha y tenemos 30 personas trabajando en inteligencia financiera, conexiones, uso de social media y apoyando a los franceses y belgas en este campo. Ahora hemos visto que necesitamos reforzar lo que tenemos e integrar nuevas posibilidades como el intercambio de información también con EEUU, Suiza o Australia. Pero sobre todo en el Mediterráneo, con Túnez, Marruecos…

P.–Los ministros se alarmaron con la posibilidad de nuevos ataques del Estado Islámico (IS, en sus siglas en inglés) en Europa.

R.–Hace falta el contexto. La mayoría de los ataques en Europa venían de los lobos solitarios. Personas con algún contacto con organizaciones, pero no con un entrenamiento profundo en terrorismo, que conseguían los medios, sentían la inspiración y de manera individual o reivindicándose o vinculándose principalmente a Al Qaeda ejecutaban atentados. Ésa es una amenaza difícil de detectar, porque son personas muy aisladas que se radicalizan con internet. Pero eran relativamente poco eficaces porque lo suyo era una autogestión del terrorismo, aunque algunos tuvieran vínculos y hubieran sido entrenados en zonas de conflicto, como Mohamed Merah. Pero era un fenómeno poco conectado con la letalidad. Y con una carencia estructural.

P.–Pero no es el caso del Estado Islámico…

R.–Estado Islámico pretende una forma más estructurada de terrorismo. Es lo que vemos en París. Hay inspiración, impulso y dirección. Todo un grupo, una jerarquización. Una información previa, una acumulación de material y finalmente una acción coordinada en tres escenarios por 9 o 10 personas, con la idea de que parte del grupo siga haciendo acciones. Y algunos de los terroristas vienen directamente de Siria para matar. Eso indica que hay una estructura de mando control, una dirección, lo que les hace más peligrosos. Podemos inferir que el IS ha reforzado su capacidad de dirección y puede ejercerla. Pero lo que es terriblemente difícil de prever es cuándo, cómo y dónde.

P.–¿Cuánto miedo hay que tenerle al IS?

R.–No hay que tener miedo, sino herramientas para defendernos de esta amenaza. Inteligencia, acción coordinada, explotar los medios que tenemos para desbaratar esas redes y que los daños sean mínimos. El miedo no nos lleva a ninguna parte.

P.–¿Cuál es la fuerza de la UE para combatir el terror?

R.–Tenemos muchas fortalezas. París fue un ejemplo de la letalidad del Estado Islámico, pero durante años los servicios de inteligencia llevan haciendo prevención eficaz. Un ataque nos conmociona y hay que hacer todo lo posible para que no se vuelva a repetir. Tenemos unos servicios de seguridad bien preparados, con gran experiencia. Quizás es en la mejora de la coordinación y la información que se intercambia donde hay que trabajar.

P.–¿Cómo valora Europol que hayan llegado terroristas infiltrados como refugiados?

R.–El terrorismo es un parásito. Parasita todo lo posible para obtener ventajas de la debilidad. El tráfico de personas o de armas son campo abonado para que el terrorismo pueda tener rédito. La crisis de refugiados es oportunista para los terroristas. Sería injusto vincular una cosa con la otra, pero el terrorismo parasita cualquier debilidad para beneficio propio, incluso la crisis de refugiados.