El País Vasco tiene un porcentaje de inmigrantes del 8,6% del censo (contando a los extranjeros y los nacionalizados) que está claramente por debajo de la media estatal (12,8%). Sin embargo, hay un puñado de municipios que superan esa media y se aproximan a los niveles de otras comunidades del Mediterráneo. El que más lo hace, Navaridas, en la Rioja alavesa, tiene nada menos que un 26% de extranjeros, aunque el padrón apenas llega a 216 habitantes. En cambio, hay otras tres poblaciones con tasas de extranjería elevadas que llaman la atención porque tienen censos bastante mayores que el de Navaridas y además están situadas fuera del entorno de las capitales vascas, que es donde se suelen concentrar los trabajadores foráneos.

Se trata de la localidad vizcaína de Berriatua, cerca del puerto de Ondarroa, con un 14,5% de extranjeros sobre un censo de 4.785 personas; Ordizia, con un 13,9% de inmigrantes sobre 9.803 vecinos y Markina, con un 13,6% y un total de 4.892 habitantes.

Son localidades de tamaño medio que, según el último informe del Instituto Vasco de Estadística (Eustat), arrojan índices de extranjería comparables a los de otras regiones, y en cualquier caso superiores al de Vitoria, la capital vasca con más inmigrantes en términos relativos (10% de la población). Ese índice lo supera una quincena de localidades vascas, la mayoría de ellas pequeñas poblaciones alavesas (con las excepciones ya indicadas de Berriatua, Ordizia y Markina).

Las excepciones

En el otro extremo, cinco ayuntamientos de Euskadi tienen un índice de extranjeros menor del 2%, el más bajo de todos. Dos de ellos son guipuzcoanos (Beizama y Elduain), otros dos alaveses (Lagrán y Harana) y uno vizcaíno, Garai. Entre esos municipios el que más vecinos tiene es el último (apenas 311).

En Gipuzkoa la procedencia de los inmigrantes está más repartida. Los latinos y los europeos rebasan el 30% y los africanos se sitúan en el 20%. El Eustat destaca la elevada presencia de los marroquíes dentro de estos últimos (casi el 49%).