MOHAMED EMWAZI

«Un sádico al que le gustaba hacer daño»

IMAGEN DE LA PROPAGANDA DEL ESTADO ISLÁMICO

El Mundo, C. FRESNEDA LL. M. HURTADO LONDRES ESTAMBUL, 14-11-2015

Hijo de beduinos, discriminado en su Kuwait natal y recalado en el Reino Unido para una vida mejor. Es Mohamed Emwazi, cuya familia se instaló en Queen’s Park, el barrio del noroeste de Londres, cuando él tenía seis años. Allí alimentó el odio que con el tiempo le convertiría en John el Yihadista, el verdugo del IS.

De pequeño, asimilaba a medias la cultura británica, soñaba con jugar en el Manchester United. Su padre, taxista, le ingresó en una iglesia cristiana. Era el único musulmán de clase. Emwazi acabó siendo relativamente popular allí, aunque el último año lo superó a trompicones tras golpearse la cabeza con un poste. Durante seis semanas no le volvieron a ver. Sus ex compañeros aseguran que nunca volvió a ser el mismo.

A los 13 años entró en la academia de Quintin Kynaston en St. John’s Wood. Allí tuvo su primer flechazo con una compañera de clase, Ahlam Ajjot. Era tímido, hablaba poco. Tenía las típicas explosiones de ira de su edad, pero jamás alarmó en la escuela, ya de por sí conflictiva. Dio el estirón y se enroló en una banda de barrio. Fumó marihuana, se emborrachó a menudo y llegó a robar.

El año 2009 marcó su vida. Estudió Informática en la Universidad de Westminster, albergue de una de las sociedades islámicas más radicales del Reino Unido. Allí contactó con un grupo de jóvenes radicales, seguidores del predicador Hani al-Sibai, y con una célula local de la milicia yihadista somalí Al Shabab, conocida como The London Boys.

Emwazi viajó a Tanzania con dos colegas que se afiliaron a Al Shabab. El aprendiz de yihadista, que alegó que su viaje era para participar en su safari, cayó en las redes de la Inteligencia, que intentó reclutarle infructuosamente. Tras aquella experiencia, volvió a Kuwait, donde se ganó la fama de empleado ejemplar en una empresa tecnológica. A finales de 2010, tras regresar a Londres, se dio cuenta de que estaba bajo vigilancia. Emwazi se convenció de que el MI5 quería su cabeza. Llevó su caso a Cage, una organización británica que ofrece protección legal frente a los abusos de la «guerra contra el terror». Asim Qureshi, su director, define a Emwazi: «Es la persona más humilde que jamás he conocido».

En 2013 apareció en Siria, habiendo salido posiblemente del Reino Unido en un camión, siguiendo la estela de los más de 700 británicos que hay enrolados en el Estado Islámico. En aquel país John el Yihadista era igual que miles de forasteros más de familias árabes migradas a Occidente: radicalizado en mezquitas controladas por salafistas saudíes, lejos del seno familiar, y listo para sumir Siria en el extremismo.

«Es un psicópata. Un sádico que disfruta haciendo daño», dice de Mohamed Emwazi uno de los presos que estuvo en contacto con el yihadista atacado. El primer relato completo de este personaje es de Javier Espinosa, corresponsal en Oriente Próximo de EL MUNDO, que sufrió un secuestro de seis meses junto al fotoperiodista Ricard Garcia Vilanova y el reportero de El Periódico de Catalunya Marc Marginedas. Espinosa describe en sus memorias del secuestro a Mohamed Emwazi como un violento desaprensivo, carente de empatía y relleno de odio hacia lo occidental. Integraba un cuarteto de yihadistas que se ganó el grotesco apelativo entre los prisioneros de los Beatles por su exquisito acento británico. Emwazi consiguió cierto estatus en el IS. Lideró programas de entrenamiento al oeste de Raqqa, el bastión del califato.

Los objetivos favoritos del Emwazi carcelero fueron Jim Foley y Peter Kassig, ambos estadounidenses y con un vínculo pasado con el ejército de Estados Unidos. Los dos fueron decapitados por el mismo John, uno el 19 de agosto de 2014 y el otro el 16 de noviembre siguiente. Fueron las grabaciones propagandísticas de las ejecuciones de rehenes occidentales, protagonizadas por John, las que lo popularizaron y convirtieron en enemigo número uno de Occidente.

Por degollar a Jim Foley, Steven Sotloff, David Haines, Alan Henning, Peter Kassig, Haruna Yukawa y Kenji Goto, John se ganó que tanto EEUU como Reino Unido prometiesen rendir cuentas. Así empezó una caza que concluyó ayer, cuando supuestamente un bombardeo «limpio» desde un dron dejó mutis, con 27 años, a la voz más perturbada del autodenominado Estado Islámico.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)