Mikel Larburu Padre blanco de la sociedad de misioneros de África

“Estamos robando todos los recursos de África y un día solo les quedará invadir Europa”

Tras pasar más de 40 años de misiones en África, el zumaiarra afincado en Madrid Mikel Larburu estuvo el viernes en Deba para hablar del Islam en Europa

Diario de noticias de Gipuzkoa, Jabi Leon, 09-11-2015

zumaia – ¿Cómo recala en Argelia?

- Tenía claro que mi destino estaba en África desde que un padre blanco (se llama así a los miembros de la Sociedad de Misioneros de África, por el color de sus hábitos) vino a darnos una charla sobre Ruanda al seminario de Donostia. Así, tras ordenarme sacerdote y pasar dos años estudiando en Roma, me marché para Argelia en el año 1974.

¿Qué labor desempeñó al llegar?

- Estuve como profesor en una escuela profesional, enseñando a los chavales soldadura, diseño…. hasta el Corán. Con el sistema francés el profesor tenía que formarse continuamente para enseñar de todo. Aún así, yo tenía muy claro que mi misión allí era la de intentar racionalizar y encauzar las desordenadas vidas de la población.

Pero pocos años después le encomiendan continuar con su misión en otro lugar…

- Así es, mi nuevo destino estuvo en otra escuela profesional pero en Adrar, un pueblo muy abierto y relativamente pequeño en el que todo estaba por hacer. Se trataba de una provincia recién constituida ubicada cerca de la frontera con Mali y con una población muy musulmana. La formación en la escuela la complementamos trabajando mucho con los estudiantes a pie de calle. Formamos una gran familia con aquellos chavales. Fue una etapa muy bonita pero algo más de una década después de llegar tuve que dejar Adrar.

¿Y eso?

- En el año 1992 me nombraron responsable de todos los padres blancos de Argelia y Túnez y me mandaron a un instituto técnico de Bechar, camino de Tindouf.

Ahí empieza su etapa más dura…

- Sí. Ese mismo año se celebraron las elecciones y en la primera vuelta los islamistas se quedaron al borde de la mayoría. El Ejército decidió suspender la segunda vuelta y eso propició el inicio de lo que se conoce como la década negra de Argelia. Los islamistas organizaron la lucha armada y dos años después empezamos a sufrir las primeras muertes en el seno de nuestro colectivo de la Iglesia. En tres años, los ataques contra la comunidad católica acabaron con la vida de 19 de los aproximadamente 200 miembros que teníamos allí.

En esa tesitura, los padres blancos ¿no se plantearon abandonar sus misiones en Argelia y Túnez?

- El debate sí se dio pero nosotros nunca dudamos de que teníamos que quedarnos.

¿Cómo era su vida con la irrupción del islamismo radical?

- Nosotros estábamos muy cerca de la población musulmana y nos defendían perfectamente. De hecho, si veían que un día la cosa estaba bastante revuelta, los vecinos y amigos nos decían que nos quedáramos en casa; ellos nos hacían las compras y cuando pasaba el peligro nos avisaban de que podíamos violver a salir a la calle. Los padres blancos siempre estuvimos muy mezclados con el pueblo.

¿Fueron los padres blancos especialmente castigados por las acciones terroristas de los radicales?

- Yo no diría eso porque aunque mataron al 10% de las personas de nuestra comunidad también asesinaron a 80 mujeres por el mero hecho de ser profesoras de francés y a 110 imanes o sacerdotes musulmanes porque no quisieron firmar unas fatwas, que eran unas órdenes o permisos para matar que podían dar los imanes. En realidad, lo que se vivió en los años 90 en Argelia fue una guerra civil en la que se calcula que murieron unas 250.000 personas.

En el año 2004 da por concluida su misión en África y regresa a Madrid. ¿Qué hace entonces?

- Me embarqué como un tripulante más en el Portuondo, un barco salido de los astilleros Murueta de Mundaka en el que pasé cuatro meses maravillosos, pintando, limpiando… Esos meses fui muy feliz.

¿Y tras su periplo por el mar qué?

- Volví y empecé a analizar el proyecto impulsado por los padres blancos para hacer un seguimiento del Islam en Europa. Poco después me fui a Roma, donde contacté con un amigo alemán y con él y con el donostiarra Agustín Artetxe creamos el colectivo ARCRE para analizar y hacer un seguimiento del Islam en Europa.

Usted sigue de lo más activo…

- Mientras pueda seguiré dando charlas y colaborando con quien me lo pida. Actualmente coordino el grupo AE (África – Europa, Fe y Justicia Network) que está formado por 32 congregaciones religiosas misioneras y algunos laicos. Este año estamos abordando el tema del acaparamiento de tierras en África, especialmente por parte de compañías españolas.

También dirige un seminario para acercar la realidad del Islam a un grupo de sacerdotes de Gipuzkoa…

- Eso es. Nos juntamos un día al mes y analizamos diferentes temas como la entrada de Turquía en Europa o cuestiones de actualidad como los resultados de las últimas elecciones en Turquía.

Ahora que habla de Turquía, parece que su papel se antoja clave en la gestión de los refugiados que huyen de la guerra de Siria. ¿Cómo lo ve?

- Lo veo muy claro. Turquía tiene la sartén por el mango. Europa le ha puesto 3.000 millones de euros encima de la mesa para que frene la entrada de refugiados sirios y por su situación geográfica puede presionar para entrar en Europa.

De lo que no hay duda es de que el mundo está de lo más revuelto…

- Sin duda. Estamos viviendo una situación que es aberrante porque el humanismo se ha dejado de lado y todo se rige por criterios económicos. No hay más que ver el acaparamiento de tierras que están haciendo multitud de países en África. Se estima que para 2050 la mayor población parte de la población del mundo estará en el continente Áfricano pero ¿qué pasará si les estamos robando todos los recursos?. Tendrán tales necesidades que no les quedará otra opción que invadir Europa y eso no habrá quien lo pare. ¿La solución? No sé, aunque cuenta con gente muy válida, la Iglesia ya no tiene la fuerza que tenía antes, así que o nace un líder que sea un fuera de serie o no sé qué pasará.

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