TESTIGO DIRECTO

Merkel, heroína o «traidora»

La canciller planta cara a los extremistas y promete ‘tolerancia cero’ contra el racismo

El Mundo, R. SÁNCHEZ HEIDENAU (ALEMANIA) ESPECIAL PARA EL MUNDO, 27-08-2015

Puntual en alemán significa a menos cinco, pero pasaban 10 minutos y la canciller no había llegado ayer al albergue provisional de refugiados de Heidenau, cerca de Dresde. Varias docenas de personas con silbatos colgados del cuello y camisetas de Pegida, la formación anti extranjeros, esperaban con evidentes intenciones de hacerse oír. Los periodistas apostados a los 20 metros de distancia que imponía el cordón de seguridad intercambiaban apuestas sobre si la canciller cancelaría o no la cita cuando un portavoz avisó vía WhatsApp que el retraso se debía a unas necesarias comprobaciones de seguridad y confirmó que Merkel estaba a punto de llegar.

«Tiene huevos, la tía», comentaba un cámara francés mientras repasaba la algarada en las redes sociales a la violencia del fin de semana pasado, cuando 200 manifestantes convocados por el partido de extrema derecha NPD y armados con palos y explosivos caseros se interpusieron al grito de «Heil Hitler» entre el albergue y un autobús cargado de refugiados sirios.

«Más de 30 policías resultaron heridos en los enfrentamientos», recordaba en sus intervenciones en directo cada veinte minutos el reportero de la cadena N-TV, que interrumpió el párrafo para retransmitir la llegada de la comitiva a las puertas del edificio, una antigua sede de la droguería Baumarkt habilitada a toda prisa para dar techo a casi 600 refugiados. En el momento en que Merkel salió del coche oficial, comenzaron los abucheos.

«¡Buh! ¡Traidora del pueblo!», rompió el hielo un hombre de edad ya avanzada y con rastas hasta las costillas, que más tarde explicaría que están «hartos de los políticos de todos los partidos, los que alimentamos a todos estos refugiados somos nosotros y nadie nos ha preguntado». «¡Preocúpate primero de tu propia gente!», reclamaba un joven profesional de 25 años. «Nosotros somos la escoria», gritaban a coro, un juego de palabras con el sustantivo que les había dedicado en unas declaraciones anteriores el vicecanciller Siegmar Gabriel y el histórico y emotivo «Nosotros somos el pueblo», con el que los habitantes de Sajonia se enfrentaron en las calles al régimen comunista de la RDA en clamoroso movimiento ciudadano. El alboroto se apagó en cuanto la canciller se introdujo en el edificio para entrevistarse, durante una hora y media, con ciudadanos procedentes de Siria e Irak y recién llegados a la República Federal de Alemania.

Tras un prudente tanteo sobre si los de los silbatos estaban dispuestos a hablar con periodistas extranjeros, todas las respuestas comenzaron con las premisas «no somos la extrema derecha» o «yo no soy ningún nazi», para a continuación registrar insistentemente un «pero» al que seguían los más diversos argumentos contra la presencia de refugiados en Heidenau.

«Solamente decimos en voz alta que Alemania no puede hacerse cargo de toda esta gente, algo que no negarán ustedes que es bastante evidente». «¿Por qué no se puede ayudar a esas personas en sus países?». «Yo he votado a Angela Merkel, pero en este asunto se equivoca. Entre toda esta gente están entrando terroristas, o simplemente personas que cuando vean que aquí no es todo color de rosa, como les habían contado, o empiecen a pasarlo mal, se volverán contra nosotros».

Un ramillete de micrófonos esperaba la salida de la canciller y volvieron a perder las apuestas los que auguran que Merkel escurrirá el bulto. «Toleracia cero con los que cuestionan la dignidad de otras persona, tolerancia cero con los que no están preparados para ayudar allí donde legalmente y humanamente somos requeridos», plantó cara a las protestas.

«Gracias, a los que han tenido que soportar demostraciones de odio, sabemos que no es fácil», pidió perdón a los refugiados en nombre de la Alemania mayoritaria. «Es vergonzoso lo que hemos visto en días pasados», zanjó sin que nadie ya se atreviese a proferir más gritos.

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