Maduro deporta a un millar de colombianos y genera un drama humano

Residían en Venezuela pero han debido dejar sus casas, muchas de las cuales serán demolidas, y volver a su país CÚCUTA - LA CRISIS ABIERTA POR EL PRESIDENTE VENEZOLANO, NICOLÁS MADURO, AL DECRETAR EL ESTADO DE EXCEPCIÓN Y CERRAR PARTE DE LA FRONTERA CON COLOMBIA SE HA VUELTO UN PROBLEMA POLÍTICO Y HUMANO. AYER, LOS COLOMBIANOS AFINCADOS EN VENEZUELA, ANTE EL TEMOR A SER DEPORTADOS Y PERDER SUS BIENES, DECIDIERON ABANDONAR SUS HOGARES Y CRUZAR CON EL AGUA A LA CINTURA EL RÍO TÁCHIRA, QUE MARCA LA FRONTERA ENTRE LOS DOS PAÍSES.

Diario de noticias de Gipuzkoa, , 27-08-2015

Cargando a hombros todo lo que podían llevar, hombres, mujeres y niños se arriesgaron a cruzar irregularmente la frontera por el río. Cientos de colombianos llegaron a su país natal portando armarios, roperos, electrodomésticos, animales de granja e incluso mobiliario comercial. El trayecto fue posible porque, por primera vez en semanas, la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) de Venezuela comenzó a desviar la mirada de los colombianos. Al otro lado, la Policía colombiana apoyó a sus conciudadanos y organizó un operativo con decenas de agentes que ayudaron a cargar los muebles más pesados e incluso pusieron a disposición de los deportados uno de los camiones utilizados para el transporte de uniformados.

Los recién llegados relataban historias escalofriantes. Desde palizas que agentes de la GNB propinan a menores, a casas marcadas con dos letras, R (revisada) y D (demoler), que equivalen a una sentencia que ejecutan las autoridades venezolanas con maquinaria pesada. Los colombianos aseguraron que habían pasado los últimos días escondidos en lugares recónditos para evitar ser identificados. “Es como con los nazis”, repetían muchos de ellos como un mantra al otro lado de la frontera.

La colombiana Cúcuta y la venezolana San Antonio, una conurbación binacional unida por el puente Simón Bolívar, se ha visto separada por un verja de alambre de espinos que también se ha comenzado a dibujar entre los colombianos. Muchos de los ciudadanos de Cúcuta comienzan a hablar con escepticismo no solo de Maduro sino también de sus vecinos de San Antonio, con quienes han compartido el espacio urbano desde hace décadas y que hoy son vistos con recelo.

En la ciudad, habituada a vivir con el contrabando, se nota también el efecto en el bolsillo de los cucuteños, especialmente a la hora de comprar gasolina procedente de Venezuela. Los puestos de venta irregular están prácticamente vacíos y el precio se ha multiplicado por cinco en una semana. Mientras tanto, los ciudadanos seguían mirando al puente Simón Bolívar con la esperanza de que la verja se abriera y los agentes de la GNB y de la Policía de elite colombiana dejaran de mirarse desafiantes y la región regrese a la realidad.

Las ministras de Exteriores de Colombia, María Ángela Holguín, y de Venezuela, Delcy Rodríguez, se reunieron ayer en Cartagena para tratar de encontrar soluciones que permitan la reapertura de la frontera y el regreso de la normalidad.

La organización Amnistía Internacional dijo, sobre esta crisis, que está “profundamente preocupada” por las denuncias recibidas de “graves violaciones de los Derechos Humanos” de los ciudadanos colombianos en Venezuela. – Efe

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)