historias de la vida

El Tío Manuel, patriarca de los gitanos

El presidente de ‘Kale Dor Kayiko’ lleva 25 años luchando para que los jóvenes de la comunidad gitana estudien

Deia, Un reportaje de José Basurto Fotografía Pablo Viñas, 27-07-2015

EL Tío Manuel nos recibe en su casa, un chalé adosado en una urbanización en las faldas del Serantes. La muestra orgulloso porque es el fruto de “muchos años de trabajo”. “No me puedo quejar. Gracias a Dios la vida laboral me ha ido estupendamente”, afirma este gitano sabio donde los haya. Sí, porque Manuel Vizarraga fue un visionario de la comunidad gitana al poner en marcha hace 25 años en Txurdinaga la asociación Kale Dor Kayiko (Gitanos del mañana) con el objetivo de que los jóvenes gitanos se formaran académicamente para tener un futuro mejor. Y lo va consiguiendo. Cada vez son más los jóvenes de etnia gitana que llegan a la universidad gracias al empeño de todas las personas que trabajan en Kale Dor Kayiko. A pesar de que lleva un par de años jubilado y de que ha pasado el testigo de la asociación a su hijo Óscar, El Tío Manuel sigue siendo el presidente de la asociación. Su opinión vale mucho a la hora de firmar un convenio o poner en marcha algún proyecto.

“Tengo 70 años. Nací en la calle Santa María del Casco Viejo, me crié en la calle Somera y fui bautizado en la catedral de Santiago. Tengo cuatro hijos y un perro, que se llama Jefe”. Así se presenta Manuel Vizarraga. ¿Y por qué todo el mundo le llama el Tío Manuel?”, le preguntamos. “Porque entre los gitanos es normal que cuando una persona llega a una edad, a partir de los 50 o 55, se le llame tío”, contesta. “En la cultura gitana”, prosigue El Tío Manuel, “lo que diga una persona mayor, el abuelo o el tío, va a misa, no se le lleva la contraria aunque esté equivocado”. Se hace así porque los gitanos “respetamos la edad y la sabiduría de los mayores”, dice El Tío Manuel. Él, con su edad, es una voz autorizada, aunque aclara que “cada tío tiene potestad en su familia, no en toda la comunidad gitana”.

El Tío Manuel mamó esa cultura en casa desde muy pequeño. Y también, siguiendo las costumbres gitanas, se puso a trabajar a una edad muy temprana, con el consiguiente abandono de la escuela. “Entonces la vida no era como hoy”, se justifica. El caso es que a los 11 años comenzó a trabajar de “recadista con una bicicleta en Ultramarinos Balbino”. Posteriormente siguió haciendo lo mismo con un frutero, y tras varios trabajos, en una armería en Irala y en una imprenta, dio el salto a la hostelería. “Empecé en un bar y estuve trabajando como profesional de la hostelería durante veinte años”, recuerda. Le agradaba el trabajo, “sobre todo el trato con la gente”, dice. Y también llegó a triunfar, ya que, según cuenta, “llegue a ser uno de los mejores barmans que había en Bilbao, modestia aparte”. Pero un pariente cercano le animó a que dejara las barras de los bares y se pasara a la venta ambulante. Es lo que hizo. Durante veinte años ha estado vendiendo “de todo” en los mercadillos de Bizkaia. “Eso es lo que nos ha dado el bienestar que tenemos hoy en día”, señala, una vez más, orgulloso de su trayectoria laboral. Pero no lo ha hecho solo. En esos años de brega en la venta ambulante han participado su mujer, “que vende muy bien”, y sus hijos. A ello hay que añadir las dotes comerciales de El Tío Manuel. “Tenía habilidad para relacionarme y me hice amigo de fabricantes de ropa de buenas marcas que luego vendíamos”.

Asociación Y mientras iba de feria en feria, El Tío Manuel tuvo tiempo para poner en marcha un sueño. “Yo veía que la gente joven gitana no tenía ningún porvenir y acababa en el mercadillo”. Esta es la reflexión que se hacía hace más de 25 años. Por eso puso en marcha con otro amigo Kale Dor Kayiko. “Entendía que la preparación y el estudio podía llevar a los jóvenes a una salida laboral diferente”, dice. Así que comenzó a ir por los colegios y las casas para convencer a hijos y padres de que el camino era la educación. Poco a poco fue cuajando el mensaje, como lo prueba que muchos de aquellos jóvenes que escucharon a El Tío Manuel hoy en día tienen estudios universitarios. Los primeros, sus hijos, que siguieron al pie de la letra los consejos de su padre. Pero es consciente de que al pueblo gitano todavía le queda mucho por recorrer en este sentido. “La mayor parte de los gitanos, desgraciadamente, no están bien situados por esa falta de preparación”, afirma. Tampoco cree que ha cambiado la percepción que tiene la sociedad del pueblo gitano. “No ha cambiado, sigue siendo mala”, dice. La única explicación que encuentra es que “el gitano siempre ha estado discriminado y seguimos estándolo”. El Tío Manuel piensa seguir trabajando para cambiar esa concepción que tiene los payos del pueblo gitano.

El protagonista

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