Sebastián Mora: «Este modelo de crecimiento económico no mitiga la pobreza ni tampoco la desigualdad»

Dedicado desde siempre a los más desfavorecidos, este filósofo y secretario general de Cáritas Españolas sostiene que se gasta la energía en inculpar a las personas para exculpar así a los gobiernos, los bancos o a las políticas europeas

Diario Vasco, ANA VOZMEDIANO, 07-06-2015

Cuando tenía 17 años fue voluntario en un psiquiátrico y desde entonces su trabajo no se ha movido del terreno de la solidaridad y la acción social, vinculado a Cáritas desde los 20 años. Sebastián Mora es ahora el secretario general de la entidad en España y acudió a Donostia para intervenir en el Deusto Fórum con una conferencia sobre Desigualdad y Ciudadanía. La gente como él no se ciega con los datos favorables sobre el PIB porque, dice, este modelo económico puede combinar el crecimiento de los datos macroeconómicos con la cronificación de la pobreza.

- Desigualdad y ciudadanía… ¿Cuál es su tesis?

- La desigualdad es el problema más importante porque supone la negación de una ciudadanía plena. En el mundo se ha logrado que decreciera la tasa de pobreza extrema por la situación de mejora de India y China, que tienen un impacto poblacional muy importante. Pero en Europa, que era un oasis, la desigualdad ha aumentado porque la crisis ha supuesto recortes en las políticas sociales, generación de pobreza y desempleo.

- Los datos de la OCDE sobre la brecha que se ha abierto entre ricos y pobres son demoledores. ¿Cómo lo perciben ustedes desde Cáritas en el día a día?

- La brecha se ha agrandado sin que se tome medida alguna. La base de partida era mala, pero el caso es que los más ricos lo son todavía más hasta llegar a unos niveles desproporcionados. Y eso si solo hablamos de desigualdad económica, porque esa cicatriz social también ha crecido entre los territorios, en función del género o de la etnia… Mujeres e inmigrantes se han convertido en poblaciones con más handicaps.

- ¿Hay algo que indique que la crisis ha terminado para quienes, como ustedes, están en contacto permanente con los más desfavorecidos?

- Me han sorprendido este tipo de declaraciones que cada vez son más habituales. ¿A qué llamamos crisis? ¿A la situación puramente económica? ¿A trimestres con crecimiento de las grandes cifras? ¿Qué pasa con el impacto social de esta crisis? Porque lo que percibimos cada día es que ese impacto se ha cronificado y que con el modelo actual, el crecimiento económico ni mitiga la pobreza ni la desigualdad.

- El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, decía hace unos días en plena campaña electoral que ya nadie hablaba del paro.

- Pero… ¿cómo que nadie habla ya de desempleo cuando el impacto es tan brutal en la gente, cuando ese supuesto crecimiento aunque se multiplique, no hace que mejore la situación de las personas? No es verdad que la recuperación de un país empieza creciendo por arriba porque de ese modo el bienestar no llega a aparecer nunca por abajo. ¿Disminuye el desempleo? No lo sé, pero desde luego sí constato que cada vez hay más hogares sin ingresos y que las desigualdades siguen creciendo de forma alarmante. Este es el modelo que se ha elegido, un sistema que orilla y aparta a personas y que no permite a mucha gente tener acceso a una sociedad normal. Crecimiento y pobreza pueden compaginarse.

- ¿Las clases medias han sido las grandes perjudicadas de la situación económica que vivimos en Europa?

- Lo que está claro es que la imagen que más ha calado de toda esta situación ha sido la erosión de la clase media. Pero eso no tiene que hacer olvidar que el deterioro de todos los estratos ha sido tan grande que aquellos que ya estaban cerca de la exclusión o inmersos en ella han llegado a volverse invisibles. En los últimos años ya nadie pregunta por ellos pese a que han pasado a tener menos accesos a los derechos. ¡Se nota hasta en las ruedas de prensa que damos desde Cáritas! La pobreza se ha normalizado, no resulta tan raro tener que pedir. Hace unos años, el 80% de quienes acudían a Cáritas eran migrantes. Ahora son el 40%. Ha crecido la población autóctona.

- ¿Desterramos entonces la idea de que son los inmigrantes los que se llevan todos los recursos?

- Claro que sí. Ocurren cosas muy raras. El otro día escuché a un periodista que preguntaba al ministro del Interior, Jorge Fernández Díez, a ver si se había desestimado hundir los barcos con personas dentro. ¿Con personas dentro? Es tremendo que el hecho migratorio del Mediterráneo se haya convertido en una cuestión penal. Hay que perseguir a las mafias. También, pero no solo.

- ¿Puede ocurrir que las personas se avergüencen de tener que ir a Cáritas?

- Existe esa pobreza vergonzante que hace que la gente vaya a otro pueblo o a otros barrios a solicitar o a recoger la ayuda que necesita. Pero cada vez ocurre con menos frecuencia, el tránsito se ha minimizado aunque la gente sigue sintiéndose culpable. Es más terrible de lo que creemos que se haya normalizado la pobreza, que se piense que cinco millones de parados no son para tanto. No podemos vivir en la emergencia permanente, en un grado de negación de una realidad a la convertimos en invisible.

- Una persona como usted que tiene relación con los sectores con más dificultades, ¿qué siente cuando los mandatarios le desautorizan al hablar de pobreza infantil?

- No me he sentido desautorizado por el gobierno, para empezar porque las críticas venían solo de un ministro muy concreto, de Cristóbal Montoro, que dijo que los datos no eran correctos. Resulta extraño que afirmara esto porque estaban extraídos del Instituto Nacional de Estadística. Respecto a la situación de Ceuta y Melilla y a nuestro pronunciamiento, me siento reforzado cuando digo que los derechos humanos son para todos y en todas las circunstancias. Me he sentido respaldado en estas opiniones.

- ¿Los comedores infantiles están paliando la situación en que se encuentran muchos niños que ustedes mismos han denunciado?

- Los indicadores de España son especialmente altos en lo que se refiere a los hogares que se encuentran en pobreza severa, se diga lo que se diga. Hablamos de familias monoparentales por un lado, pero también de las numerosas. Ambos modelos se encuentran en esta situación insostenible para los más pequeños, porque sin un desarrollo escolar, sin una relación con otros niños, sin trabajar la psicomotricidad, se hurta el futuro para una gran parte de la sociedad.

- El papel de Cáritas se reconoce de una forma explícita por la sociedad civil, pero en cambio se han planteado dudas en relación con la Iglesia y su colaboración con la labor que ustedes desarrollan.

- Hay que aclarar algunas cosas en este sentido. Cáritas se financia en un porcentaje entre el 75% y el 78% con fondos privados. El 80% de esos fondos nos llegan desde comunidades religiosas varias, parroquias, diócesis. Pero también desde la Conferencia Episcopal. Todo es religión e iglesia católica, no solo la entidad oficial, que es de lo que se habla siempre y a la que se critica. También es cierto que diputaciones y ayuntamientos aportan dinero y que personas sin adscripción religiosa ayudan a la labor que realizamos.

- Sin embargo, la propia Iglesia ha reconocido este mes que ha tardado en reaccionar demasiado ante la crisis.

- Es verdad, tenían que haber salido antes a apoyar a quienes lo están pasando mal. Lo bueno es que ha habido cambios y que por fin han hecho pública su autocrítica y han reconocido que su papel está al lado de los débiles. La llegada del papa Francisco, nuevos nombres en la propia Conferencia Episcopal de España, las peticiones de las comunidades cristianas: Todo ha influido y desde Cáritas lo hemos recibido con alegría.

- ¿Qué retos se plantean en este momento?

- Tenemos delante situaciones urgentes y, a corto plazo, nuestro objetivo es cómo generar medidas para minimizar el impacto de la pobreza. No podemos mirar hacia otro lado, es importante que exista la renta mínima y que se combine con la RGI. En Euskadi la cobertura es mayor, pero lo que debemos tener claro es que es que no puede haber hogares sin ingresos, que no podemos cronificar a una generación de la pobreza.

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