‘No hables mal de la oscuridad...’

Diario de noticias de Alava, POR AHMED BARAUDI , 24-02-2015

Vinimos a Vitoria desde una perdida aldea en el norte de Marruecos para tener una vida mejor. Primero vino mi padre, al año siguiente dos primos mayores y después de otros dos años de espera, mi madre, mi hermana y yo. Mi padre y mis primos siempre trabajaron en la construcción y mi madre limpiaba casas y bares del Casco Viejo. Vivíamos en una muy pequeña casa sin baño, con una sola sala cocina-salón-dormitorio. Éramos muy pobres, pero felices. Íbamos en autobús al parque del Zadorra a jugar y pescar latas viejas hasta que mi padre compró coche e íbamos al pantano. Estudié mecánica, conseguí un buen empleo y nunca he cambiado de trabajo. Posteriormente me casé con una mujer marroquí de mi aldea y vino a vivir aquí. Vivimos unos años de alquiler y luego compramos una casa en el peor momento, grande pero muy vieja y hoy no puedo venderla ni en cuatro veces menos de lo que pagué.

Quiero darle las gracias a Javier Maroto por luchar contra la corrupción y denunciar los papeles falsos que sacan los inmigrantes para cobrar ayudas. Hemos discutido mucho en la familia sobre esto, pero estamos de acuerdo en que nadie puede vivir del esfuerzo de los demás engañando las leyes. La corrupción es un gran pecado en el Islam porque es robar a los pobres. Es materialismo y querer ser rico sin trabajar.

Pero Maroto no puede unir las palabras inmigrante y corrupción. La corrupción de verdad está en las grandes multinacionales, en las empresas petrolíferas, armamentísticas o constructoras, en los partidos políticos, en los bancos o familias ricas. Hay corrupción en las ayudas, pero también en el IVA. Decir que los corruptos somos los inmigrantes parece un esfuerzo por esconder otras grandes corrupciones. Y también debe decir cuántos inmigrantes y musulmanes vivimos en esta ciudad trabajando en paz y cuántos somos ahora ya vitorianos con todos nuestros derechos y deberes. No hay que acusar en general ni engañar.

El futuro es la educación de nuestros hijos. La educación en la diversidad y tolerancia en los colegios, pero también en los partidos políticos. Si los políticos hablan con racismo, la sociedad será racista y si hablan de integración, Vitoria será una ciudad integradora. La peor consecuencia es que ya no hay solidaridad, lo que nos hace humanos. Porque si yo hablo de solidaridad, me acusan de robar ayudas. Otra vez el diablo ha sido más listo. Dice un proverbio árabe: No hables mal de la oscuridad, enciende una luz.

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