La Alemania de Merkel y el dilema de si la inmigración beneficia o no al país

El Diario, , 31-12-2014

Alemania cierra 2014 con altas cifras de inmigración y asilados y con el dilema de si los extranjeros son un enriquecimiento para la sociedad alemana, como defiende la canciller Angela Merkel, o una carga para su economía, como sostiene el populismo derechista.

“La inmigración es una ganancia para todos nosotros”, aseveró hoy la canciller, en el mensaje de Fin de Año a la ciudadanía, centrado esta vez en la condena al creciente movimiento islamófobo en el país y a toda forma de xenofobia.

Merkel destacó en su alocución – la décima desde su llegada al poder en 2005, cada una con una chaqueta distinta, como ilustraba el popular “Bild” – el papel del país en la acogida de “todos quienes necesiten protección”, procedan de Siria o de otros conflictos, a los que, dijo, Alemania seguirá prestando auxilio.

Con este par de frases, la jefa del gobierno y líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) abordó la problemática surgida en el tramo final del año, ante el récord de extranjeros llegados al país, sea para incorporarse a su mercado laboral o como refugiados.

Sólo en lo que respecta a asilados, Alemania recibió este año 230.000 nuevos solicitantes, más que el resto de la UE, lo que ha colocado algunos municipios al borde de sus capacidades y salpicado el país de ataques xenófobos contra centros de acogida.

Añadieron leña al fuego las marchas islamófobas convocadas en Dresde (este) por el movimiento de nuevo cuño “Patriotas europeos contra la islamización de Occidente” (Pegida), que semana a semana han crecido hasta llegar a los 17.000 manifestantes.

“No sigan a quienes convocan estas manifestaciones. Sus corazones albergan prejuicios, frialdad o incluso odio”, afirmó la canciller, saliendo al paso a las voces “de comprensión” surgidas en sus filas hacia esos manifestantes o responsabilizando a su teórica línea poco conservadora del éxito de Pegida.

Lo que mueve a Pegida es el mensaje xenófobo del “vosotros no pertenecéis a nuestra sociedad, sea por el color de vuestra piel o vuestra religión”, prosiguió Merkel.

Su frase reivindicando a la inmigración se sustenta en la situación del mercado laboral alemán, con bajos índices de desempleo y necesitado de inmigrantes cualificados, así como un estudio reciente del Centro de Investigaciones Económicas Europeas (ZEW).

El análisis, realizado por encargo de la Fundación Bertelsmann, constataba que los extranjeros aportaron en 2012 una media de 3.300 euros más en impuestos o cuotas al seguro de jubilación, sanidad o desempleo, de lo que percibieron en prestaciones.

De acuerdo con ese estudio, los 6,6 millones de extranjeros del país aportaron así un superávit global de 22.000 millones de euros.

Los cálculos se remiten al año 2012, con ese cómputo de ciudadanos sin pasaporte alemán. En 2013, la cifra subió 7,6 millones, según la Oficina Federal de Estadística (Destatis), y este 2014 se calcula rondará los 8 millones.

Al estudio del ZEW respondió el presidente del Instituto de Investigaciones Económicas alemán (Ifo), Hans – Werner Sinn, un mediático experto que suele llevar la contraria a sus colegas.

Los inmigrantes acarrean más gastos de lo que aportan y son un “negocio de pérdidas”, escribía Sinn esta semana en el diario conservador “Frankfurter Allgemeine Zeitung”.

El presidente del Ifo argumenta que el ZEW no contempló los gastos en infraestructuras, costes policiales, en la administración pública o hasta Defensa que provocan los extranjeros.

De tener en cuenta estos factores, el superávit se transforma en pérdidas, que Sinn sitúa entre 1.450 y 1.800 euros.

El experto concluye que Alemania debe restringir la llegada de inmigrantes y concentrarse en los trabajadores más cualificados.

“¿Es Sinn el economista en jefe de Alternativa para Alemania (AfD)?” se preguntaba “Der Spiegel”, que atribuye al experto cercanías con ese partido euroescéptico, cuya cúpula incluye a destacados seguidores de Pegida.

Las cuentas de Sinn son malintencionadas, apunta “Spiegel”, ya que esos “gastos adicionales” no pueden atribuirse a la inmigración, a lo que se añade que, sin ese aporte de extranjeros – casi un 10 % de la población del país – , habría menos ciudadanos en quienes cargar tanto gasto policial o de Defensa. Gemma Casadevall

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