INTERNACIONAL

'Nos sentimos traicionados por EEUU'

Un centenar de cubanos exiliados protestan por la decisión de Obama Los más jóvenes expresan su alegría por poder viajar a Cuba

El Mundo, , 18-12-2014

“Obama es un cobarde. Nos ha traicionado al devolver a esos asesinos que son los espías cubanos”, gritaba a pleno pulmón Orlando González, rodeado de un centenar de cubanos indignados que se concentraron ayer en el restaurante Versailles, en pleno corazón de la Pequeña Habana, tan pronto se enteraron de que Alan Gross estaba en Washington, y los cubanos Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, de regreso a su tierra natal.

El Versailles suele ser el barómetro de los estados de ánimo de los exiliados cubanos y esta vez no iba a ser diferente. “Siempre hemos desconfiado de Obama, sabíamos que estaba en concubinato con Castro desde el principio, era sólo una cuestión de tiempo para que tuviéramos la certeza”, agregaba José Mendieta, otro exiliado que, lo que más lamentaba, eran “nuestros muertos profanados por este presidente negro”.

La manifestación fue pequeña comparada con luchas de otras épocas, pero no dejó de ser ferviente. Carteles que decían “Castro asesino” aparecieron en manos de algunos de los manifestantes que desfilaron militantemente delante de un rosario de cámaras de televisión. “Este presidente es lo peor que ha tenido la nación. ¿Cómo va a contradecir la decisión de una Corte que condenó esos espías a cadena perpetua? Ha violado la Constitución”, sentenciaba Luis Domínguez, portando una bandera cubana, “la más linda del universo y ahora profanada”.

Este grupo representaba a la generación de exiliados de línea dura, para quienes todo diálogo con el Gobierno comunista es «una componenda con un régimen despótico», como lo calificaba Domínguez a las afueras del Versailles.
Alegría entre los jóvenes

Pero hay otros cubanos que viven en Miami, más jóvenes, que en cierto sentido se alegraron con el acuerdo entre los dos países. Y no se encontraban muy lejos de Domínguez y sus amigos. Eran los empleados del mismo Versailles, que corrieron a enterarse de los detalles por boca de los periodistas que llegaban al establecimiento tras conocerse la noticia. “¿De verdad que voy a poder ir a Cuba siempre y usar mi tarjeta de crédito?”, preguntaba una muchacha a EL MUNDO.es. Al enterarse de que sí, suspiraba: “Al fin”.

Otro empleado era más incisivo con un colega estadounidense. “¿Oiga, verdad que se acabó el embargo?”. Un tercero: “Y llegó el día que tenía que llegar. A normalizar todo esto y a vivir en paz”. Ninguno quiso identificarse porque la mayoría de los clientes del restaurante son viejos partidarios de la línea dura. Pero pertenecen a esa generación que vino a Estados Unidos a conseguir una mejor vida para la familia que dejaron atrás, y no necesariamente para escapar de una dictadura comunista.

De hecho, desde que Barack Obama llegó a la Casa Blanca, las restricciones de los viajes de los cubanoamericanos se habían relajado, aunque no tanto como ahora, y ellos ya viajaban de vez en cuando. Ahora ya no tendrán que llenar los bolsillos de fajos de billetes y pasarlos escondidos por aduana, basta introducir su tarjeta bancaria estadounidense en cualquier cajero en La Habana.

Aunque no aparecieron en público, dos de los congresistas cubanoamericanos también tuvieron duras palabras hacia el presidente. “Alan Gross nunca debió pasar ni un día en prisión y me alegro de que por fin se reunirá con su familia”, señaló el republicano Mario Díaz Balart. Sin embargo, “la forma en que se logró su liberación es indignante y demuestra que, una vez más, el presidente Obama no duda en apaciguar y ofrecer concesiones a una dictadura brutal que se opone a los intereses de Estados Unidos en cada oportunidad”, agregó.

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