NADIE ME NOMBRA

ABC, FRANCISCO ROBLES, 02-09-2014

Salió de aquella exposición con más preguntas que certezas. ¿Qué estamos haciendo mal? Aminata Traoré es escritora. Nació en Malí

APURABA sus últimos días de vacaciones, las últimas puestas de sol sobre un horizonte rosa y tibio, con el cielo como una inmensa acuarela donde Dios va mezclando los colores con el paso del tiempo. Entró en el viejo mercado de abastos, reconvertido en una sala de exposiciones. Allí ha comprobado lo difícil que es el arte de la pintura. Cuadros de aficionados que intentan acercarse a la belleza imposible del mar. Muy pocos artistas lo han conseguido. Hay que sufrir dentro del alma esa tempestad que agitaba los pinceles de Turner para llegar a la esencia luminosa del mar, de los amarillos que luchan con el blanco para cegarnos con tanta luz. Pero aquella noche no había marinas ingenuas, ni paisajes que nos retrotraen a los ejercicios escolares de la infancia.

En los paneles, historias tan verdaderas que levantaban sarpullidos en la mirada. Historias lacerantes de hombres y mujeres que dejaron atrás su mundo, su sitio, su vida. Embarcaron en una patera para cruzar el abismo que nos separa. Lo primero que comprobaron es que les dábamos la shakespeariana negra espalda del tiempo. No era esto, no era esto lo que les habían vendido. Sin conocer a Ortega, hablan como Gasset. No era esto el paraíso prometido con que les habían engatusado las mafias. Y entre todos los testimonios, uno: “La vida está llena de significados… yo ahora busco cuál es el mío, me he convertido en algo que no conozco, hace tiempo que nadie me nombra…”

Iba a pasar el rato en una exposición de pintura naïf y se encontró con la poesía que buscaba en los libros que se había llevado para leer en agosto. Existimos cuando alguien nos nombra. La voz de la madre nos rescata de la sombra cuando nos bautiza con las sílabas de nuestro nombre. Este hombre no tiene nadie que lo nombre. No escucha la voz de los suyos. Aquí no es nadie. Nadie. Salió de aquella exposición con más preguntas que certezas. ¿Qué estamos haciendo mal? Aminata Traoré es escritora. Nació en Malí. Y lo clava con una frase certera como un venablo moral: «La inmigración es, más que un drama para Occidente, una hemorragia para África que debe repararse».

Lo estamos haciendo al revés. Mandamos allí médicos e ingenieros mientras sus ingenieros y sus médicos cruzan el estrecho para vender pañuelos o camisetas falsas de Messi o de Cristiano Ronaldo. «No se nace con la necesidad de ir a Occidente, vamos a Occidente porque ya no tenemos la posibilidad de vivir dignamente en nuestros países». Habrá que recordarles estas palabras a los perversos del buenismo que confunden el derecho con el drama. La inmigración es lo segundo, más allá de que se pueda concebir como un derecho que ha de cumplir con una serie de requisitos. ¿O nos cargamos África trayéndolos a todos aquí para cargarnos, de camino, lo que ha conseguido Occidente gracias a los derechos que allí pisotean las mafias y las tiranías indígenas?

Rembrandt buscaba el rostro del Cristo entre los judíos del gueto de Amsterdam. Francisco siente vergüenza ante los naufragios donde se hunde lo único que le queda al ser humano cuando lo pierde todo: la esperanza. Y Lorca escribió un verso terrible que aquel paseante escuchó, cuando era aún joven, en la voz clara y levemente ceceante de Luis Rosales: «el mar recordó ¡de pronto! / los nombres de todos sus ahogados».

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