Olatuz olatu

Verano de ruido

Deia, Por Julio Artetxe, 29-08-2014

el verano va tocando a su fin. No el oficial, sino el que conceptualmente desde nuestra infancia hemos venido asimilando a nuestro período vacacional. Para quienes hemos veraneado en Euskadi, unos por pura necesidad, otros por devoción y otros porque tienen pactado con la familia que la temporada de remo es sagrada, la climatología no ha sido especialmente buena. El mal tiempo se ha quedado a veranear con nosotros. Sin embargo, lo ha hecho de manera discreta, en forma de temperaturas suaves, grises y permanentes nubes y un silencioso sirimiri, sin las alharacas propias de las tormentas y galernas veraniegas con sus vientos huracanados, su aparato eléctrico, sus escandalosos truenos y sus granizos como puños arruinando cosechas. Es como si el mal tiempo necesitara esas exageradas expresiones para recordarnos que sigue ahí a pesar de la calma del verano.

Este verano no ha sido así en lo climatológico. Pero en política, se ha cumplido a rajatabla la regla general. La calma chicha veraniega ha sido rota por aquellos que han irrumpido haciendo todo el ruido posible para hacerse notar en un período de baja intensidad, tal vez para paliar una existencia cada vez más irrelevante el resto del año en la sociedad vasca. Comenzaron los granizos del alcalde de Gasteiz, Javier Maroto, dirigidos como siempre en época preelectoral contra cierto colectivo de inmigrantes a sabiendas de que el seguro iba a cubrir con creces su cosecha. El seguro que representa saber que su populista y fascista discurso cala en buena parte del electorado, que basa su opinión en la ligereza de la rumorología y la información más deformada. Siguió su secretaria general ampliando el objetivo a los miles y miles de vascos y vascas que, con su sacrificio y esfuerzo económico y personal, han venido trabajando para construir un batzoki en cada pueblo o cada barrio o para recuperar el que habían robado los padres políticos de aquella en 1937. Varios dirigentes de su partido se han unido a la fiesta estas semanas. Aquí es hora de hacer un inciso: uno entiende que alguien, como humano que es, meta la pata en un charco. Más grave es que sus compañeros se hayan puesto a chapotear en él. Pero lo que no tiene ni un pase es que un ¿dirigente? de Bildu aprovechara para revolcarse de manera vergonzosa en el sucio barro levantado por los populares. También intentó el ruido demagógico Idoia Mendia con el euskara, sin mucho éxito. Éxito que sí han alcanzado los servicios secretos españoles al husmear y sobornar en Andorra lo suficiente como para poder presentar a la opinión pública española la cabeza de Pujol e intentar desprestigiar y parar el proceso soberanista catalán. No lo lograrán, pero seguirán por esa línea. Y en este escenario de ruido no podían faltar los de siempre. Los inadaptados que, acostumbrados durante años a decidir lo que ardía y lo que no, calcinaban cinco autobuses en apoyo de los presos. La izquierda abertzale les leía la cartilla diciendo que esa acción solo beneficia al Gobierno español y no supone ninguna ayuda para los presos. Es decir, exactamente lo mismo que todas y cada una de las acciones violentas cometidas hasta hace casi tres años, incluyendo las que cometieron los ahora presos. A este verano le sucede un otoño que todos coinciden en que va a ser caliente: Catalunya, Escocia, Euskadi, la economía, la paz… Muchos temas para los que se va a necesitar algo más que simple ruido.

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