Un campamento de okupas rumanos revoluciona Cristo Rey

Medio centenar de personas se instalan en un solar de la Complutense. Mendigan y hacen sus necesidades en la calle

ABC, m. j. álvarez, 23-07-2014

Medio centenar de gitanos rumanos han «okupado» un solar propiedad de la Complutense, que la universidad lleva tiempo intentando vender. Está junto a la Plaza de Cristo Rey (Moncloa-Aravaca), pegado a una residencia de profesores. En el lugar, tapiado y con una verja metálica agujereada para colarse, han instalado una veintena de chamizos y tiendas de campaña. Están a la vista de todo el mundo al final de Isaac Peral. Las condiciones son deplorables:carecen de agua, de luz y están rodeados de la basura que ellos mismos generan, junto a ropa sucia y trastos. La comisión de Urbanismo analizará este miércoles cómo solucionar este problema.

«Menos mal que no se ve ningún niño. Es horroroso. Hacen fogatas a diario, da igual que haga frío o calor; así cocinan. Por las noches beben con lo que han obtenido de vender pañuelos y pedir limosna y montan cada una…», indica Francisco Sánchez, residente en la zona.
Basura por doquier

«Llevan varios meses, muchos. Al principio levantaron tres o cuatro favelas y luego las demás. Antes de instalarse en ese terreno, colocaban sus colchones en las zonas verdes que rodean el Hospital Clínico San Carlos, en los jardines de una comunidad de vecinos y en los soportales. El portero no podía decirles nada porque se le echaban encima. Y encima revuelven la basura y lo dejan todo fuera», explica Francisco Pérez, otro residente.

«A veces se ponen violentos si les das 20 céntimos, por ejemplo, ya que les parece una miseria. Son tan insistentes que te intimidan», asegura el encargado de un edificio cercano. «Acaban de reñir dos porque tienen repartidos los puestos en los que piden limosna: las esquinas más concurridas y los pasos de peatones», agregan los tres.
«Ya no les damos nada»

Sus chamizos están en pleno lugar de paso hacia dos hospitales, la Fundación Jiménez Díaz y el Clínico San Carlos, junto a una parada de autobús.

Una joven rumana camina en bata y zapatillas de estar por casa a pesar del intenso calor. Son las 14 horas, y con una bolsa en la mano, va en busca de un compatriota que está pidiendo en el primer tramo de Cea Bermúdez. Se pierden a lo lejos. Junto a los hospitales, detrás de una fuente, otro grupo almuerza.

«Al principio nos daban pena y en una cafetería cercana, frente a los centros sanitarios, les regalaban cafés para que entraran en calor. Dejaban toda la puerta perdida y los vasos tirados. Yo mismo les he dado agua. Pero ya no. Nadie quiere saber nada», agrega Manuel Jiménez. «Yo este invierno le di a una rumana un abrigo de mi tienda. Media hora después ya no llevaba puesto. Le pregunté y, como no sabía qué decirme, me explicó que era para taparse de noche», asegura la responsable de un comercio. «La Policía Municipal vino hace poco tiempo y consiguió echar a los que estaban en el jardín. No sé que les diría, pero no pueden hacer nada».
Quejas en el vecindario

La queja general son las molestias que causan al vecindario, la suciedad y la pésima imagen del país que producen. «Es vergonzoso. Lo dejan todo perdido, hacen sus necesidades entre los coches. ¿Alguien se imagina qué sucedería si los españoles hiciésemos lo mismo en París o Londres?», dice María. Otros tienen otra teoría:«Algunos pertenecen a mafias que los reparten en furgonetas. Tienen horario de oficina:de 8 a 18 horas, algunos cojean y llevan muletas pero cuando llegan a recogerles bien que corren», agrega. La Complutense ha denunciado la «okupación» y está a la espera de que un juez ordene el desalojo. La historia se repite: hace dos años hubo otro grupo detrás del Museo de América.

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