ablación del clítoris

Más de 10.000 niñas corren el riesgo de sufrir la mutilación genital en el Reino Unido

El Gobierno británico adopta nuevas medidas para combatir esa práctica ilegal, vinculada al mundo del islam pese a la opinión contraria de la mayoría de sus teólogos

ABC, francisco de andrés, 23-07-2014

El Gobierno británico anunció ayer un paquete de medidas para combatir la mutilación genital femenina, una práctica vinculada al mundo del islam y a otras culturas no europeas que ha crecido en el Viejo Continente con el aumento de la inmigración musulmana y subsahariana, pese a ser ilegal.

Una investigación de la City University de Londres, que ha hecho suya el Ejecutivo británico, señala que más de 10.000 niñas menores de 15 años viven en el Reino Unido bajo el riesgo de que les practiquen la ablación. La ministra del Interior, Theresa May, adelantó otras conclusiones «inquietantes» del informe. Cerca de 60.000 niñas de entre cero y catorce años han nacido en Inglaterra y Gales de madres que han sufrido ablación. Además, el número de mujeres inmigrantes que viven con las consecuencias de la mutilación se eleva a 103.000 mujeres de entre quince y 49 años y a 24.000 en las mujeres mayores de 50.
Debate nuevo, viejo problema

Entre las nuevas medidas adoptadas por Londres figura un aumento de las condenas a los padres que fuercen a sus hijas a sufrir la mutilación. También la concesión de anonimato a las víctimas desde el momento en que se produce la denuncia, y un aumento del presupuesto sanitario dirigido a dar atención médica a quienes sufren la ablación.

El problema es objeto de debate en el Reino Unido en el marco de su tradicional política de «multiculturalidad», que según algunos sirve de pantalla para la extensión de prácticas contra derechos básicos individuales. Pero el drama de la ablación no es exclusivo de Gran Bretaña.

El aumento de la población musulmana en Europa ha coincidido con un incremento de casos de mutilación genital de niñas, que algunos consideran justificados o fomentados por el islam.

Algunas ONG denuncian que medio millón de mujeres y niñas han sufrido la ablación del clítoris en Europa a manos de curanderas o, de modo clandestino, en centros sanitarios. Las estadísticas difundidas por organismos de la ONU recuerdan que la práctica de la ablación afecta a, al menos, 120 millones de mujeres en el mundo. Cada año, tres millones de niñas sufren la mutilación en lo que se entiende como un rito de iniciación en la vida adulta, una práctica que tiende a afectar a niñas cada vez más pequeñas para evitar su oposición.
Los flecos del falso mito

Los 28 países donde el problema se agudiza se concentran en el África negra, Oriente Próximo y Asia, en sociedades muy tradicionales o musulmanas. Los expertos subrayan un denominador común: la persistencia del viejo sistema de dominación patriarcal. La ablación del clítoris busca reducir o eliminar la posibilidad de que las mujeres sientan placer sexual, para asegurar que las jóvenes lleguen vírgenes al matrimonio y eviten una supuesta promiscuidad.

Muchos padres se refugian en las normas religiosas mahometanas para justificar la ablación, pero en el Corán no existe ninguna referencia que la justifique. Los pocos teólogos musulmanes que defienden hoy esa práctica se refieren a una larga tradición, y a un «hadiz» o dicho de Mahoma, que no existe en algunas ediciones canónicas. En dicho texto, que tiene además más de una versión, el profeta habría aconsejado a una mujer de Medina dedicada a la práctica de la circuncisión femenina: «Cuando circuncides a una mujer no cortes demasiado de su miembro, para que tenga la cara más luminosa y sea más amistosa con su marido».

Según algunos estudiosos, la práctica de la mutilación genital femenina es muy anterior al islam. Algunos sitúan su origen en el antiguo Egipto. De hecho, la mutilación más agresiva, la «infibulación», se denomina también «circuncisión faraónica». Es probable que las sociedades primitivas que recibieron el Corán tratasen enseguida de rebuscar en la nueva religión argumentos o dichos para justificar tradiciones culturales anteriores. La falta de una autoridad doctrinal única y continuada en el islam ha contribuido también a difundir el mito.

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