De las gestiones del vicecónsul de la República Dominicana en Galicia en el caso de Ana Pie, lo único concreto ha sido la cifra que apuntó como necesaria para repatriarla. En los días posteriores al fallecimiento, alrededor de 6.000 euros hubiesen cubierto los gastos de traslado, desde Galicia a ese país caribeño. Pero la legación diplomática no los aportó, y de la colecta que querían iniciar los dominicanos de Viveiro no se ha vuelto a saber.

«Conservada, a temperatura de tanatorio, baja, pero sin haber sido embalsamada». En esas condiciones continuaba ayer el cadáver de la inmigrante. Como han transcurrido 27 días desde que perdió la vida, la gerencia del Hospital da Costa comparte con funerarias consultadas que la repatriación «es imposible». Por su estado, «ahora no se puede embalsamar y, en cuanto la saquen del mortuorio, habrá que enterrarla o incinerarla cuanto antes», agregan desde la dirección del hospital situado en Burela.

En la fosa común de Altamira

Si antes no se reunieron los 6.000 euros que costaría devolver a Ana Pie a su familia, ahora no llegarían; ni en el supuesto de que se pudiese preparar su cuerpo para un viaje transoceánico. Como eso parece casi descartado, todo indica que esa inmigrante dominicana acabará en Altamira, el cementerio municipal de Viveiro. Para casos como el suyo, de vecinos sin recursos ni parientes, el Concello dispone de una fosa común. La alcaldesa dice que la enterrarán ahí cuando legalmente puedan.

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