«Es dramático ver cómo entran en urgencias, todos cortados»

La nueva oleada de inmigrantes deja al CETI de Melilla en situación crítica

La Voz de Galicia, María Cedrón, 19-03-2014

«Melilla está hoy muy revuelta». Ayer ese era uno de los comentarios que se escuchaban en las calles de una ciudad autónoma de 83.251 habitantes, que ha tenido que improvisar un despliegue para atender a los 1.900 inmigrantes que se hacinan en el Centro de Internamiento Temporal de Inmigrantes (CETI), con capacidad para 480 personas. El movimiento en los servicios del centro de urgencias Pardo Bazán y del Hospital Comarcal fue constante desde que la riada de personas que, semiocultas entre la niebla, habían cruzado por la mañana la parte más indefensa de la valla – la zona del río Nano, cerca del paso de Mariguani – comenzó a llegar a su primera meta, el CETI. Tuvieron que atender a 29 subsaharianos del más del centenar de heridos. Uno incluso fue operado debido al desgarro que las cuchillas de la concertina le habían causado en el brazo derecho.

Todos los recién llegados conocían perfectamente la ruta hasta el lugar donde tendrán que improvisar su hogar hasta no se sabe cuándo. Porque la mayoría de los que entraron ayer son ciudadanos de un país en guerra, Mali, lo que les da derecho a pedir asilo en España. E igual que ocurre con los sirios, no saben cuánto tiempo deberán aguardar por él, ni cuándo les será concedido en caso de que se lo aprueben. Poco a poco, el entorno de ese centro, ubicado justo al lado del campo de golf, fue convirtiéndose en una especie de campamento de refugiados donde se mezclaba la alegría exultante de los que corrían hacia la puerta gritando en francés «¡victoria, victoria!» y se abrazaban a sus compañeros dando saltos, con los rostros de desesperación de los que saben que están a solo un paso de conseguirlo, pero ya no tienen fuerzas para hacerlo. La nueva oleada de inmigrantes puso al CETI en un estado crítico.

«Es dramático ver como entran en urgencias todos cortados», comentaba un vecino de la ciudad. Brazos, piernas, manos, sangre en los pies… Algunas personas fueron atendidas también en el hospital de campaña montado en el CETI por Cruz Roja. Hasta ahí llegaban los que iban obteniendo el alta hospitalaria, incluso alguno vestía todavía el pijama azul del hospital. Y mientras los militares terminaban de montar 25 tiendas con capacidad para 850 personas fuera de los muros del centro, a pocos metros, unos operarios arreglaban la valla para evitar nuevas avalanchas. La escena era observada por un marroquí, Driss, que lleva ya seis meses en el CETI. La semana pasada se puso en huelga de hambre. Dice que en su país le pegaban por ser homosexual y pide que le trasladen de una vez a la Península. Otros que llegaron antes, añade, ya han marchado.

Esperar es lo que les queda también a las 500 personas que llegaron ayer. Ahí convivirán con familias llegadas de diferentes puntos de África. Para matar el tiempo les queda su música, el fútbol y las clases de español. Habrá alguno que bajará a la ciudad a ganarse la vida aparcando coches o limpiando la carrocería. Pero en una ciudad tan pequeña como Melilla no hay vehículos para todos.

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